* “Vayan mediándole al agua caliente con la fría. ¡Que no nada más sean trancazos de agua caliente! No debemos matar la esperanza ni mandar a la gente a la lona”, recomendó ayer Salvador Rangel a periodistas

 

* Reveló que la Iglesia Católica mantiene abiertos canales de diálogo con grupos delictivos y que por eso ha logrado desactivar algunos problemas en el estado

 

Alondra García

 

La Diócesis Chilpancingo-Chilapa hizo un llamado a los periodistas y medios de información para que modifiquen la manera en que se difunden los hechos violentos que pasan en Guerrero, porque los niños comenzaron a replicar las conductas criminales que observan diariamente en las noticias.

La tarde de ayer, el obispo Salvador Rangel Mendoza celebró una misa en la catedral de La Asunción de María, con motivo de la 51° Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

Al término de la celebración religiosa, ofreció una conferencia de prensa acompañado por los presbíteros Benito Cuenca Mayo y Agustín Beltrán Flores.

Cuenca Mayo dio lectura a un mensaje en el que llamaron a los periodistas y medios de información a “decidir qué material ofrecer” a los lectores para “dar buenas noticias y comunicar esperanza y confianza en estos tiempos tan lastimados por noticias llenas de violencia y de maldad”.

En este sentido, el obispo pidió a los reporteros “no cargarle tanto a la parte negativa” al momento de informar “malas noticias pesimistas”.

“Tenemos cosas buenas, positivas. Vayan mediándole al agua caliente con la fría. ¡Que no nada más sean trancazos de agua caliente! No debemos matar la esperanza ni mandar a la gente a la lona (…) con una noticia negativa tras otra y tras otra”, pidió Rangel Mendoza.

De acuerdo con el prelado, la manera en que los medios de comunicación difunden los hechos violentos “no es sana para la sociedad”, porque “se van creando mentes morbosas” y la sociedad percibe la violencia como algo cotidiano.

“Hay gente que ya no siente nada por los asesinatos, por los descabezados (…). La sociedad psicológicamente no está sana, a la gente le gusta el morbo, ver sangre por donde quiera. Esa no es una sociedad positiva ni normal”, lamentó.

El obispo también advirtió que los niños guerrerenses están tan expuestos a la violencia que “están haciendo réplica de ello”.

“En la sierra los niños juegan a las pistolas, a los secuestros, a todo eso. Lo están aprendiendo de la sociedad. El medio ambiente en el que están viviendo ellos es hacia dónde vamos”, expuso Rangel Mendoza.

Aseveró que los niños “alimentan esas ideas” de las fotografías sangrientas que ven en los periódicos y de las violencia extrema que encuentran diariamente en las noticias.

Por ello, insistió en la necesidad de “no matar la confianza” de la sociedad publicando únicamente noticias negativas.

“Siempre habrá más gente positiva que negativa, no es justo que nos hagan bailar con esa musiquita de terror, de miedo. Hay que darle confianza a la gente, que sepan que somos más la gente buena”, expresó el obispo.

Por su parte el presbítero Benito Cuenca Mayo, vocero de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, llamó a los periodistas y medios de comunicación a “erradicar la cultura del miedo”.

“Si nos unimos y tomamos conciencia de que somos más los buenos que los malos, vamos a ir erradicando esa cultura del miedo, esa cultura del dolor que ha desgarrado el corazón de muchas familias”, expresó.

El sacerdote calificó como “preocupante lo que la sociedad de Chilpancingo lee”, principalmente “las fotografías que vienen crudas y que los niños ven”.

Cuenca Mayo insistió en la necesidad de “comunicar con esperanza para recuperar la cultura de la vida, de la confianza y erradicar la cultura de la muerte que nos está metiendo en una psicosis, en un engranaje que no vemos para dónde nos va a llevar, eso es preocupante”.

Asimismo, hizo un llamado a los guerrerenses a “no perder los valores del Evangelio, la confianza y la esperanza, en una sociedad muy convulsionada por tanta violencia”.

A los periodistas y medios de comunicación los convocó  “ser comunicadores de valores a los niños, adolescentes y jóvenes” y a “ser portadores de buenas noticias, ir mediando, no erradicar las notas malas, sino irlas equilibrando”.

Por su parte el presbítero Agustín Beltrán Flores calificó a los medios de comunicación como “bendiciones de Dios al alcance de la Iglesia”

Señaló que en los últimos tiempos “se ha desgastado mucho a la familia” y “reconstruirla será difícil, pero no imposible”. En esa labor, dijo, será necesaria la participación de los medios.

 

La Iglesia tiene canales de diálogo con grupos

delictivos y ha solucionado conflictos, asegura

 

Por otra parte, Rangel Mendoza reveló que hasta los obispos de  Ciudad Altamirano y de Tlapa que han sufrido hostigamiento y acoso de parte de la delincuencia organizada.

Explicó que Maximino Miranda Martínez, obispo de Ciudad Altamirano, fue asaltado y despojado de la camioneta en la que viajaba en un retén instalado por un grupo armado sobre la carretera federal Teloloapan-Arcelia, mientras que a Dagoberto Sosa Arriaga, de Tlapa, un grupo delictivo le exigió el pago de derecho de piso, pero no hubo ocasión para que fueran a cobrárselo debido a que después llegó otro grupo que desplazó al primero.
Añadió que en este momento un sacerdote sufre el acoso de la delincuencia y adelantó que para solucionar el problema buscará dialogar con quienes lo han molestado.
En ese sentido recordó que él ha tenido encuentro con miembros de diversos grupos delictivos y ha logrado establecer con ellos canales de diálogo.
Rangel Mendoza explicó que recientemente la Iglesia Católica logró desactivar un conflicto en la comunidad de Chontalcoatlán, en el municipio de Tetipac, donde un grupo delictivo proveniente del Estado de México llegó a esa localidad y mató a los hijos del jefe de la plaza, y luego cerraron las escuelas, además de que obligaron a los transportistas a suspender el servicio.
Reveló que a solicitud de él, las autoridades locales enviaron varias patrullas de la Policía Estatal pero fueron desarmadas y expulsadas del pueblo, y que entonces fueron los sacerdotes de esa región quienes dialogaron con los delincuentes para tranquilizar la situación.
“Eso es un ejemplo que nosotros los sacerdotes somos capaces de dialogar con esas personas para que las cosas no lleguen a mayores”, aseguró el prelado.