Primera parte
SADYHEL ASTUDILLO
En un par de ocasiones, en este mismo espacio se ha escrito acerca de los animales, en esas ocasiones nos hemos referido sobre el trato que reciben de nuestro parte comparándolo con el que realmente deberían de recibir, lo retomo con el fin de crear una conciencia en la que se les tenga presente, no simplemente como un objeto del cual podemos hacer uso a discreción, sin importar que uno conviva regularmente o no con ellos, sino que se deben de respetar sus derechos. Hagamos un poco más de memoria.
Los animales no tienen un raciocinio como el nuestro, tampoco pueden entablar una conversación con ninguno de nosotros; sin embargo, esto no quiere decir que sean inferiores a nosotros y por ello deban de servirnos. Ellos al igual que nosotros se cansan, sienten hambre, frio, dolor y malestares, como si de un trabajador más se tratara, tratándose de aquellos de los cuales nos servimos de apoyo para actividades de fuerza y traslado, en estos casos, se deben de respetar sus horas de descanso, comida y sueño.
Todo esto mencionado es reforzado y amparado por medio de leyes y normas que tiene valides en cada uno de las áreas en las cuales se trabaje o se conviva con animales. Incluso, aunque estos sean “simplemente” nuestros compañeros o mascotas y no realicen una actividad diaria en busca de algún beneficio, sus derechos siguen siendo válidos y deben de ser respetados.
Ahora a pensemos y recordemos a otros seres vivos que, al igual que los animales han sido usados laboralmente durante varios años en pro de la humanidad y no se ha hecho mención acerca de esa explotación… ¿alguna idea?
Varios tipos de microrganismos -principalmente las bacterias- han sido utilizadas desde hace ya varios años por el hombre para la elaboración de diversos productos que nos acompañan en nuestro día a día como: derivados lácteos, bebidas fermentadas, ciertos tipos de medicamentos, algunos panes y principalmente en el estudio de enfermedades causados o no por ellos mismos.
Son bastantes claras y lógicas las diferencias entre los animales y las bacterias, comenzando por el simple hecho de que a los primeros los podemos ver a simple vista, conviven con nosotros sin problemas y podemos entender su situación debido a sus reacciones ante ciertos estímulos. Con los segundos no sabemos cómo lucen además de ser vistos como organismos dañinos e indeseados, entonces ¿para qué se hace esta mención?
Las bacterias al igual que los humanos y los animales son seres vivos que cumplen con las cuatro funciones básicas de cada ser vivo: nacer, crecer, reproducirse y morir. Estos al igual que los primeros buscan la manera de sobrevivir adaptándose a su entorno y se alimentan de lo que tiene a su alrededor, buscando crecer “sanos” y tener una dependencia fuerte y longeva, viéndolo así no somos tan diferentes ¿verdad?
Cabe añadir que en base a estudios recientes se tiene la teoría de que las bacterias huyen del peligro o de ambientes que les resultan hostiles. Esto podría demostrar que perciben su alrededor y que probablemente puedan “sentir” de alguna forma, si esto llegase a ser cierto, entonces durante varios cientos de años han sentido todo lo que hemos trabajado en ellas y de ser así estarían en la posición de esclavos y castigadores, situación que amerita un poco de reflexión por nuestra parte.
Esta pues, no es una invitación a volvernos amantes de las bacterias o a buscar enfermarnos para que ellas prosperen, de ninguna manera. Es una invitación a conocer –y sorprendernos- más del mundo en que vivimos, a ser respetuosos con todas y cada una de las formas de vida que lo habitan, quien sabe quizá en un futuro, humanos, animales y microrganismos podamos congeniar como iguales. Tengamos presente que ellos habitaron este planeta mucho antes que nosotros.
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