* La tormenta que ya se veía venir
* Crisis en el TSJ… ¿Y Robespierre?
* ¿Fue víctima de las redes sociales?
JORGE VALDEZ
¿O qué, no? –fue la pregunta, quizá la última, que caló en abierto reproche a los enconos y malquerencias de críticos en las redes sociales, lanzada por Zureyma Ajuria Marbán, esposa de Robespierre Robles Hurtado.
Era su derecho a vacacionar en Las Vegas, Nevada, que nadie podía regatear, so pena de acusarlos de autopromocionarse en el día feriado de “sábado de gloria”.
Fue la prensa filibustera, la mercenaria, la que se “la jaló” en el desgarre de las vestiduras –alegoría usada por el hasta ayer magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia, en un reclamo débil y de defensa ante lo que ya se veía venir, en una tormenta perfecta orquestada desde los cubículos de algunos magistrados del Poder Judicial.
Robespierre sabía que le “tendían su camita”, y las acechanzas desatadas en los medios en su contra por una falta de previsión y errores de cálculo, traducidos en confianza a su relación personal con el jefe del Ejecutivo. A las acusaciones, las minimizó y menospreció. Respondió a los críticos con imágenes de una vida disipada, hasta frívola quizá, pero a la que está acostumbrado en cada periodo de asueto.
La solicitud de licencia por tres meses al cargo de magistrado presidente del TSJ era efecto inmediato, para algunos, de su viaje a Las Vegas, con su señora esposa. Esto es desproporcionado, porque se soslaya otros antecedentes de mucho mayor peso e importancia que inciden en la crisis interna del Poder Judicial.
La ausencia de un plan de contingencia mediático que contrarrestara la andanada descalificadora y de franco linchamiento contra Robles, terminó de ser terreno fértil para que la mandrágora se desarrollara en el traspatio de la presidencia del TSJ.
Es inédita la crisis en el TSJ. Nunca se había visto un escándalo de proporciones desmesuradas, alentadas por redes sociales divididas en comentarios a favor, no exentos de solidaridad y amistad, contra la maledicencia de mercenarios de un periodismo soez, sensacionalista y morboso, como lo calificó Robles.
En el recuento de los daños, la cacería de brujas es lo que viene a continuación. El despido masivo de personas ligadas a Robespierre. Es la lógica del Arte de la Guerra. Y en ese repaso se observará el daño a la credibilidad y confianza de quienes son entes cruciales en la impartición de la justicia.
Víctima de las redes sociales o de una conducta poco prudente en su forma de exhibirse en público, serán temas recurrentes en los próximos días, hasta que el olvido llegue finalmente y se convierta en anécdota. Nadie lo sabe con certeza, pero es parte de un aprendizaje doloroso que se pudo evitar.
Y es que en las plataformas sociales pululan toda clase de fauna nociva, personajes carentes de escrúpulos, con atavismos ancestrales, envidias y mucho rencor hacia un ámbito no apto, o en severas condiciones críticas, para servidores públicos que no saben diferenciar lo público de lo privado. Allí es donde la hoguera de las vanidades arde con pasión desmedida, consumiendo egos, destrozando privacidades y regocijándose de los efectos perniciosos de sus jaladas.
La envidia es una pasión bajuna, ruin. La padecen aquellos que jamás alcanzarán la luz propia de su destino y buscarán apagarla. La envidia es lo opuesto al éxito, o sea es fracaso.
El poder de esa luz propia deslumbrará a quienes no podrán jamás brillar. Saber controlar ese poder, sin herir a los mediocres envidiosos, será tarea impostergable en los días por venir.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.