¿La tercera zancadilla?
Felipe Victoria
Desde el inicio del periodo presidencial de Enrique Peña Nieto la amenaza de su rival Andrés Manuel López Obrador, impugnando los resultados electorales, fue muy clara: No lo dejaría gobernar en paz acosándolo por todas partes y “le haría una revolución”.
Según la percepción colectiva, le han cumplido al primer mandatario las primeras partes de lo advertido y, a querer o no, lamentablemente el país ya tiene un tufillo a estallido social más que probable, aunque la insurgencia magisterial sólo esté presente en unos cuantos estados del sur: Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán, con sus ilegales “grupos armados de autodefensa” burlando a Gobernación y la SEDENA, contagiándose a los aledaños como Puebla, Morelos, el Estado de México, Tabasco y Veracruz.
Pero esa no es toda la zona en riesgo; en regiones al norte la “narcoinsurrección” ya es evidente como en Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León, Chihuahua y Baja California, pero algunas entidades del Bajío no están tranquilas tampoco, mientras Jalisco y Sinaloa son un polvorín.
Claro que hacen un enorme esfuerzo los encargados del control de prensa de Los Pinos porque los medios no mencionen ni de chiste que ya tenemos un problema de seguridad nacional y no porque a míster Donald Trump le caigan mal los mexicanos, sino porque esta administración simplemente ha fallado en todo lo relativo a estrategias para combatir a la delincuencia y la inseguridad pública, con enormes fallas y corruptelas en la procuración y administración de justicia.
El pueblo de a pie, temeroso, se pregunta si a las máximas autoridades les importan esas asignaturas, o tan solo quieren seguir haciendo negocio medrando los presupuestos públicos y concediendo impunidad a los saqueadores de cuello blanco, que en el peor de los casos les dan tiempo para escaparse y comenzar la pantomima de su búsqueda.
Por más que quieran ponernos de trencitas a las peloncitas, dando atole con el dedo y sus primorosos y elocuentes discursitos hipnóticos ante aplaudidores acarreados, la gente ya no se traga la píldora y algunos pocos inconformes se atreven a manifestarse, aunque eso no sirva de nada.
Lamentablemente no hay líderes que conduzcan a las masas para actuar drásticamente quitando del poder a quienes no han resultado dignos de confianza; el miedo y la desorganización inmovilizan a los mal gobernados, preocupados primero por comer consolándose con míseras despensitas, asolados por los extorsionadores que consienten y protegen quienes debieran encarcelarlos.
Ya no hay auténticos caudillos sino malandrines “lucradores sociales” que movilizan incautos para chantajear a los gobiernos, obligándolos a la dádiva que comparten con los funcionarios que las entregan.
Ni la menor comparación posible con el idealista burgués Francisco I. Madero que terminó convenciendo como fuera al dictador Porfirio Díaz de que mejor se fuera de México con vida, para que él pudiera ocupar la Presidencia gracias al sufrago efectivo, apoyado con la rebelión armada de personajes como Emiliano Zapata, Doroteo Arango (Pancho Villa) y el ilustrado Venustiano Carranza y otros valientes.
Que después se desatara la mera revolución disputándose a muerte la Presidencia, fue otra cosa.
Ahora a López Obrador le ha sobrado palabrería y bravatas azuzando a multitudes enojadas, pero castradas que no se deciden a ir más allá de las mentadas de madre contra políticos en el poder y movilizaciones que al que afectan es al pueblo mismo, como ocurrió en 2006 y 2012.
A dos gobiernos panistas les faltó inteligencia y decisión política con energía legal para haberlo puesto quieto a tiempo, ahorita ya el engendro se les agigantó como MORENA que quiere, pero tal vez todavía no puede.
Por más porras que le echen a Doña Delfina Gómez Álvarez y se den estampidas del PRD hacia MORENA, difícilmente les alcanzarán sus canicas para comprar el voto de quienes no lo razonan, sino que lo intercambian por miserias; esa es la fuerza que aún conservan los del tricolor a favor del miembro de una dinastía del Grupo Atlacomulco y para colmo, algunos votos blanquiazules distraerá Josefina Vázquez Mota, pero no los suficientes.
El engrudo electoral nacional de plano se les hizo bolas y en cuestión de estrategias están reprobados todos los partidos políticos de los que la gente ya está harta, pero como muchos se volvieron temibles por amafiarse con malhechores, estamos inmersos en una parálisis que nos hunde.
Un acosado y acotado Presidente Peña se pierde igual que sus gobernadores en el laberinto sin salida y a oscuras, reclamándoles cada que puede que no se la lleven de a muertito, ni se hagan guajes contra la inseguridad pública en sus virreinatos echándole el paquete a la federación, porque la raíz del mal comienza desde los municipios, buenos para poner pretextos pero eficaces para ser los primeros recolectores.
-¡Tilín, tilín!- Suena la campanita escolar.
-Maestra Pizarrina ¿se la están poniendo dura y pelona a Del Mazo III en el feudo mexiquense del Grupo de Atlacomulco?
-Miren chamacos, me dan ñáñaras decirlo pero creo que el error fue eso de ignorar la prohibición del nepotismo. Sí hubieran candidateado a cualquier otro, no estarían en ese predicamento ahorita con “el nevado de Toluca”.
-Oiga teacher, pero es allá juntito, ¿aquí no es peligroso lo que pasa en Totolapan?
-Dejaron crecer el conflicto por andar protegiendo malandrines apadrinados y pudiera ocurrir una zancadilla mayor.
-¿Cómo en Aguas Blancas e Iguala?