¿Aumenta la inquietud electorera?

 

Felipe Victoria

 

El sistema de casi unas nueve décadas en que distintos partidos políticos controlaron la asignación de curules, Presidencia y gubernaturas, principalmente mediante el que fundara en 1929 Plutarco Elías Calles como PNR, que cambió a PRM y Lázaro Cárdenas del Río dejó como PRI en 1936, como dizque Revolucionario Institucional, con su original opositor Acción Nacional, religioso y aburguesado, con media docena de efímeros partidos comunistas y socialistas que sucumbieron, fueron los principales actores del reparto del pastel.

Pero para 1989 el priísta de abolengo que se enfadó porque no lo hicieron candidato presidencial, armó su Corriente Democratizadora y su PRD para contender en 1988, pero le salieron con chanchuyo y los banqueros encaramaron al joven economista Carlos Salinas a pesar de que Miguel de Lamadrid anhelaba heredarle el trono al “hermano que no tuvo”: Alfredo del Mazo González.

Para cubrir las apariencias de una democracia electoral tipo yanqui, el sistema aplicó presupuesto para darle prerrogativas a nuevos partiditos adicionales que subsisten en calidad de rémoras, excepto el PRD que si creció, aunque ahora se desmorona, pero todavía no se amorena por completo.

Por ahí otro expriísta como Dante Delgado Rannauro también consiguió fundar su Partido Convergencia, ahora Movimiento Ciudadano, el menos chico de los chicos.

Si de no dilapidar recursos oficiales se tratara, ya con PRI, PAN y PRD sería suficiente para tener elecciones reñidas, pero como resulta un negociazo manipular elecciones, alianzas y venta de curules, consintieron que nacieran y operen más partidos destinados a sobrevivir pegados a otro porque solitos perderían el registro por falta de votos, como ejemplo el PT, Verde Ecologista y Nueva Alianza.

Lo que han dejado secarse entonces es el presupuesto, y podrirse el prestigio de todos los institutos electorales, hartando al electorado que ya a ninguno le tiene confianza y califica a todos de tramposos malandrines, que nunca hacen candidatos a quienes las bases quisieran de veras, porque muchos no sueltan la ubre.

Empeñoso que es el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, que dejó el PRI para convertirse en perredista y adueñarse del PT, pero perdiendo en 2006 contra el panista Felipe Calderón y en 2012 contra el TRIFE que le dio el triunfo a Enrique Peña Nieto, no las trae todas consigo para el 2018, porque con su flamante y atractiva Morena, que nada de genuina tiene porque es revoltijo de tránsfugas de otros partidos, a estas alturas ya ni él está seguro de poder ganar solito.

Los blanquiazules traen un auténtico desmadre entre la obsesionada Margarita Zavala Gómez del Campo, el rebelde Ricardo Anaya y el vivillo e insumiso Rafael Moreno Valle, y así lo difícil es adivinar quién llegará ileso a la contienda.

Entre los multifragmentados e indisciplinados perredistas desunidos, las grandes tribus y corrientes siguen en el mismo lodazal de los “Cuchos” que desplazaron al patriarca Cárdenas, con las mujeres guapas pero débiles y el indómito Juan Zepeda, que sorpresivamente se les quiere montar de candidato presidencial tras su hazaña de mandar al diablo a López Obrador, que su Morena sin el PRD no juntaría votos suficientes.

¿Acaso el anciano y amañado PRI por costumbre e inercia pudiera ganar en 2018? El pueblo ya ha tenido que ir despertando; que les falten pantalones o líderes es otra cosa, pero el cinturón ya no podrá apretar más.

No, claro que no por resultar el menos malo ganaría, porque le faltaría un verdadero “candidato de unidad” a la vieja usanza infalible.

De la “caballada tricolor actual” analicemos: Los del Grupo Hidalguense se quedaron mochos a la mitad con la caída del exgobernador Jesús Murillo Karam rostizado con el ayotzinapazo, y el “big star” Miguel Ángel Osorio Chong, con la mejor voluntad que tuviera y los bonitos discursos que diga, a nadie convence de que en México ya hay más seguridad pública y que el narco va perdiendo.

Pero otro pequeño gran detalle: Osorio Chong no pertenece al compacto Grupo Atlacomulco, como sus acérrimos rivales Luis Videgaray Caso, Luis Enrique Miranda Nava, Eruviel Ávila y Aurelio Nuño.

Lamentablemente el prestigio financiero de esos mexiquenses está en tela de juicio, por culpa de algunos exgobernadores saqueadores que fueron consentidos de Los Pinos.

¿Qué opciones a la vista tiene entonces el tricolor? Indudablemente el médico José Narro Robles, pero hay por ahí muy tapadito un elemento valioso y quizá con mayor experiencia política que todos los demás; trabaja con discreción absoluta sin hacer barullo, e incluso en 1994 tras la desgracia no quiso ser el candidato sustituto del victimado Luis Donaldo Colosio Murrieta. Su nombre de momento me lo reservo porque no sería “el menos malo”, sino el más idóneo dadas las condiciones del país.

Conste que todo esto es considerando que dentro de un año se logren realizar elecciones y no se haya dado antes un estallido social, con un destierro como en mayo de 1911, cuando el dictador Porfirio Díaz prefirió dejar el país para irse vivo y libre.

Igual, nadie asegura que no fuera posible que las fuerzas armadas se vean precisadas a tomar lo poderes antes que ocurra una guerra civil, porque aquí ya no podemos seguir sin orden ni en paz.