* Salvador Rangel, responsable de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa vuelve a hablar de su propuesta para que autoridades pacten con grupos delictivos

 

* Reveló cómo gracias a la intervención de la Iglesia Católica se evitó un conflicto mayor en Titipac, después que grupo de criminales del Estado de México asesinaron a los hijos del jefe de plaza en ese lugar

 

Alondra García

 

El obispo Salvador Rangel Mendoza rompió ayer el pacto de silencio. A dos meses de una censura autoimpuesta, habló nuevamente sobre la violencia que padece el estado de Guerrero y retomó su propuesta de establecer un pacto entre autoridades y grupos criminales para lograr una “narco paz”.

El prelado católico reveló cómo gracias al diálogo con los jefes delictivos logró que tres sacerdotes no fueran asesinados e informó la participación de la Iglesia para evitar una masacre en el municipio de Tetipac, donde hace unas semanas irrumpió un grupo delictivo y asesinó a los hijos del jefe de plaza.

La tarde de ayer, Rangel Mendoza ofreció una misa por los periodistas en la que reflexionó sobre el riesgo de ejercer esta profesión en el estado de Guerrero.

Después, ofreció una conferencia de prensa en la que habló, entre risas y bromas, sobre el revuelo que causaron sus declaraciones a finales del mes de marzo.

En ese entonces, el obispo reveló ante los medios de comunicación sus encuentros con los principales líderes del narco y denunció la colusión entre autoridades y grupos delictivos.

“Viendo que se levantaron tantas polémicas y que se molestaron desde la Cámara de Diputados, el fiscal, el secretario general de Gobierno y hasta el mismo gobernador, decidí calmar mi patín,  declaré una huelga y yo mismo pacté una tregua de silencio”, recordó Rangel Mendoza.

El tema, así de delicado, le causó la risa más alegre de la tarde.

“¡(Las autoridades) no aguantaron el trancazo y se me echaron encima!”, exclamó con la misma alegría de un niño que disfruta de hacer travesuras.

Pero su silencio de dos meses no fue para contentar a las autoridades, sino para mantener a la Iglesia Católica como un instrumento de “diálogo, paz, concordia y tolerancia”.

“Yo decidí calmarme porque no me conviene estar fomentando el diálogo, la paz, y ser yo mismo un instrumento de malestar. Por eso decidí cerrar un poco la boca”, explicó.

Además, reconoció que algunos periodistas y medios de comunicación aprovecharon sus declaraciones para “amarrar navajas” y confrontarlo con diferentes funcionarios.

“Me traían de arriba para abajo”, lamentó el obispo. “Yo quiero hacer una cosa positiva, que ayude a esclarecer la verdad, que ayude a la convivencia. No quiero que me estén comercializando”, asentó.

El obispo Rangel Mendoza también habló sobre sus encuentros con los líderes de los grupos del crimen organizado. “No hay diálogo del todo, del 100 por ciento llevamos un avance como del 15 por ciento”, reveló.

El prelado detalló que ha tenido dificultades para establecer contacto con los jefes del narco en la región norte del estado.

“Yo quiero y he preguntado con quienes puedo hablar en Iguala, en Taxco, pero en la parte norte son otros personajes y desgraciadamente se nos están colando grupos del Estado de México”, comentó.

Y aunque las autoridades no ven con buenos ojos sus encuentros con los jefes criminales, el obispo afirma que continuará reuniéndose y dialogando con ellos.

“El principio de oro es el diálogo, dialogar con quien sea”, afirmó durante la conferencia y puso como ejemplo el caso de Colombia que, luego de “50 años de guerrillas, de asesinatos, de problemas, está logrando la paz cuando el presidente Santos se sentó a dialogar con los jefes de la guerrilla, los jefes del narcotráfico”.

De acuerdo con el obispo, ese era “el único camino” para Colombia y lo es también para el estado de Guerrero, aunque “los señores de las instituciones”, como él los llama, no estén de acuerdo.

“Ellos no están de acuerdo con una narco-paz, ¿entonces cómo se va a lograr la paz?”, cuestionó Rangel Mendoza. Al menos la iglesia, dijo, “tiene canales de diálogo con esas personas”.

El obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa reveló que a gracias al diálogo con los jefes de la mafia logró salvar la vida de tres sacerdotes en la ruta Tixtla-Chilapa-Ahuacuotzingo.

Recordó que en Chilapa recientemente fue asesinado el sacerdote ugandés John Senyondo.

“Por seguridad no puedo decir nombres ni lugares, pero últimamente tuve el caso de tres sacerdotes y a base de dialogar con estas personas (los criminales), las cosas no pasaron a mayores”, reveló.

Actualmente, dijo, está enfrentando el caso de un sacerdote en la misma ruta que enfrenta amenazas de muerte por parte de la delincuencia.

“Es un caso que ya estoy tratando y Dios quiera que se pueda desenvolver pacíficamente con tranquilidad, pero muchas veces no son tanto los grupos de Guerrero, sino los que vienen de Michoacán o del Estado de México y hasta ahorita yo no tengo acceso a ellos”, expuso.

Rangel Mendoza también reveló otro caso reciente en el que la Iglesia Católica tuvo que dialogar con los narcotraficantes para evitar una masacre.

Comentó que hace unos días “un grupo (delictivo) se apoderó” de la comunidad de Chontalcuatlán, en el municipio de Tetipac.

“Cerraron escuelas, no había transporte y otro grupo llegó y mató a los hijos del jefe de ahí y por medio de los sacerdotes hemos ido tratando de calmar. No me toca a mí decirlo, pero pedí auxilio al estado y mandaron a policías estatales. (Los criminales) los desarmaron y salió la policía. Nadie podía entrar ahí. Nosotros como iglesia somos los únicos capaces de dialogar con estas personas para bien de la sociedad y comunidad”, detalló el obispo.

Por el momento, indicó que el problema en Tetipac “está en stand by” porque “un sacerdote logró convencer al jefe de la plaza al que le mataron a sus niños que ese camino de la violencia no lo iba a conducir a nada y ahorita gracias a Dios está tranquilo”.

Por problemas como este, dijo, es que quiere “mantener los canales de diálogo abiertos” con los grupos delictivos.

“Quiero defender al clero, a los sacerdotes, a las religiosas, a los seminaristas, a los catequistas, a los católicos y a los que no lo son”, expresó.

También reveló que en Acapetlahuaya, en la región Tierra Caliente, un grupo criminal asaltó y despojó de su vehículo al obispo de Altamirano.

Asimismo, Rangel Mendoza reveló que el obispo de la Diócesis de Tlapa, Dagoberto Sosa Arriaga, estaba pagando “derecho de piso” por la catedral a un grupo delictivo.

“Él me preguntaba qué podía hacer y hablando con estas personas se retiraron, pero llegaron otros que quién sabe de dónde vendrán, yo creo que de Puebla” de donde vendrán, creo que de puebla”, lamentó el prelado.

Finalmente, Rangel Mendoza hizo un exhorto a los gobiernos estatal y municipales para “apoyarse mutuamente” en al problema de la violencia e inseguridad.

“Yo últimamente he visto muy frías las relaciones de parte del secretario general de Cobierno. Yo creo que no me quiere ver… ni yo tampoco a él. De parte del gobernador también e incluso el presidente municipal (de Chilpancingo, Marco Antonio Leyva Mena), ya hace tiempo que no nos vemos”, comentó el obispo.

Incluso bromeó respecto al problema por la escasez de agua en la capital.

“No sé si (el alcalde Marco Leyva) me está castigando, porque hace tres meses que no me llega el agua a mi casa. Pero eso es algo por lo que está pasando medio mundo”, expresó.

Antes de dar por terminada la rueda de prensa, el obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa denunció el despido injustificado del subsecretario de relaciones Estado-Iglesia.

Explicó que “la razón” que le dieron al subsecretario “fue que no supo operar al obispo. ¡Yo no quiero a nadie conmigo, ni arriba, ni abajo, ni a ningún lado! Yo tengo autonomía y exijo respeto, su despido se me hizo injusto”, concluyó.