* En Tecoyame, Oaxaca, se mantiene en pie el último Redondo, vivienda que construían y habitaban los afromestizos que llegaron a poblar esa zona costera

* En Cuajinicuilapa, la Dirección de Cultura edifica 3 tipos diferentes de Redondos para preservar las raíces de la población de raza negra, que hoy cambió sus hábitos de vivienda

 

JESÚS SAAVEDRA

 

CUAJINICUILAPA.— El último vestigio de la vivienda que utilizaron durante siglos los afromestizos de esta región de la Costa Chica, resiste a sus 73 años de haber sido construida, en la comunidad de Tecoyame, en el munic
Este tipo de vivienda conocida como Redondo ipio de Santiago Tapextla, Oaxaca. ha resistido más de siete décadas huracanes y sismos, gracias al cuidado de la familia Clavel Chávez, que ha tratado de preservarla lo posible para recordar a sus antepasados que llegaron a esta zona de Guerrero y Oaxaca allá por 1800, como resultado del tráfico de esclavos africanos durante la Nueva España y que, aseveran historiadores, utilizaron este lugar para vivir pues se asemeja en sus paisajes a la estepa africana.
En esta franja de que comparten afromestizos de Guerrero y Oaxaca viven más de 300 mil personas de esta etnia, que hoy libra una lucha por ser reconocida como la tercera raíz poblacional en México.
El coordinador de Políticas Públicas y Desarrollo Municipal de Cuajinicuilapa, Ciro Antonio Sánchez Añorve, es el encargado de la Plaza Comunitaria de este municipio de la Costa Chica de Guerrero, en los límites con Oaxaca.
Aquí en esta Plaza Comunitaria se han reproducido tres Redondos para mantener viva la raíz afromestiza de una población que ha cambiado sus hábitos de vivienda y por eso está a punto de perderse.
Precisamente el escudo de este municipio de Guerrero tiene como característica una vivienda afromestiza: un Redondo, acompañado de un arco de una hacienda de 1800 y un faro que hasta la fecha existe en la comunidad de Punta Maldonado.
Sánchez Añorve explica que esos Redondos se construyen en un círculo sobre la tierra donde se colocan en su alrededor madera, la cual se va rellenando de lodo y zacate; como techo utilizaban zacate de campo colocado sobre morillos de madera y se coronaba en la punta con una olla de barro que se elabora y es propia de esta región.
El funcionario señala que hay varias hipótesis sobre la llegada de la raza negra o afromestiza a esta región, pero la que tiene más certeza es que esclavos que venían del África y que desembarcaban en Veracruz, eran trasladados a las grandes haciendas de Oaxaca y que de ahí huyeron hasta esta región, que es muy similar a las estepas africanas.
“Las casas que construyen en los lugares que habitaron fueron precisamente los Redondos, que son similares, si no es que idénticos a los que se encuentran en poblados de África, de eso se ha documentado personas que han viajado precisamente para documentar estas viviendas”, añade.
La Hacienda Miller
Sánchez Añorve explica que hacia 1878 se instaló en Cuajinicuilapa la Hacienda Miller, que tenía una extensión de mil 600 hectáreas en donde se producía jabón, algodón y se criaba ganado.
El dueño era Carlos A. Miller, un ingeniero estadounidense de origen Alemán que instaló un ingenio industrial para procesar el jabón y el algodón, para lo cual necesitaba de mano de obra y por eso recurrió principalmente a la población afromestiza de esta región.
Añade que era difícil mantener una mano de obra estable para tener en ritmo la producción de jabón y algodón, y por eso ofreció a familias afromestizas que trajeran a sus familias a los alrededores de la hacienda y se quedaran a vivir ahí, “literalmente se hicieron aldeas aquí en Cuajinicuilapa e inició un auge comercial y poblacional importante”, explicó.
Señala que por eso es característico encontrar en Cuajinicuilapa manzanas enteras habitadas por familias afromestizas, “en una manzana puedes encontrar a la familia Mariche, en otra a los Cisneros, Juárez, Añorve, Manzano, desde que se instalaron en terrenos que les dieron en la Hacienda Miller se quedaron a vivir aquí”.
