Alcalde vigilado

 

FELIPE VICTORIA

 

A punto de que se logara un saldo blanco en la profana “Semana Santa” del bello puerto mágico guerrerense del litoral del Pacífico, en que tanto presumieron los tres niveles de gobierno de tener la zona turística blindada, les cayó el pelo en la sopa y apareció un negrito en el arroz.

Otro ocurrente evento para entretener de gratis a multitudes juntito al mar, primero la modernísima música de rap y después el fenomenal show de esquí acuático –que por cierto de noche no luce igual—, congregó sobre todo a jóvenes en el famoso Parque de la Reyna tantos años abandonado, que fue por fin remozado y en donde se instaló hasta un módulo de la chingonbérrima nueva Policía Turística, esos elementos de caqui y azul claro en el que las damitas se la pasan maquillándose para lucir su belleza dando buena imagen y creando sensación de seguridad a los turistas, pero que la hora de imprevistos carecen de nociones operativas y de valor.

El evento sabatino había transcurrido sin novedad cuando de pronto llega el Altima negro y se bajan sicarios en busca de rivales comerciales que andaban vendiendo drogas en el territorio “propiedad” de los malosos de Petaquillas, que son quienes monopolizan el dar permisos y no las autoridades municipales.

Increíble pero cierto, estando en el lugar elementos de corporaciones de seguridad oficial, a ninguno se le ocurrió mover un dedo para detener la huida del o los asesinos, pero sí en cambio se apuraron a levantar indebidamente un cadáver y a modificar el lugar de los hechos y recoger casquillos sin preservar el área.

¿Quién o quienes les dieron esas órdenes? Los turistas espantados les reclamaban acremente estar haciéndose pen…

Una vez más la ley no escrita de las gavillas y grupos delincuenciales del nuevo “Mafiapulco” se impuso, sin importar los daños colaterales a la promoción del puerto blindado, donde oficialmente la inseguridad es imaginaria, aunque la realidad contradiga tantos y bonitos discursos de políticos.

Se les olvida a algunos cretinos funcionarios que hoy en día casi todas las personas cargan aparatos de telefonía celular con camarita y no faltará quienes suban a las redes los videos grabados, accidental pero oportunamente, así que discurrir ocultar a los medios hechos deleznables es una soberana estupidez más; no es mala leche de los periodistas informar de las cosas malas que ocurren, pues por uno que sumisamente calle, brincan muchos espontáneos cibernautas y nada queda oculto.

Pero era sabadito santo en periodo de vacaciones y muchos altos funcionarios tienen derecho a descansar o viajar fuera; ninguno abrió la boca sino hasta mucho después, cuando distintas versiones e hipótesis circularon libertinamente por las redes, parecido a como cuando aquella balacera y persecución en abril del año pasado por la Costera entre policías federales y de la Gendarmería que se confundieron con ladrones, mientras el pachangón del Tianguis Turístico de Guadalajara estaba en su apogeo.

En la actualidad, por más que las autoridades quieran ocultar las cosas, todo va saliendo a la luz, sobre todo cuando son tan obvias como la ineptitud o negligencia dolosa de los agentes del orden y la ley que se convirtieron en subalternos de las mañas y sus jefes inmediato en amafiados.

¿Quiénes controlan toda actividad en el Parque de la Reyna? Obviamente no las autoridades con todo y su módulo policial de parapeto. ¿Las cámaras de vigilancia del C-4 sobre la Costera siguen funcionando correctamente?

Talacha dura para Sherlock Olea Peláez averiguar sobre lo acontecido el sábado; no tardó en descubrir que en esos eventos colectivos gratuitos se comercia libremente toda clase de drogas a ciencia y paciencia de los organizadores, que por avorazados se atreven a dar permisos sin el consentimiento de los mafiosos, dueños de territorio y sectores específicos donde no aceptan competencia.

Por el bochornoso escándalo tamizado, la Fiscalía General no pudo dar un rápido carpetazo, menos aún porque se descolgaron sabuesos federales y agentes extranjeros que fueron descubriendo una especie de cartelito integrado por funcionarios medios del Ayuntamiento, estratégicamente ubicados cerca del que manda por ahorita, cuya buena fe y confianza tal vez traicionan.

Claro, el alcalde Evodio Velázquez no podría andar de pilmama detrás de cada subordinado, no se le podría inculpar, pero si responsabilizar.

Lo grave para él es que lo traen en la mira desde enero del año pasado cuando en un evento penoso en Chilapa el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se la cantó motivando que se deshiciera de un jefazo de su policía municipal que resultó apócrifo.

Agentes extranjeros y mexicanos de inteligencia escudriñan todo, desde versiones populares de los secretos a voces, hasta desde los sótanos en oficinas especiales y desde los drenajes mismos; ni se diga con las escuchas a celulares o intercepción de comunicaciones electrónicas y cibernéticas, siguiendo aquella norma carpiziana de que: “la mano que roba se esconde, pero la que gasta no”, sin olvidar que les merecen especial atención las parentelas incómodas de altos funcionarios.

Tiempos difíciles se avizoran en el bendito Acapulco urgido de una gran purga y alguna limpia, porque traen el santo de espaldas ciertos personajes, que debieran aprender a escuchar consejos o retirarse a tiempo.