Alejandro Mendoza
En febrero del 2014 la revista Forbes México (publicación dirigida principalmente a los hombres y mujeres de negocios en México) realizó un diagnóstico sobre la situación y los retos de la izquierda mexicana, cuestión que llamó poderosamente la atención en virtud de que entonces se consideraba con seriedad la posibilidad del crecimiento de esta propuesta ideológica como alternativa de gobierno en el país.
Entre sus argumentos de peso, destacó que la izquierda mexicana se encontraba, en ese tiempo, frente a uno de los retos más grandes a los que se ha enfrentado en los últimos 25 años, y el panorama no es alentador desde que una desbandada del PRI se adueñó del concepto de la izquierda creando el PRD.
“A partir de ese momento, la izquierda se ha desideologizado, ha creado bandas o tribus internas, se ha clientelizado, fragmentado, alcanzado el poder y lo ha perdido”, enfatizó Marcos V. Herrera en su artículo.
Y adelantándose al tiempo, sentenció que “independientemente de todo esto, lo más importante y que ahora es su mayor riesgo, ha sido envejecer, sí, nunca se preocupó de crecer las bases juveniles, vamos, ni siquiera volvió al viejo esquema del uso de los fósiles universitarios”.
“Hoy los jóvenes grillos de la UNAM son simplemente viejos, gordos y ahora líderes partidistas, diputados, senadores, que gozan los beneficios económicos del poder y que en algunos casos están en desbandada a las nuevas aventuras de los nuevos partidos de la pseudo nueva izquierda”.
“Los gobernantes de la izquierda sólo recuerdan a los antiguos priistas de las caricaturas antiguas, se comportan igual, y ahora pareciera que el mismo PRI es mucho más moderno que las corrientes de izquierda que han tenido la oportunidad de gobernar.
La perspectiva de la Revista Forbes no estaba alejada de la realidad que hoy vive la izquierda mexicana, por el ejemplo, el PRD y su gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, quien declaró la posibilidad de una alianza con el PRI rumbo al 2018, aunque al interior de su partido, hubo quienes ya lo desconocieron, lo descalificaron y deslegitimaron su posición política e ideológica basada más intereses personales que en otra cosa.
Y otro lado, el resultado de la elección del Estado de México da cuenta del crecimiento de Morena, partido político de Andrés Manuel López Obrador, excandidato a la Presidencia de la República en dos ocasiones por el PRD, al cual renunció por sus pleitos internos con grupos perredistas, principalmente, ‘Los Chuchos’, dirigidos por Jesús Ortega y Jesús Zambrano, dividiendo el voto de la izquierda mexicana.
El reto que enfrentan ahora es que la izquierda mexicana va a estar liderada a la necesidad de un gran acuerdo, enfrentando a un mundo de jóvenes, a una sociedad con demandas digitales y que, si no le gustan las cosas, simple y sencillamente pueden armar una revolución en las redes sociales.
Sin duda se avecinan más pleitos internos partidistas, principalmente en el PRD; habrá tensiones y descalificaciones en la imperiosa necesidad de llegar a arreglos cupulares, si es que existe la verdadera voluntad política de un solo candidato fuerte y competitivo de la izquierda mexicana en las elecciones del 2018, o se estará muy lejos aún de poder ver a una fuerza real de izquierda que pueda ganar la Presidencia de la República.
Uno de los retos más importantes que enfrentan actualmente los partidos políticos es ratificar ante los mexicanos su papel como herramientas ciudadanas para garantizar derechos y libertades, el avance democrático y su verdadero interés por el pueblo mexicano, y la izquierda no está exenta de esta responsabilidad.
Es necesario conformar un Frente Amplio Opositor que reúna a todas las fuerzas políticas de izquierda y otras fuerzas progresistas interesadas en acabar con décadas de malos gobiernos encabezados por el PRI y por el PAN. Esto desde luego sería lo ideal.
A raíz de la experiencia de las elecciones de Veracruz, Nayarit, Coahuila y el Estado de México, el Partido de la Revolución Democrática debe buscar cerrar filas con la izquierda, si es que se antepone el futuro de México y de las generaciones próximas. No obstante, el interés de grupos al interior del PRD por una coalición con el PAN e impedir a toda costa que Andrés Manuel López Obrador se potencialice para una competitiva batalla electoral en el 2018.
El PRD y AMLO unidos pueden convertirse en una potente fuerza de izquierda, desunidos deterioran a la izquierda mexicana. Deben pues priorizar el objetivo de construir una agenda de izquierda que transforme las condiciones de vida de las mexicanas y mexicanos.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría sea feliz