El asesinato del universitario muestra cómo se ha extendido la delincuencia.— A 32 meses de desaparición de los normalistas, no hay nuevas investigaciones

 

Enrique Vargas

 

Varios universitarios han sido privados de la vida en hechos surgidos de la violencia delincuencial que azota al estado y a varios municipios, entre ellos Chilpancingo, y el caso más reciente es el del estudiantes de Artes, Darwin Raymundo Barrientos Miranda, quien fue baleado por sujetos que viajaban en otra motocicleta, en el tramo cercano al puente de la calle Ayutla.

El joven que conducía la motocicleta, que llevaba como acompañante a Darwin murió instantáneamente, aunque de hecho no se ha proporcionado su identificación, sino que sólo se ha dicho que era parte de un club local de motociclistas, pero se desconoce también la actividad a la que se dedicaba.

La identificación del motociclista, podría ser la clave de la agresión, pero sólo la Fiscalía puede aclararlo.

La muerte del universitario provocó protestas de sus compañeros, quienes, se quejan de que el herido no recibió la atención médica en el tiempo requerido, lo que aceleró su muerte, pero incluso culpan a los agentes policiacos que llegaron al lugar de no haberle prestado los primeros auxilios, sino que simplemente lo dejaron morir.

Esa es una situación que no puede plantearse como definitiva, porque tiene diversos enfoques, como el hecho de saber si los agentes estaban preparados para darle la atención que requería o si los servicios médicos de urgencia tardaron mucho tiempo en llegar, por problemas de tránsito y a veces por falta del equipo necesario.

Los estudiantes de la escuela donde estudiaba Darwin se manifestaron públicamente para exigir que cese la violencia en la ciudad y en la entidad, situación que se advierte más que compleja, porque Guerrero está bajo el asedio de decenas de grupos delincuenciales que se disputan el producto de la amapola que representa un negocio de miles de millones de dólares, lo que hace que enfrentar a ese monstruo sea muy difícil, además de que el estado no dispone de los recursos ni los elementos humanos y materiales, para hacerle frente a la delincuencia organizada, por lo que el apoyo del gobierno federal es fundamental para mantener un ambiente más o menos protegido, para que la ciudadanía pueda desarrollar su trabajo, sus negocios, pero sin que se pueda eliminar la presencia de grupos delincuenciales que siguen cometiendo actos de extorsión y hasta de secuestro en sus diversas modalidades o agresiones armadas contra gente pacífica, como es el caso del Darwin.

Es evidente que se trata de una situación muy compleja, que muestra niveles de intenso peligro para la ciudadanía cuando se dan hechos como el comentado, donde no parece haber una motivación para el ataque contra el motociclista y su acompañante universitario.

El rector de la UAGro, Javier Saldaña Almazán, sostuvo una entrevista con el fiscal del estado, Xavier Olea Peláez, quien la habría informado del estado de la investigación, aunque no se dieron mayores detalles, que tal vez deban reservar para tratar de llegar al origen o motivo de la agresión

Desde hace tempo el rector Saldaña se ha dirigido la autoridades y hasta al Ejército, para solicitar protección para maestros y estudiantes de la casa de estudios, pero al tratarse de una comunidad muy amplia, es difícil que se les pueda garantizar la vigilancia y seguridad suficientes.

Está claro que Guerrero y los guerrerenses, casi sin excepción, viven en un ambiente cargado de delincuencia e inseguridad, y aunque el combate entre las bandas delincuenciales se carga básicamente entre sus elementos, también alcanza a gente que ninguna vinculación tiene con ellos, como es el caso de Darwin, aunque sería necesario que el fiscal Olea cumpla con la investigación necesaria que aporte datos e información suficiente sobre este y muchos otros casos.

A 32 MESES DE DESAPARICIÓN DE NORMALISTAS, NO SE VEN NUEVAS INVESTIGACIONES.— También el caso de los normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos desde el 26 de septiembre del 2014, sigue en “stand-by”, es decir, en las mismas condiciones de hace meses o años, sin que surjan nuevas hipótesis o versiones del paradero de los 43 que siguen como desaparecidos, ya que la única conclusión que se tiene hasta ahora es la investigación de la PGR, cuando era dirigida por Jesús Murillo Karam, que ha sido rechazada y negada por los padres de los estudiantes y las organizaciones que los acompañan, pero sin que hasta ahora esos grupos hayan ofrecido una salida diferente o que hayan aportado datos que permitan orientar una nueva investigación.

Ya son 32 meses desde que ocurrieron esos hechos en Iguala de la Independencia y la gente lo tiene muy presente, porque les afectó severamente, sin que hasta ahora se advierta una conclusión de ese hecho tan lamentable.

Hasta los mismos padres de los normalistas ya se advierten cansados, como puede verse en el hecho de que su actitud ya no es la misma de años anteriores, lo que es plenamente comprensible, aunque está claro que no desisten y se mantienen en la lucha, que desgraciadamente no muestra ya posibilidades de alcanzar una conclusión histórica, que les muestre definitivamente cuál fue el destino de esos muchachos.

La incertidumbre en que se encuentran es la peor condición que pueden quedar colocados, pero de un tiempo para acá, varios meses, un año o más, no se advierte la posibilidad de que haya una nueva línea de investigación que les permita aspirar a percibir una luz, por tenue o pequeña que sea, al final del túnel que han recorrido durante todo ese tiempo, cuando se acerca el tercer aniversario de la muerte de varios de ellos y la desaparición de los restantes 43, que según la versión oficial fueron asesinados y quemados en el basurero de Cocula y sus cenizas y restos esparcidos en el río San Juan.

Hay que recordar que una prestigiosa universidad europea comprobó que uno de los restos óseos entregados para su estudio pertenecía a uno de los normalistas, que fue debidamente identificado, y otro fragmente más pequeño dio también indicios suficientes para identificar a otro de los desaparecidos.

Hay algunas bases científicas en la investigación para determinar que algunos normalistas estuvieron en el basurero de Cocula y que había restos incinerados, lo cual es rechazado por los interesados.

Sin embargo, no hay una sola indicación en otro sentido o dirección y conforme pasa el tiempo se advierte más remoto alcanzar una solución definitiva.

Todo indica que será otro caso del que no se pueda llegar al fondo de los hechos y sobre todo a la ubicación de los 43 normalistas, vivos o incinerados.

Entre más años pasen, menores posibilidades.

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