* En el Día de las Madres, mujeres relatan la angustia y el dolor que les causa no sabe nada sobre sus hijos desaparecidos
BERNARDO TORRES
CHILAPA.— Chilapa se ha convertido en la ciudad más violenta de América Latina. Ahí, las celebraciones por el “Día de las Madres” se tornaron en dolorosas súplicas a los santos, ángeles y arcángeles, para que sus hijos, desaparecidos hace dos años, regresen a casa.
Tras una misa en la imponente Catedral de San Miguel Arcángel, en el centro de Chilapa, tres madres que se han encaminado a la búsqueda de sus hijos narraron lo que significó este día, sin un abrazo, sin un regalo, sin un hijo.
En punto de las 11:00 horas, los miembros del colectivo ‘Siempre Vivos’, que busca a unas 130 personas desaparecidas en ese y otros municipios aledaños, ingresaron a la Catedral, resguardados por elementos de la Policía Federal, donde se ofició la misa por los desaparecidos.
Durante el sermón, el obispo hizo un llamado al gobierno y a los victimarios para que se compadezcan del dolor de las familias, que actúen en favor de la paz y no decidan sobre la vida de los demás.
Luego de la homilía que no duró más de 40 minutos, las familias se retiraron con sólo la bendición otorgada, nuevamente sin saber de sus hijos, sin ninguna pista, pero con la esperanza de hallarlos con vida.
Entre el 9 y el 13 de mayo de 2015, un presunto grupo de “comunitarios”, a aparentemente ligados al grupo criminal ‘Los Ardillos’, sitiaron esta ciudad y ante la complacencia de autoridades de los tres niveles de gobierno ejecutaron la desaparición de al menos 30 personas, sin que hasta ahora se les haya detenido o por lo menos se esté investigando a quienes los encabezaron, a pesar de que están debidamente identificados.
Previo a una reunión, una mujer, cuyo hijo está desaparecido desde esas fechas, se plantó frente a las cámaras de medios de comunicación para elevar su repudio contra las autoridades, que se han limitado a escuchar sus narraciones y a ver su dolor, y después se quedan de brazos cruzados, sin mover un dedo para buscar a los desaparecidos.
“Ya estamos cansados, toda la asociación ha estado sufriendo la ausencia de nuestros hijos, las que somos mamás, las que son esposas igual, esperamos con tanta ansiedad volver a ver a nuestros hijos, anochece, amanece y atardece, y nuestros hijos no llegan, y el gobierno se vuelve sordo, mudo y ciego”, dijo mientras estallaba en llanto.
El gobierno, acusó la mujer, no sólo se vuelve indolente y omiso, sino que desvía los recursos destinados para la atención de las víctimas, lo gastan en vehículos lujosos y altos salarios, mientras los colectivos ni siquiera cuentan con medidas de seguridad.
Su hijo desapareció en Chilapa ese mayo de 2015, durante la incursión de 300 civiles armados que fueron encabezados por comisarios de comunidades rurales del municipio; el joven había salido a visitar a su novia, motivo suficiente para que ahora forme parte de las estadísticas de personas desaparecidas.
La segunda madre en alzar la voz, exigió al gobierno “que ya no nos siga engañando, porque ellos saben bien donde están, los supuestos comunitarios dijeron ‘vayan a donde vayan nadie les va hacer caso porque el gobierno está con nosotros’”.
Explicó que durante dos años, entre protestas y reuniones que han tenido con funcionarios de los gobiernos federal y estatal, simplemente nadie le da razón sobre el paradero de su hijo, que ahora debería tener 25 años.
Otra mujer, originaria del municipio de Atlixtac, vio por última vez a su hijo una mañana de diciembre de 2014, cuando salió de su comunidad hacia Chilapa para venir a vender tomate verde, y es la hora que no regresa.
Previamente su hijo y su familia ya habían sido amenazados de muerte y los estaban obligando a huir, pero la falta de dinero y un sitio a donde ir, los orilló a permanecer en su localidad, hasta este fatal desenlace.
“Me dijo; mamá, mañana llego entre 2:00 o 3:00 de la tarde, y lo sigo esperando”, recordó. (API)