¿Silencio es sobrevivencia?

 

Felipe Victoria

 

Si lo que dicen a los cuatro vientos los burócratas del ramo turístico cada año fuera totalmente cierto, estarían en jauja y no de quejumbrosos rumoreando y renegando de todo y por todo en Acapulco.

A la mera hora, así se pare de pestañas el alcalde Evodio Velázquez Aguirre, nadie queda contento ni satisfecho, aunque sea evidente que le echa ganas y por él no queda.

Que remodelar o construir provoque molestias temporales es inevitable, cuestión de querer sopesar los beneficios posteriores y reconocerlos, pero como igual abundan quienes critican de mala leche, sobran los desmesurados que se desviven en halagos que por su poco ingenio y escasez de léxico hasta se convierten en vituperios; para colmo sus laudatorias parecen de machote con las mismas frases acuñadas quien sabe desde cuánto tiempo atrás.

Hay un catálogo de esas frases que como pericos repiten sin saber lo que dicen los de las brigadas de aduladores, con tal de desquitar convenios y apoyos para grupos selectos y camarillas de cuates de funcionarios encumbrados, que se esmeran en lograr cantidad de  halagos en vez de calidad y ecuanimidad, para que sus loas sean creíbles y aceptadas hasta por los mismos beneficiarios endiosados.

Bien marca la literatura griega que para que Ulises lograra la hazaña completando la travesía, deberían amarrarlo al mástil de la nave y taparle ojos y oídos para que no se dejara engañar por el canto embelesador de las sirenas.

En realidad y para que un alto funcionario lo sea de veras y en calidad de bueno, eficaz y eficiente, debe primero que nada cuidarse de los falsos aplausos de subalternos acomodaticios, que temen disgustar al Patrón si le informan verdades, le señalan errores y le proponen      soluciones viables y concretas, imposible que lo hagan sentir que le jalan las riendas cuando se desboca emprendiendo loca carrera.

Aptitudes y capacidades aparte, la diferencia estriba en que el jefazo sí tiene muchos planes a futuro para ir ascendiendo y a los que tiene por debajo, solamente les interesa aprovechar la chambita por el tiempo que les dure para salir de amolados, por eso a veces embroncan a jefes que, sin ser culpables, resultan responsables de las pillerías cometidas bajo su sombra por subordinados desleales.

Parte del problema proviene de la falta de idoneidad de colaboradores, que los ponen donde sea por parentesco, cuatitud o recomendaciones y entran como chivos en cristalería descomponiendo planes y proyectos, alterando precios de adquisiciones y obras, al cabo el que queda mal es el mero de arriba ante la gente, truncando su trayectoria.

¿Cómo se mide la aceptación popular hacia los responsables de municipios y entidades?

Por supuesto hay empresitas dizque encuestadoras que cobran por hacer mediciones demasiado relativas y erráticas, que además de si fueran absolutamente ciertas, apenas serían una fotografía del momento y las percepciones de los gobernados cada día y por zonas varían.

Por darles un mero ejemplo: en el mágico Acapulco nunca opinarán          lo mismo habitantes de zonas privilegiadas como la Diamante, Barra Vieja, Bonfil o Las Brisas y Cumbres, que los del Centro, las Jardín, Caleta, Pie de la Cuesta, Icacos o La Condesa, La Progreso, Magallanes, Costa Azul, La Sabana, Cayaco, Renacimiento, Llano Largo o La Zapata y Joyas de Brisamar.

El desempeño del responsable del municipio para unos parece una cosa y para otros algo muy distinto, entonces lo que se diga o festine en medios a nadie convence y menos las zalamerías hacia el ocupante del trono de palacio.

Lo que sí les cala a todos, sean de donde sean, es sentirse olvidados y discriminados cuando únicamente parecieran importantes los visitantes forasteros y se descuida el bienestar y tranquilidad de los residentes, que finalmente decidirán con su voto en las urnas si  reeligen o no al que está en el podercillo efímero.

La maestra Pizarrina anda comisionada en la campaña del estado de México y de vacaciones “santas”, entonces les traje a las comadritas porteñas.

-¡Riiing… salinsliiim!

-Comadre Proculina, ¿lista ya para nuestros días difíciles de las vacaciones de semana dizque “santa”?

-Pues y ni nos cae de extraño que nuestra vida regularmente provinciana y medio aldeana se transforme ante la multitud que viene de visita a gozar la vida y las bellezas naturales, Torturina.

-Envidia de la buena manita. ¿Tú cada cuándo vas a gozar de la arena y el mar asoleándote en nuestras playas?

-Ujule comadrita, a veces transcurre un año entero en que ni de relajo me meto ni a una alberca, menos entonces a las playas y luego peor con los chismes de la contaminación por los desagües apestosos por donde alega Manú Dornbierer.

-¡Shhh… cábrate cayona!, no alertes ni espantes a los turistas por favor, la contaminación es un hecho en casi todas y no hay que hablar mal del camello enfermo que se pretende vender y menos de las cosas feas que suceden respecto a inseguridad, bastante hacen con tratar de blindar la zona turística.

-¿Entonces a nosotros los lugareños que nos lleve la marejada y a rascarnos con nuestras uñas?

-Serena morena, no alborotes a la gente que capaz que se van organizando en escuadrones justicieros para poner quietos a tantos malandrines que andan sueltos.