Punible omisión
Por Felipe Victoria Zepeda
El presidente Enrique Peña Nieto aseguró que el incremento de delitos violentos como el homicidio, es, en parte, responsabilidad de los gobiernos locales.
Ni quien se lo discuta al primer mandatario. Qué bueno que ya se comenzó a dar cuenta, aunque claro está que nadie en ninguna parte pueda andar adivinando a quien de los que andan en malos pasos le tocará su “ajuste de cuentas”.
Tampoco, como alguna vez en diciembre de 1988 lo dijo Don Javier García Paniagua en el ex DF, no contaba con policías preventivos suficientes para cuidar a veinte millones de habitantes como pilmamas, pero que lo que si era posible era darle en la madre a los delincuentes de uno por uno.
Faltaban dos años para que el doctor Jorge Carpizo y el presidente Salinas crearan la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
En un documento enviado al Senado, el jefe del Ejecutivo recalcó que de los 2 mil 450 municipios que existen en el país, sólo mil 800 cuentan con corporaciones policiacas y que la mayoría de las policías no tiene capacidad para combatir a los grupos criminales y contener la delincuencia.
Quizá por prudencia omitió cuestionar si tampoco tienen ganas ni vocación.
Peña Nieto señaló que a pesar del incremento de homicidios dolosos registrado en los últimos meses, la cifra es 8.7 por ciento menor a la registrada en el último año de gobierno de su antecesor panista, Felipe Calderón.
Pues en los primeros nueve meses de 2016 se han registrado 15 mil 201 denuncias por ese delito, frente a 16 mil 652 registradas en el mismo periodo de 2012, cuando Genaro García Luna era el poderoso “Negro Durazo” de aquel sexenio panista, cuando hizo y deshizo inventando trasformaciones para justificar millonarios dispendios en adquisiciones de equipo y armamento para “nuevos” policías súper capacitados.
El presidente Peña Nieto manifestó que para poder contar con corporaciones de seguridad sólidas en las 32 entidades del país, es necesario que se apruebe la reforma constitucional en materia de seguridad pública, también conocida como mando mixto.
Dicha reforma establece la creación de “esquemas de operación y coordinación policial más eficaces”. Suena rete bonito, pero significa poco, y la minuta se encuentra pendiente desde junio de este año en la Cámara de Diputados.
Casi dos mil alcaldes defienden su autonomía y se resisten a que les quiten sus cajas chicas que son las policías locales.
La estrategia de seguridad es fallida entonces. Los senadores piden que se cambie, pero los legisladores no tienen idea de hacia dónde ni cómo, mientras la percepción y el sentimiento de inseguridad están extendidos en todo el país, y andamos todos con el Jesús en la boca.
Obviamente donde crece la criminalidad y la violencia es porque existe una autoridad que no está haciendo su trabajo, o lo que es peor, está coludida con la delincuencia y lo que se ve no se juzga.
Dejando aparte la extorsión generalizada a los sectores productivos, se aprecia que los cárteles mexicanos ya casi dominan el mercado de opiáceos en los USA, según la DEA, porque la heroína mexicana, que se puede inhalar, es más pura y barata.
Fuentes de la Defensa Nacional de México calculan que un kilo a la venta en EU podría alcanzar los 80 mil dólares, un millón 600 mil pesos, que aquí a los campesinos productores se los pagan entre 6 mil y 15 mil pesos solamente.
Los envíos asiáticos son de unos cuantos kilos, mientras de México les llegan toneladas, muchas desde Iguala, en Guerrero.
¿Tendrán voluntad en los estados y municipios de hacerle caso al presidente Peña Nieto, en cuanto a que la federación no puede hacer lo que ellos debieran hacer?
Entendible que les de miedo por la ley de plata o plomo, pero comprensible que más bien se trate de conveniencias oscuras y por eso disimulan y ponen pretextos para cumplir con su deber. ¿Cuántas pandillas y gavillas no están manejadas desde dentro de las corporaciones policiacas y apadrinadas por políticos y caciques?
Justicia fallida y estrategias de seguridad igual; se la han pasado en mucho “bla, bla, bla” o inventando remedios inviables y faraónicos que necesitan de mucho presupuesto, pero no despegan desde las raíces del problema: policías sin vocación, preparación ni decisión; desempleados que se reclutaron por no haber de otra o maleantes que compraron su plaza para robar protegidos por un uniforme.
Dichosos en Suiza, donde cuentan que los propios habitantes desempeñan las labores de seguridad pública alternativamente; aquí, ni la zona diamante acapulqueña se asemeja en nada, y en todo México vamos de mal en peor. ¿Será falta de voluntad política, conocimientos legales y honestidad?
El 2017 no pinta nada bien y es obvio que el narcotráfico y las extorsiones crecerán en el País. Que Dios nos ampare antes que se desate la justicia por mano propia o tengan que militarizar México como último recurso para imponer el orden y la paz.