¿Partidocracia en agonía?
Felipe Victoria
Según los cálculos, temores, augurios e intuición de muchos mexicanos, estamos viviendo la antesala de otro estallido social revolucionario como en 1910, cuando un tenaz liberal alegaba la validez y respeto al sufragio efectivo para tumbar al dictador que por 34 años se apoderó del control político de México.
Porfirio Díaz, militar anciano, astuto y lúcido, entendió que el pueblo comenzaba a ya no quererlo ni respetarlo, y que más le valía poner tierra de por medio, dejando sentarse en la silla del Palacio a Francisco I. Madero, aunque poco tiempo después hasta lo asesinarían para que la milicia recuperara el mando nacional con el usurpador Victoriano Huerta.
Comenzó la verdadera revolución en que caudillos se asesinaban para acceder a la Presidencia y no fue sino hasta 1929 que el General sonorense Plutarco Elías Calles urdió disciplinarlos, afiliándolos a un partido oficial, el PNR, que después cambiaría sus siglas a PRM y con el General Lázaro Cárdenas a las actuales de PRI, a partir de 1936.
Como quiera entonces, al cansado y caduco Partido Revolucionario Institucional le anda urgiendo por lo menos cambiar de nombre para no morir derrotado bajo la misma denominación que tiene harto al pueblo.
Lo malo para los mexicanos, es que de tanto que otros partidos fueron inventando como el PAN y el otrora pujante PRD, ya ninguno convence, mucho menos los rémoras de utilería como PT, PANAL, Verde Ecologista y otras zarandajas dizque de falso equilibrio democrático.
De la mezcolanza de los frustrados y resentidos de todas la filiaciones, el tenaz y vivo expriísta tránsfuga Andrés Manuel López Obrador urdió armar un nuevo engendro para que lo postule por tercera vez a la Presidencia.
Enrique Peña Nieto por debilidad y menospreciar sus posibilidades autorizó el registro del MORENA y ahora le ponen las peras a cuatro, no porque demasiados comulguen con ninguna ideología novedosa sino porque ya están hasta la madre del PRI, PAN y PRD; donde la disciplina y la unidad partidista son cosa del pasado y valores perdidos.
No son pocos quienes murmuran en voz muy baja que parecieran tiempos urgentes de que la milicia regrese a Los Pinos, ya que desde el General Manuel Ávila Camacho, en 1946, perfiló a Miguel Alemán Valdés, han sido “civilones” todos los mandatarios y el país se hunde y ahoga en la corrupción y tolerancia a la impunidad de la delincuencia, protegida desde las organizaciones protectoras de Derechos Humanos oficiales y no gubernamentales.
Con eso de que la historia suele repetirse, no sería imposible ni descabellado pensar que ocurriera de nuevo el mandar al exilio a un presidente, antes de que por angas o mangas llegara al poder López Obrador y lo encarcelara, además de quitarle su inmensa fortuna.
Los prospectos de candidateables de todos los partidos están ahora más jodidos que la célebre “caballada flaca” de que se pitorreaba el ingeniero Rubén Figueroa Figueroa.
En el PAN traen “de sándwich” a Margarita Gómez del Campo, el millonario Ricardo Anaya y el exgobernador Rafael Moreno Valle; en el PRD la debacle desmoronadora entre corrientes y tribus se quedó sin su López Obrador y sin Armando Ríos Piter, que ya se la juega como candidato independiente junto con otros personajes.
En el convulso PRI hay un descuajaringue total, al que más pintaba desde el principio, el hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong que utilizaron de señuelo, ya le pusieron la primer magistral zancadilla con eso del espionaje político, aunque ni falta hacía porque en seguridad pública no se lograron avances sustanciales y el narco sigue empoderándose.
Pero ni siquiera los de la cofradía del Grupo mexiquense Atlamulco se ponen de acuerdo ni pactan, algunos no quieren de candidato a Luis Videgaray Caso ni a Eruviel Ávila, y menos aún piensan en Aurelio Nuño y Luis Enrique Miranda Nava no les cuadra.
José Antonio Meade Kuribreña y José Narro Robles, con grandes posibilidades “por default”, no son considerados como miembros del clan sagrado mexiquense.
¿De quienes entonces podría echar mano Enrique Peña Nieto, ajenos a su grupo para que no se desbaraten entre ellos y ocurriera otra tragedia como la de Tijuana en 1994?
Cada día se escuchan más fuerte en los pasillos de Los Pinos y de Buenavista los nombres del joven Enrique de Lamadrid Cordero, pero en la gran reserva como As bajo la manga, el muy experimentado Pedro Joaquín Coldwell, con una trayectoria impresionante y méritos suficientes por encima de los demás.
Sin embargo, los patriarcas morales del PAN, PRI y PRD no se quedaron inmóviles urdiendo la conveniencia de alianzas y coaliciones, ya que en 2018 se calcula que ningún partido podría ganar solito.
Las voces del jefe Diego Fernández de Cevallos, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Manlio Fabio Beltrones Rivera serían seguidas y acatadas por sus millones de simpatizantes, si es que a partir de agosto presenta ese triunvirato una opción distinta por la Presidencia, utilizando cualquier juego de siglas registradas o por la novedosa vía independiente para atajar a MORENA, contra la que ya se forma un frente opositor nacional.
En la cuerda floja entonces el sistema electorero mexicano que se infectó y presenta síntomas de agonía.