* A lomo de camello, se pasea David

* Epítome de la corrupción legislativa

* Derrocha dicha y felicidad familiar

 

Jorge VALDEZ

 

David Jiménez Rumbo es el epítome de esa camada perredista de cínicos que asaltaron cargos públicos, en nombre de la izquierda, para su provecho personal, familiar y con absoluta impunidad.

Mientras el país entero sufre los estertores de una descomposición social, producto de la más voraz corrupción que se tenga memoria en nuestros tiempos, un legislador federal emanado de las prebendas plurinominales de la partidocracia se pasea en Egipto, a lomo de camello, con su familia y lo hace público en las redes sociales, como constancia del nulo decoro y su oprobiosa responsabilidad parlamentaria.

Nadie, en su sano juicio, verá con ojos de infinita justificación que el originario de un remoto y violento poblado del vecino Michoacán sea un representante parlamentario mexicano que en Moscú, la capital de Rusia, lleve un mensaje de armonía a sus pares. Lo contrario, prefirió el señor Jiménez Rumbo postear fotos de su familia en la Plaza Roja, como un turista privilegiado.

En su travesía, visitó la Plaza de San Pedro, en El Vaticano; estuvo en El Cairo, Egipto, y visitó las pirámides y La Esfinge, a lomo de camello. Derrochó felicidad, mientras sus huestes del Grupo Guerrero –membrete de la tribu perredista que dice representar— esperan con nerviosismo y expectativa los resolutivos de una investigación ministerial por el artero homicidio de Armando Chavarría Barrera, de parte del fiscal General del Estado, Xavier Olea Peláez.

A David eso le vale un pepino. Si no es ahora, cuándo estaría él y su prole viajando por Asia y Europa, asumiendo que “los viajes ilustran”… sí, la desvergonzada osadía de presumir un costoso viaje de placer.

El alcalde de Acapulco lleva cinco viajes al extranjero en menos de dos años. El primero fue a París, Francia, donde estuvo en el prostíbulo más afamado de la Ciudad Luz, el Molino Rojo, pocos días antes de asumir el cargo. Luego fue a España, Estados Unidos, Japón y Colombia. En ese mismo lapso, Acapulco ha sido ubicado por organismos civiles que miden índices criminales como una de las cinco ciudades más violentas del país, en una noticia que ha dado la vuelta al mundo.

No es asunto de fama pública, ni tampoco motivo de orgullo, pero algo grave ocurre en las mentes de quienes hoy tienen el poder público y lejos de asumir una conducta respetuosa, acorde a los tiempos, mesurada y sin mojigaterías, pierden el piso y se trastornan en entes viscerales, sin prejuicios ni valores éticos. El poder los trastoca, los embrutece y envilece frente a sus gobernados.

Y de cara a esta realidad, en la cúpula perredista no ven, ni de soslayo, que en su patio trasero hay un estercolero. No hay palabras de la secretaria general, Beatriz Mojica Morga, para llamar a la mesura, a que dejen frivolidades sus contlapaches, colegas, compañeros de partido que ejercen con sentido patrimonialista el poder conferido. Pero sí se atrabanca en desprestigiar, denigrar y ofender a quien le ganó la gubernatura porque los electores dejaron de confiar, de creer y de pensar que la izquierda opositora era el cambio. Mentira: ahora es el embrión de otro partido más corrupto, voraz, insaciable y cínico, donde sus representantes populares se esmeran en aportar elementos de juicio, pruebas testimoniales y fotografías de su derroche fatuo.

La corrupción es el fenómeno que predomina en un gran sector de la sociedad, alentado desde las esferas del poder, por los partidos políticos, sus beneficiarios y hasta quienes piden dinero para dar cupo a niños en una guardería subrogada del IMSS. Todo es una porquería, un estercolero.

Mientras tanto, a lomo de camello un eufórico David Jiménez Rumbo echó un grito frente a las pirámides, la morada de los faraones. Por fortuna el cuidador del dromedario lo calmó y en árabe lanzó improperios al montador para que no asustara a su bestia.

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.