* El administrador Rafael Valencia dijo que “pareciera que nos estamos acostumbrando a que se quede con nosotros”
ANA LILIA TORRES
ACAPULCO.— El administrador de la Arquidiócesis de Acapulco, Rafael Valencia González, lamentó que la violencia se haya convertido en parte de la vida cotidiana de los guerrerenses y hasta “pareciera que nos estamos acostumbrando a que se quede con nosotros”.
El clérigo señaló que la situación de inseguridad que se vive en el país se hace cada vez más evidente, al grado de que es ya cotidiano que ocurran muertes violentas, asaltos, secuestros, robos, violaciones y otros delitos.
Consideró que la pérdida de valores, acompañada por una descomposición en el tejido social y diversos factores como la pobreza y la falta de empleo, ha generado una situación de incertidumbre para muchos mexicanos.
“A nivel nacional han sido conocidos diversos casos que nos indican la situación que se está viviendo; la protesta sincera de la población y la urgente necesidad de construir la paz se hacen cada vez más evidentes”, indicó.
En los últimos meses, dijo, México se colocó como uno de los países con mayor índice de violencia a nivel mundial, dejando como referente el ataque a periodistas, bloqueos carreteros, protestas y demás acciones que parecieran, son parte de nuestra cotidianeidad.
“La suma de factores socio-culturales, están contribuyendo a que esta situación se vuelva cada día más delicada y que por desgracia, pareciera que nos estamos acostumbrando a que esta violencia se quede con nosotros”, lamentó.
Para romper con ese círculo vicioso, dijo que se necesita la participación de todos para construir la paz, ya que “no se trata sólo de exigir a las autoridades, se trata de actuar; no podemos dejar en nuestros gobernante una tarea que es de todos”.
El administrador diocesano dijo que ciertamente, los tres órdenes de gobierno están para coadyuvar en esta misión tan importante a través de políticas públicas, más preventivas que reactivas, pero la sociedad tiene que contribuir a esta construcción de la paz tan importante.
Lo debe hacer “desde nuestros hogares, desde la oficina, de la escuela, del trabajo, cada quien puede asumir su responsabilidad y lograr que consolidemos esa paz que tanto requerimos”.
De nada sirve la puesta en marcha de leyes que castiguen las acciones inadecuadas, si los ciudadanos no son capaces de alcanzar a distinguir entre el bien y el mal, señaló.
“Si no somos capaces de entender que el bien y la paz se construyen respetando al vecino, no ofendiendo al prójimo, no aceptando mordida, evitando cualquier acto de corrupción y sobornos, obedeciendo las normas básicas de convivencia, enseñando a los pequeños lo que es correcto y lo que no”, agregó.
Con estas acciones tan simples y sencillas los ciudadanos ayudarán en esta tarea que pareciera titánica, pero no lo es, pues la fe en Dios y la fortaleza que él da, son un aliciente para seguir adelante, luchando por lograr esa paz tan deseada, remarcó.
Romper con el círculo de la violencia es una tarea conjunta, que construimos todos, con empeño, voluntad y compromiso decidido, puntualizó.