* El dirigente indígena y dirigente de la UPOEG asegura que a las autoridades no les importa acabar con “la violencia porque es negocio”

 

* Asegura que su proyecto de constituir policías ciudadanos va avanzando de manera silenciosa

 

Alondra García

 

Para el líder de la Unión de Pueblos y Organizaciones de Guerrero, Bruno Plácido Valerio, la “guerra contra el narco” no existe. Se trata, más bien, de “una estrategia de los ricos para matar a los pobres”, y argumenta que a las autoridades no les importa acabar con “la violencia porque es negocio”.

Plácido Valerio, un indígena mixteco de San Luis Acatlán, se toma el café sin azúcar debido a la diabetes y bebe agua mineral de manera casi descontrolada.

Hace más de 20 años colaboró en la fundación de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC).

Tras ser expulsado de esa organización, creó un proyecto nuevo: la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG). De él se desprende un esquema alternativo de seguridad, la Policía Ciudadana que se ha extendido a varios municipios del estado.

En más de una ocasión ha sido amenazado de muerte y hace unos años fue retenido por un grupo de sicarios del cártel de Los Ardillos.

Por eso, afuera del restaurante en el que nos reunimos lo espera una camioneta blindada y una patrulla de la Policía Estatal que lo resguarda las 24 horas.

De acuerdo con Plácido Valerio, es necesario que el pueblo “se empodere” y garantice su propia seguridad.

Las autoridades, dice, “no le ponen alto a la violencia porque es negocio”.

“La guerra contra el narco no existe. La guerra contra el narco es una guerra de los ricos para matar a los pobres”, afirma el dirigente indígena.

Después explica su hipótesis: El sistema político empobrece aún más a la sociedad, de tal manera que orilla a la gente a enlistarse en las filas del narco, en la siembra y tráfico de enervantes, en actividades ilícitas para sobrevivir. El gobierno los deja crecer, se tejen redes delictivas y, llegado el momento, los confronta. Hace que se maten entre ellos.

“De eso se desprende una guerra civil”, dice, “como tú mataste a mi hijo, yo mato al tuyo”.

En ese punto, de acuerdo con Plácido Valerio, “ya no es un pleito de cárteles, sino de familiares, de víctimas”.

Es entonces que entran a escena los cuerpos de seguridad y tienen una excusa para realizar une exterminio social.  Esa es su hipótesis.

– ¿Cuál sería entonces la alternativa?, se le pregunta.

-Hay que cambiar el sistema político.

– ¿Cómo?

-Ya estamos en eso, ya iniciamos en Ayutla, responde Bruno Plácido Valerio.

Se refiere a la elección de autoridades municipales por sistemas normativos internos (usos y costumbres) que se realizará en 2018. Un hecho histórico, sin referentes en el ámbito estatal.

El dirigente indígena explica que el objetivo es “empoderar a la gente para que tome decisiones sobre su destino”.

Sin embargo, reconoce que han surgido conflictos en el proceso y que no todos están de acuerdo.

Incluso hay quienes lo acusan de cambiar el sistema electoral para manipular a la población y convertirse él mismo en el presidente municipal o, en su caso, imponer a alguien de su grupo.

“Ahí hay una gran confusión”, aclara, “yo no voy a hacer nada de eso, solamente estoy facilitando un derecho que le pertenece al pueblo. Yo no puedo ni quiero formar una comisión en Ayutla, ni legal ni ilegalmente. Tampoco puedo ser candidato ni puedo representarlos en el gobierno municipal, para nada”, añade.

Y aunque no aspira a un cargo de elección popular, Bruno Plácido si tiene entre sus planes extender el sistema por usos y costumbres para la designación de autoridades.

“Son 28 municipios los que voy a pelear para que se hagan elecciones por usos y costumbres”, advierte.

De quienes se oponen a esa modalidad de elección de autoridades, considera que sólo se trata de “rabia y un acumulado de resentimientos”.

“Hay mucha gente que vive de los partidos políticos y en Ayutla ya no habrá más de eso”, expone el líder de la UPOEG.

– ¿En qué beneficia a la sociedad que ahora las elecciones sean por usos y costumbres?

– Lo que se busca es erradicar la corrupción, la compra de votos y la confrontación de la población. Ahorita la gente está confrontada, sectorizada por partidos, priistas, perredistas, panistas. ¿Cómo vamos a erradicar la inseguridad? Yo digo que no comprando votos, así de sencillo. Ni se va a reformar con medidas de seguridad pública, ni se va a reformar con policías. Hay que cambiar la forma de cómo llegar a hacer gobierno, esa es la clave.

Plácido Valerio reconoce que el camino no es fácil. Su principal enemigo, dice, son las autoridades corruptas.

“Es muy difícil para mí, me quieren hacer quedar mal para que digan que nada de esto sirve”, lamenta el líder del Sistema de Seguridad y Justicia Ciudadana.

Prueba de ello, dice, es lo ocurrido con la Policía Ciudadana: “El mismo gobierno se mete y en cuanto se comete un error mínimo, de ahí se agarra para contrarrestarnos, para decir ‘miren, ahí está, ellos puro se andan matando, no se ponen de acuerdo’. Lo que la gente no entiende es que hay otro cabrón que le está metiendo fuego al conflicto”.

– Pero, ¿es la policía ciudadana la mejor opción para mejorar la seguridad?

– Mira, para donde le des, si seguimos multiplicando el mismo método no habrá una solución. Se van a seguir muriendo, van a seguir matando gente. Ahorita la policía comunitaria es un proyecto mediático, porque con las armas no lo vamos a resolver todo. Necesitamos cambiar la política pública, hacer política pública del cambio. Los políticos piensan en su partido, tienen mentalidad caciquil. Solamente ocupan a la gente para el voto y después nada.

El proyecto de la UPOEG que encabeza Bruno Plácido Valerio avanza más deprisa que cualquier otro, asegura.

Su estrategia de crecimiento, según explica él mismo, se la copió a la enfermedad que padece desde hace años: la diabetes.

“Voy creciendo, como mi diabetes, voy creciendo silenciosamente, voy avanzando. Aprendí que no deben hacer mucho ruido, sólo así voy avanzando”, explica.

La Policía Ciudadana ya está, incluso, en zonas turísticas del municipio de Acapulco como Barra Vieja.

Ahí, entre una decena de pueblos, han encontrado comunidades fantasma, en las que no queda nadie porque el crimen organizado los expulsó.

“Seguimos avanzando. Lo que me interesa es la seguridad”, reafirma el líder indígena.

Bruno Plácido devora su omelette a toda prisa. Durante el encuentro de una hora, su celular sonó varias veces y en una de ellas, fue para recibir la denuncia sobre una persona desaparecida en Acapulco, allá, donde la Policía Ciudadana se extiende cada vez más.