Alejandro Mendoza

 

 

La violencia siempre ha rodeado y coexistido con la humanidad desde la antigüedad. Existe un largo debate sobre la naturaleza o el origen de la violencia en el ser humano. Para algunos autores, la violencia es un asunto hereditario, biológico, que tiene que ver con una personalidad antisocial y con tendencias agresivas; para otros, la violencia se relaciona con el medio ambiente y con aspectos culturales, el ser humano nace bueno y el entorno, sus relaciones, la educación o la familia, lo inducen hacia la violencia.

En los diccionarios de la lengua española se habla de violencia cuando se realiza una acción que desemboca en un estado “fuera de lo natural”, una ruptura de la “armonía”, provocada por la acción de cualquier ente; es decir, referida a actos humanos.

Los actos violentos se emplean cuando éstos inciden “contra el modo regular”, “fuera de razón”; cuando se actúa contra la equidad o la justicia social, con ímpetu o uso excesivo de la fuerza.

La Secretaría de Gobernación, a través del Consejo Nacional de Población en su apartado de la Violencia, difundió a través de su página oficial en 2015 que “los estudiosos del comportamiento, que defienden la violencia como un asunto natural se apoyan en la teoría de la supervivencia y la evolución, en donde el hombre utiliza su imaginación, creatividad y talento para someter y controlar a la naturaleza y a otros habitantes en beneficio suyo.

Los investigadores o sociólogos que no están de acuerdo con estas teorías, plantean que una cosa es el uso de la fuerza en pos de la supervivencia y la evolución, y otra muy distinta es la aplicación de la crueldad a sangre fría, de la furia, del odio y de la maldad por puro placer o de la violencia por la violencia misma, sin ningún tipo de justificación o pretexto.

Si la violencia hacia los desconocidos difícilmente se puede entender menos aún se comprende la violencia entre los miembros de una misma familia. Para estos autores la violencia humana tiene su origen en aspectos culturales, o más concretamente: “tiene sus raíces en los conocimientos, tradiciones, usos y costumbres […] de los pueblos, quizá desde hace miles de años”.

Si efectivamente la violencia tiene su componente hereditario o genético y que se manifiesta como instinto de sobre vivencia, también habremos de reconocer su componente cultural. Las conductas violentas o sus distintas manifestaciones se aprenden, y muchas de ellas, en el seno de la familia.

Si al encuentro con la violencia desde temprana edad le agregamos la influencia de los medios masivos de comunicación y del cine y los videos, y ahora redes sociales del internet que promueven constantemente modelos de personas violentas, entenderemos las razones por las cuales la violencia ha llegado a ser parte de la vida cotidiana de muchas personas.

Los factores económicos en la generación de la violencia no son menos importantes. Como se sabe, desde hace varias décadas que vivimos una crisis económica en nuestro país, con ella se ha incrementado de manera importante el desempleo y se ha disminuido el poder adquisitivo de muchas familias.

El estrés por la falta de recursos económicos, el abuso del alcohol y la drogadicción, asociados comúnmente con la pobreza, pudieran estar también relacionados con la violencia en la población joven y adulta de México.

En nuestros días, puede ser que la violencia generada por estos comportamientos y los deseos desmesurados haya calado tanto en nuestras vidas privadas y colectivas, es decir, se haya vuelto tan cotidiana, que se debe hacer un gran esfuerzo para “comprenderla” en todas sus dimensiones y, a partir de ahí, intentar reducirla al máximo.

El especialista Francisco Jiménez Bautista, en su artículo ‘Conocer para comprender la violencia: origen, causas y realidad’ de la Revista de Ciencias Sociales que edita la Universidad Autónoma del Estado de México, sostiene que “Vivimos como en el pasado, como hace 50,000 años, dominados por las pasiones y por los impulsos de bajo nivel. No estamos controlados por el comportamiento cognitivo, sino por el emotivo y el agresivo en particular. Seguimos siendo animales guiados por la región límbica palo cortical, sustancialmente igual en los seres humanos que en otros animales. Los seres humanos aprendemos no porque se nos transmita la información, sino porque construimos nuestra versión personal de la información. Si cambiamos la forma de educar a los niños, es decir, de enfrentarnos a la vida, quizá cambiaríamos el mundo”.

Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz

almepa10@yahoo.com.mx