* Condena unánime al gasolinazo

* Desata iracundia y vandalismo

* Viene cascada de alzas de precio

 

Jorge VALDEZ REYCEN

 

El presidente Enrique Peña Nieto prefirió la estabilidad económica a la estabilidad social.

Dijo comprender el enojo social, pero admitió cargar con la culpa de una decisión dolorosa, que mantiene a más de la mitad de la República en crispación y en los linderos de una revuelta que se debe evitar.

Enrique Peña Nieto disfrutó sus vacaciones en Acapulco y se escapó a Mazatlán a jugar golf, pero regresó al puerto. En el escuchado programa radiofónico “Charlemos”, que conduce Jorge Valente Nava Nava, el tema del gasolinazo fue ampliamente analizado y debatido. El presidente Peña –se dijo en la emisión— tenía en sus manos evitar lo que hoy lleva cinco días de iracundia, rabia y tropelías.

La impopular y desproporcionada alza de los combustibles fue autorizada y aprobada por el Congreso de la Unión en la Ley de Ingresos 2017, situación que no es responsabilidad única de Peña, sino de los legisladores que también se despacharon su bono de 150 mil pesos… cosa irrespetuosa y cínica frente al glosario de bribonadas legales que cometen los dizque representantes populares.

Peña Nieto enfrenta hoy en solitario todo el descrédito, impopularidad y ausencia de solidaridad a cualquiera de sus actos, porque esta dolorosa decisión que adoptó le costará al PRI y a los otros partidos que fungieron como cómplices, el rechazo con miras a procesos electorales de este año en el Estado de México, principalmente.

La condena unánime al gasolinazo ya causó muerte, anarquía, caos, como ingrediente no presupuestado a la cascada de alzas de precio que pegará fuerte en clases sociales de escaso poder económico.

Peña podría matizar este desproporcional aumento, si envía un decreto que regule paulatinamente esta inserción de los precios reales de combustibles, al parejo de otros países, donde no hay síntomas de un estallido social. Peña tuvo en sus manos ese poder de echar marcha atrás y ganarse a millones de mexicanos, pero está empecinado en lograr una estabilidad económica por encima del encono y la irritación social.

Ese es el origen de los males. Y vea cómo un Donald Trump, presidente electo de EEUU, tuvo que doblegar a consorcios de la industria automotriz para defender el empleo e inversión de Ford Motor Company, en una actitud nacionalista que le arrebató a la mano de obra barata mexicana la inversión de 1.6 mil millones de dólares. Eso es actuar y echarse al pueblo a cuestas, lo que Peña no pudo o no quiso.

Populista o no. Nacionalista o mentiroso. Lo cierto es que México vive un inicio del 2017 con sobresaltos, miedos, ira, indignación, incredulidad y una devaluación sin fin cada día que el señor Trump escribe un tuit en su cuenta.

Peña revivió a Luis Videgaray como canciller, para paliar el error de haberlo despedido tras la visita electoral de mister Trump. Y ahora darle la tarea de ponerse de rodillas y proclamarle todas sus “exquiusmi”. Predecible el presidente Peña en sus modos de hacer ajustes a su gabinete.

Ya son cinco días de irritación, unos dicen que se incendia el país, los más antipeñistas.

El presidente de México manda y si se equivoca vuelve a mandar. Si en cinco días de protestas y vandalismo se convierten en más días de descontrol e incertidumbre, la estabilidad económica protegida dejará de serlo y la inestabilidad social será incontrolable.

Nadie quiere esto.

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.