El funcionario acepta que en esta cabecera municipal, desde hace 50 años ya no existen los Redondos, “se acabaron, por eso en esta Plaza Comunitaria se han construido tres prototipos para que las futuras generaciones sepan de su historia y de sus antepasados”, añadió.
En Tecoyame sobrevive el último redondo
Ricarda Chávez Velasco, con apenas 17 años allá en 1942 se casó con Amado Clavel, en Pinotepa Nacional, Oaxaca, y por la necesidad de forjar un patrimonio propio decidieron emigrar e instalarse en esta pequeña comunidad de Tecoyame, municipio de Santiago Tepextla, Oaxaca.
Esta comunidad colinda con Guerrero, se encuentra a aproximadamente una hora de viaje en vehículo y es donde se encuentra el último Redondo existente en la franja afromestiza de nuestro estado y Oaxaca.
Las autoridades de Cuajinicuilapa no pueden hacer nada para preservarlo y únicamente han apoyado para mantener en pie ese patrimonio histórico para la población afromestiza.
Doña Ricarda vive en Tecoyame desde hace 75 años, su esposo ya falleció y comparte vivienda con su hijo mayor Amado Clavel Chávez, nuera, nietos y hasta bisnietos.
Amado relata con tristeza que el de su familia es el “último Redondo que se encuentra en la Costa Chica, tiene 73 años de haberlo construido mi papá, cuando lo construyó yo estaba chamaco y casi se acaba esta tradición que con mucho esfuerzo conservamos”, afirma.
Explica que su papá construyó el Redondo en un terreno familiar, al centro colocó la vivienda, armó sus paredes de madera “se recubre con lodo, la madera alrededor de horcones hay clavijas, hay horcones y horquetas, hay un horcón que se le saca un malacate y se coloca un ruedo de bejuco y se va recubriendo; además se utiliza un horcón y un malacate, con un árbol que conocemos como güilote trementino, otro de bejuco ratón y las varas es de un árbol de hormiguero, son materiales propios de la región, pero por lo costoso que es el mantenimiento ya no se construyen”, explica.
Añade que primero el Redondo era “construido su techo de zacate de llano”, pero como “todos los ganaderos tienen cercados sus terrenos y ocupan el zacate para sus animales, ahora se ocupa la palapa de palma de coco”.
Relata que esa casa “ha resistido huracanes, sismos, con los huracanes no se siente al agua, con el último sismo solo hubo daños menores porque el Redondo ya es viejo y si necesitamos apoyo para preservarlo”.
El Redondo de la familia Clavel lucha por mantenerse en píe, sus paredes se están cayendo pues el barro con el que está recubierto ya tiene varias décadas y no se ha renovado; su techo ya no es de pasto de llano, ahora es de palapa de coco.
Relata que pidieron ayuda al alcalde de Cuajinicuilapa, Constantino García Cisneros, para reparar el maltrecho techo hace dos años y “nos apoyó para trasladar la palapa para preservar el techo, se lleva 890 palapas el techo de este redondo y aquí uno la compra a 4 pesos, más de 3 mil 500 pesos invertimos y es dinero que no tenemos”, asegura.
Doña Ricarda y su hijo Amadeo señalan que hasta su vivienda han acudido personas que han viajado de Cuba o de África, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, para documentar la importancia histórica de su vivienda, “han ido y venido, pero siempre es igual solo vienen se van y no hay apoyo”.
Relatan que la mayoría de su actividad económica la hacen en Cuajinicuilapa para mantener a la familia, pero que los apoyos son escasos o no llegan del gobierno de Oaxaca, y que las autoridades de Guerrero poco o nada pueden hacer para atenderlos.
Por ello hicieron un llamado urgente para que volteen los ojos a este último vestigio de la cultura afromestiza en esta parte del sur del país, esta vivienda que ha resistido huracanes y sismos gracias a la voluntad y el amor a sus raíces de la familia Clavel Chávez.