* La Iglesia busca la paz: Obispo Rangel

* Pobreza, el motor que genera violencia

* Pide a Astudillo más acciones y obras

 

Jorge VALDEZ REYCEN

 

La pobreza es el motor que genera la violencia. Así de sencillo fue el diagnóstico que el Obispo Salvador Rangel Mendoza trazó durante una entrevista en el programa SIN MEDIAS TINTAS de Siga TV Chilpancingo.

Con una amplia exposición y conocimiento de cada localidad de la Sierra de Guerrero, el prelado de la Iglesia católica ofreció al gobernador Héctor Astudillo Flores –a pregunta directa de qué le pediría al gobernador— un plan que pudiera ser orientado por su gobierno para diversificar los plantíos, donde actualmente se siembran de amapola, por el de durazno, calabaza y maíz.

También se refirió al abandono y olvido de decenas de localidades, cuyos moradores han caído en la decepción y el hartazgo de esperar la ayuda gubernamental, al grado de estar obligados a sembrar cultivos ilegales para sobrevivir.

Rangel Mendoza se refirió a todos los temas: el conflicto del FUSDEG contra la UPOEG, el surgimiento de policías comunitarias, la violencia que se genera porque los cabecillas de grupos delictivos han perdido a un familiar y se enrolan en la venganza. También, el desproporcionado presupuesto para la educación, donde el 90 por ciento es destinado al pago de salarios del magisterio y sólo el 10 es para construir más escuelas que hacen falta.

Habló del rompimiento del “voto del silencio” y hasta del “regaño” que, confesó, recibió del secretario de Gobierno, Florencio Salazar Adame, tras sus declaraciones de que apuntan hacia la construcción de “un diálogo abierto”, cuyo fin sea construir la paz.

“A eso queremos llegar, a la paz entre los guerrerenses”, puntualizó. Y eso respondió a la pregunta sobre qué sueña el Obispo Rangel. Y sobre su sueño de que haya paz en Guerrero, cimentada en el diálogo.

La impresión que el prelado católico proyectó en la entrevista fue la de un hombre proclive al entendimiento sensato. Admitió sentir miedo de sufrir un atentado. “Pero no en las localidades que ya visité, sino aquí, en la ciudad… Tengo miedo, como todos, pero no debemos dejar que eso nos detenga”, precisó.

Salvador Rangel maneja su propia camioneta Toyota, sin chofer ni escolta. “Ando solito, porque no me gusta traer seguridad”, asegura.

No es un hombre de poses. Ofreció sencillez y humildad en los más de 60 minutos de conversación fluida, donde ilustró tener un amplio conocimiento de las condiciones de pobreza que permean en localidades apartadas. Incluso, dijo que el helicóptero en que viajó a la Sierra se perdió por las condiciones de humo denso y los pilotos tuvieron que aplicarse para evitar un accidente.

También de las relaciones inéditas, poco conocidas, entre habitantes de comunidades que tuvieron que pactar con soldados para que éstos no les destruyeran sus plantíos, a cambio de darles de comer. “De eso viven, de sus cultivos y si se los destruyen de qué van a comer”.

Por ello, considera urgente la necesidad de que allá en la Sierra lleguen programas sociales gubernamentales que mitiguen la pobreza.

Salvador Rangel será un obispo, pero ante todo mostró humanidad. Sí, es un obispo que sabe mucho y no puede hablar… pero habló muy claro de lo que sí se puede decir: corrupción y pobreza son los flagelos más lacerantes en Guerrero.

Juan López García y Raúl Arriaga Rodríguez me acompañaron en una entrevista que fue una travesía por senderos poco transitados, donde la imaginación llega hasta esa realidad. La pobreza es la generadora de violencia.

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.