* En Ahuihuiyuco, Tepozcuautla y Tetitlán de la Lima, la mayoría de sus pobladores no han regresado, pese a la presencia de elementos de la Sedena
JONATHAN CUEVAS
CHILAPA.— En Ahuihuiyuco, Tepozcuautla y Tetitlán de la Lima, decenas de casas, centros de salud, comisarías y escuelas están cerradas con candados. Los animales no han comido en días y han enflacado bastante. Entre el silencio característico de un pueblo ‘fantasma’, sólo se oyen los ladridos de los perros.
Dos bases militares parecen insuficientes para generar confianza entre los pobladores que se desplazaron desde hace diez días por amenazas de la delincuencia organizada en esta zona de Chilapa. Las carreteras lucen desoladas y no se ven por ningún lado los niños jugando.
Los pocos ciudadanos que se quedaron no generan ingresos económicos, sólo siembran y hacen producir a sus vacas, puercos y gallinas para autoconsumo. De los que huyeron, nadie sabe nada.
En estos pueblos la mayoría de las personas se dedican a la siembra de maíz y frijol, así como al ganado. Sin embargo, las vacas lucen esqueléticas y los campos desatendidos.
Los estudiantes no terminarán el ciclo escolar en ningún nivel educativo. La atención en salud se les ha retirado porque nadie atiende los centros de salud.
Las pocas personas que permanecen en los pueblos, temen hablar de las amenazas que recibieron del crimen organizado. Sólo dicen que se quedaron porque “no le deben nada a nadie y no hacen cosas malas”, y porque no están dispuestos a abandonar sus bienes.
En el lugar se vuelve evidente la mentira del gobierno del estado que afirmó en días pasados, que ya habían regresado la mayoría de las familias que se fueron. Siguen como auténticos pueblos ‘fantasma’ en los límites de las regiones Centro y Montaña.
Al notar la presencia de extraños en la zona, los pocos jóvenes y amas de casa que se aferran a sus tierras, se asoman de sus puertas y ventanas, discretamente. Mientras, los militares permanecen en las comisarías de Ahuihuiyuco y Tepozcuautla, en posición de ataque.
El origen
De acuerdo a los soldados, el problema de desplazamiento forzado en ese corredor de Chilapa, inició en el año 2015 y esta última semana solamente se agudizó.
La raíz de este conflicto es que, familias de los dos pueblos que obedecían a intereses de grupos criminales, empezaron a la lanzarse amenazas y, a la larga, derivado de una serie de desapariciones forzadas y asesinatos, la mayoría de las personas de los tres pueblos, terminó huyendo.
Hasta antes de 2015, toda esa zona era controlada por Fulgencio Leyva Leyva, habitante de Tepozcuautla que se unió al grupo criminal conocido como ‘Los Ardillos’, pero al parecer entró en disputa contra familias de Ahuihuiyuco que decidieron sumarse a ‘Los Rojos’.
En los últimos dos años, esta disputa habría dejado decenas de muertes en estos dos pueblos y los de alrededor, como Tetitlán de la Lima y Lodo Grande. Pero desde 2007, se contabilizan al menos 30 desapariciones forzadas.
Entre esos cuatro pueblos hay un aproximado de 800 familias desplazadas, según el Centro de Derechos Humanos “José María Morelos y Pavón”. Tan sólo en Tepozcuautla son 180 las que huyeron y, han regresado unas 50, menos de la mitad. (API)