* ¿Por qué mentir y crear confusión?

* En 2013 el secuestro “nos ahogaba”

* Medias verdades y muchas mentiras

 

Jorge Valdez

 

En el año 2013 vino a Guerrero el Zar Antisecuestros en México, Renato Sales Heredia, a supervisar la Fiscalía Especializada en el Combate e Investigación al Secuestro (FECIS) de la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado. Llegó con la representación de Jesús Murillo Karam, titular de la Procuraduría General de la República (PGR).

Se inauguró en aquella ocasión un sistema de geolocalización de celulares, donde el acceso a la tecnología consistía en ingresar el número telefónico de la víctima de secuestro para obtener evidencias, testimoniales y pistas del pago y las negociaciones. La inversión federal era de 17 millones de pesos y formaba parte de los acuerdos con las 32 Procuradurías de Justicia. En esa ocasión Guerrero se sumaba a otras 7 entidades que contaban con esa herramienta en la investigación.

Todo era parte de la más sofisticada tecnología. Se combatió con eficiencia y efectividad a las bandas criminales que en ese año cometían secuestros. Con esa herramienta, la Fiscalía Especializada en Secuestro logró desarticular en 16 meses más de 50 bandas y capturar a más de 700 secuestradores. Se rescataron más de 200 víctimas de secuestro sanas y salvas. Las estadísticas pueden ser cotejadas, hay registros. El grupo antisecuestros de Guerrero logró un reconocimiento nacional como cuerpo de élite que reunía los más altos niveles de profesionalismo y eficiencia certificada.

Un ejemplo: La banda de los Cahori en Acapulco, que por tres años se dedicaron a secuestrar, ejecutar y grabar en sus celulares las torturas que aplicaban a sus compañeros de escuela, sin tener el menor sentimiento de misericordia ni piedad en sus acciones. Solo ellos cometieron 39 secuestros y homicidios.

Fue el viernes 10 de enero de 2013 cuando elementos de la FECIS detuvieron a la banda ‘Los Kaoris’, eran nueve jovencitos que se dedicaron durante tres años a secuestrar y matar a sus compañeros de escuela en Acapulco.

‘Los Kaoris’ grupo de secuestradores denominado así por el nombre de su única integrante mujer, Lesly Cahori “N”, fueron ubicados luego del hallazgo del cuerpo de un joven estudiante de ingeniería del ITA, a quien secuestraron y posteriormente mataron. Lesly fue la única que tuvo contacto con el joven antes de desaparecer, por lo que fue detenida y confesó los delitos que cometió junto a ocho compañeros de la escuela.

Durante su detención, los nueve responsables señalaron haber participado en al menos 14 secuestros y homicidios, en sus celulares tenían grabadas las ejecuciones que cometían con algunas de sus presas: los torturaban, los ahorcaban con un cable de luz y a algunos los descuartizaban con un hacha. No obstante, meses después las investigaciones dieron como resultado que los jóvenes participaron en 39 secuestros y asesinatos.

El dinero obtenido lo gastaban en la compra de automóviles de lujo, motocicletas costosas y diversos artículos como ropa que presumían en el ITA. Fue un caso que conmocionó a familiares de las víctimas y a todos los acapulqueños.

La FECIS desarticuló a otras bandas igual de sanguinarias, desalmadas y crueles. Los culpables algunos alcanzaron sentencias máximas hasta de 60 años de prisión. Toda la investigación tuvo soporte en ese sistema de geolocalización de celulares de víctimas y de los propios delincuentes, que en el límite de su demencial crueldad se filmaban cometiendo delitos.

El resultado fue la disminución de los casos de secuestro. Hoy se descontextualizan partes de esas historias y se fincan medias verdades, con mentiras completas. Se pierden en la memoria hechos que marcaron a familias de luto y a otras de vergüenza.

La tragedia de las víctimas y el horror de los victimarios que enfrentan la justicia es tema de análisis aparte. La herramienta que dio soporte tecnológico a la investigación y obtuvo notorios avances, es la que cuestionan perversamente quienes se dicen “espiados”.

Y ellos, ni siquiera se quejan cuando van a los supermercados, a los bancos, a las plazas y son filmados. Ahí, ni siquiera exigen respeto a la política de privacidad.

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.