Isidro Bautista

 

Cuando en marzo del año pasado el gobernador Héctor Astudillo Flores planteó por primera vez la propuesta de un programa piloto para legalizar la siembra y venta de la amapola con fines medicinales, muchos actores políticos arquearon las cejas y dijeron que eso era un despropósito.

La idea tenía —y tiene, porque no se ha descartado, sino que, por el contrario se ha robustecido— un propósito central: terminar con el mercado negro que genera su cultivo ilícito y arrebatar a los grupos de la delincuencia organizada el control de la producción y venta de la planta, con lo cual se reducirá la violencia, que ha convertido a México y en especial al estado de Guerrero, en un campo de batalla de los criminales con miles y miles de muertos, y una estela de dolor y luto.

Apenas hace un par de semanas, el viernes 28 de abril, para ser precisos, la Cámara de Diputados federal —el Senado de la República había hecho lo propio en diciembre de 2016— aprobó una serie de reformas legales que despenalizan el cultivo de la mariguana —junto con la amapola es el enervante más cultivado y comercializado por los cárteles de las drogas— y autorizan su uso con fines medicinales y terapéuticos.

Esto significa que la propuesta de legalizar la amapola con fines medicinales no era una idea trasnochada y que tal vez más pronto que tarde se le dé el mismo tratamiento legal que a la mariguana.

Esto, para los expertos, será sin duda un gran paso para que se reduzca la violencia en nuestro país y en nuestro estado, medida que tendría que ser acompañada por nuevas estrategias y acciones para combatir a los grupos de la delincuencia organizada que son los generadores del clima de inseguridad que vivimos.

Hace apenas cinco días un reportaje de la agencia de noticias Reuters, de Inglaterra, difundió un reportaje titulado “La disputa por los campos de amapola en Guerrero se intensifica”.

Una mayor demanda de heroína (droga que se produce a partir de la goma de amapola), agrega Reuters, ha sido el factor fundamental debido al cual los narcotraficantes han convertido en los últimos meses al estado de Guerrero en un campo de batalla en el que son ejecutadas semanalmente decenas de personas.

Para darnos una idea de la dimensión del problema, Reuters cita datos espeluznantes: 32 mil hectáreas están dedicadas en nuestro país a la siembra de la amapola, en donde se producen 81 toneladas de heroína, la mayoría destinada al insaciable consumo de los narcoadictos estadunidenses.

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por su sigla en inglés), ha calculado el valor del mercado minorista de la heroína en los Estados Unidos en unos 15 mil millones de dólares, de los 320 mil millones de dólares que el narcotráfico mueve a nivel mundial.

Es pues, la de Astudillo una propuesta acertada y constituye una prueba más del hecho de que su gobierno no está cruzado de brazos ante el problema número uno, que es la inseguridad, pues lo enfrenta no sólo con las fuerzas del orden sino por otras vías dentro del ámbito de sus atribuciones.

isidro_bautista@hotmail.com