Por Felipe Victoria Zepeda

 

Los 24 meses de Astudillo en la cima

Entre tanto borlote y mitote post electorero que viene por la partidocracia que se desmorena y “amorena”, pocos recordaron aquellas elecciones boicoteadas del 2015.

Muchos recordamos el entusiasmo de Héctor Astudillo allá por el 2005, cuando un nutrido grupo de priístas lo traicionó dándole su apoyo al candidato externo del PRD, porque el entonces presidente panista Vicente Fox así lo ordenó, favoreciendo a su apreciado “chaparrito” de Acapulco.

Ya sé que parecería de mala leche publicar ahora esa lista de sesenta “traidores” que le cambiaron bandera por Zeferino Torreblanca, pero existen archivos hemerográficos y memoria. Es correcto perdonar, pero nunca se debe olvidar.

Sin embargo, y eso nos cae un poco de extraño, vemos “figurones” de aquella elección fallida de 2005 que ahora están de nuevo en el pandero, sin ánimos de soltar la sagrada ubre de las aristocracia de la burocracia y piensan ir por más en el 2018, como la súper codiciada alcaldía de Acapulco.

Astudillo como sea se supo disciplinar a su partido y esperar a que lo volvieran a hacer candidato diez años después, pero no le faltaron ofertas para haber cambiado de camiseta por conveniencia.

Para las elecciones del 2011 no se la quiso jugar y dejó que hicieran su borlote los primos de Ometepec, volviendo a perder Guerrero el PRI, porque armaron una fuerte coalición los partidos que se dicen de izquierda manipulados por Camacho Solís y su second Marcelo Ebrard, con su socio López Obrador, y aún faltaba que el tricolor decidiera quien sería su candidato presidencial para el 2012, cuando Manlio Fabio Beltrones pintaba fuerte contra Enrique Peña Nieto y Enrique Jackson asomaba la cabeza un poquito.

Paciente y consciente Astudillo decidió esperar sin chistar y ver la corrida desde las gradas, como quiera durante el zeferinato y el segundo aguirrato no se quedó sin chamba ni le fue mal.

Pero para junio 7 del 2015, las cosas le pintaban demasiado complicadas con la enjundiosa Beatriz Mojica del PRD, evalentonado y alucinado porque obtuvo dos gubernaturas, pero con candidatos externos a modo, no genuinos de izquierda. Al que sí lo fue, lo habían mandado asesinar en agosto del 2009 para que ni siquiera llegara a ser candidato: Armando Chavarría Barrera

En 2015 el principal peligro era la ingobernabilidad desatada con el consentimiento de un exguerrillero académico que de causalidad treparon al interinato, porque quien era su jefe en la UAGro quería “el cuche completo” y no por unos cuantos meses.

Existía claro está, todo un plan con maña para forzar una candidatura independiente ajena a todos los partidos y su prospecto era Javier Saldaña Almazán; pero la insurgencia magisterial y los grupos armados de autodefensa estaban en el mismo canal ideológico del gran mesías Pejeohvá y la UPOEG del caudillo montañés Bruno Plácido Valerio, controlando ya el tránsito de drogas en muchas poblaciones bajo el disfraz de semipolicías patito, prefirieron a la amazona cuando el famoso Jaguar Ríos Piter no quiso correr riesgos y optó por salvar el pellejo dejando la contienda antes de comenzar.

A final de cuentas las rencillas entre tribus y corrientes izquierdosas no empataron con el Movimiento Ciudadano (antes Convergencia) de Luis Walton Aburto y resultó ser el fiel de la balanza en favor del PRI y Héctor Astudillo, que ganó por muy buen margen inimpugnable.

Pero su calvario comenzaría a fines de octubre de 2015, cuando se topó con un estado sumamente lastimado, parcialmente quemado y para colmo, totalmente desfalcado, con fuertes ataduras y complicidades que le impidieron actuar de inmediato contra los medradores que detectó Héctor Apreza Patrón; comenzó la maraña burocrática del entorpecimiento para dejar correr términos y no iniciar un juicio político, pero lo bueno es que los guerrerenses son gritones de momento pero se cansan rápido, se distraen y se les olvidan los agravios.

Llegaba para Astudillo el enorme reto de conformar un gabinete eficaz, eficiente y confiable, pero ni de dónde ni como por los compromisos de campaña, y tuvo que colocar personajes de varios grupos que no han logrado coordinarse ni cerrar filas en su entorno, que no lo reconocen como su verdadero y único jefazo, y así es un desgarriate, perdonando la expresión.

A un año y medio de haber asumido el mando ya corren versiones taimadas feisbuqueras de los planes y operativos de zancadilla y topillo contra el mandatario; no olvidemos que en Guerrero, aunque no sean culpables, cualquier masacre puede ser de efectos letales para los gobernadores, pues el promedio de la permanencia de ochenta y tantos que hubieron desde octubre de 1849 es de dos años.

Por eso reviste especial importancia que conozcan a fondo nuestra historia, para percatarse de cuales jugadas en el ajedrez político se están repitiendo, solo que los que mandan están tan terriblemente ocupados, atareados y preocupados que no tienen tiempo ni de dormir tranquilos.

Los selectos cófrades y miembros de camarillas andan en lo suyo, que no es lo de Astudillo precisamente, se las ingenian para aislarlo y distraerlo, evitan que gente crítica se le acerque y pudiera revelarle cosas que le ocultan en el proceso natural de toda emboscada.

Por ahora nuestro gobernador está acosado por casi todos los flancos y cuando no le llueve le llovizna, y sus piezas clave estratégicas no lo sacan de apuros.

Felicitaciones por cumplir dos años de que ganó limpiamente las elecciones estimado camarada.