* Durante una manifestación que realizaron ayer, los estudiantes, padres de los 43 y Vidulfo Rosales, permitieron paso libre en la caseta de Palo Blanco y después lanzaron petardos y bombas molotov contra el cuartel militar
Jesús Saavedra/Redacción
Normalistas de Ayotzinapa arremetieron con bombas molotov, petardos y piedras contra las instalaciones del 41 Batallón de Infantería en la 35 Zona Militar de esta capital, luego de haber tomado la caseta de cobro de Palo Blanco de la Autopista del Sol, donde dejaron el paso libre a los automovilistas que circulan por esa vía de comunicación durante casi una hora.
Este miércoles, un contingente de unos 200 normalistas, encabezado por padres de familia de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala en septiembre del 2014 y el activista de Tlachinollan, Vidulfo Rosales Sierra, llegaron a la caseta de cobro poco después de la 1 de la tarde, colocaron mantas, lonas y tomaron las casetas de peaje en ambos sentidos, permitiendo el paso libre de vehículos.
Ahí exigieron la presentación con vida de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, hace dos años, y la investigación de militares que aseguran participaron en ese hecho; luego de unos 40 minutos, un grupo de la Policía Federal y dos representantes de la Secretaría de Gobierno se acercaron para tratar de dialogar.
Los normalistas y padres de familia les dijeron que estarían por tiempo indefinido, además que los policías y los dos funcionarios no tenían capacidad de dar respuesta a su petición.
Los policías federales se replegaron de inmediato y los dos funcionarios se quedaron en medio del círculo que formaron padres y normalistas, pero los ánimos se caldearon cuando Jorge Huesca Miranda trató de salir aprisa del lugar y tomó bruscamente del hombro a una madre de familia y la hizo a un lado para salir huyendo.
Entonces los normalistas lo siguieron por el costado derecho de la protesta y Huesca Miranda corrió hacia donde estaban los autobuses y se fue a la parte posterior, pero hasta allá lo fueron siguiendo los estudiantes, quienes le iban tirando golpes y patadas.
Cuando estaba a punto de salir del costado del último autobús, un normalista lo alcanzó con un puntapié en las piernas que lo hizo trastabillar y caer al suelo; ahí le cayeron una decena de estudiantes, quienes lo golpearon e inclusive uno de ellos le aplicó descargas eléctricas de una chicharra que se utiliza para defensa personal en caso de algún peligro.
Tuvieron que intervenir los padres de familia y el propio Rosales Sierra, defensor de los derechos humanos, para que los jóvenes dejaran de atacar al funcionario, quien salió cojeando de la zona y se dirigió hacia donde se encontraban los policías federales, quienes ni se inmutaron ante la agresión contra el funcionario, ni trataron de darle auxilio.
Para las 2:30 de la tarde, el contingente se subió a sus autobuses y a una camioneta desvencijada que llevaban y que se creía iban a incendiar, y el convoy de normalistas siguió por el bulevar.
En el entronque con el acceso al 41 Batallón, la camioneta desvencijada fue atravesada por los normalistas para obstruir el paso vehicular en la lateral, en tanto con otro autobús hicieron lo mismo en los carriles de alta velocidad y el tráfico se detuvo; enseguida bajaron de un autobús unos 50 normalistas que llevaban en sus manos con petardos, bombas molotov y los empezaron a lanzar contra las instalaciones castrenses que para ese momento estaban cerradas en el portón de entrada y salida.
A un militar de guardia se le ocurrió abrir una puerta lateral del portón de acceso y cayó en ese lugar una bomba molotov, por lo que ya no se pudo cerrar y los estudiantes para esos instantes ya empezaban a tirar piedras hacia el interior de esas instalaciones.
En el estacionamiento había unos ocho vehículos que sufrieron daños al recibir impactos de los objetos que arrojaron los normalistas; al menos dos camionetas quedaron con los medallones despedazados.
Del interior de uno de los autobuses, el señor Melitón Ortega, padre de uno de los 43 estudiantes desparecidos, pidió a los normalistas que cesaran las hostilidades y se retiraran del lugar, pero algunos todavía continuaron lanzando petardos, piedras y bombas molotov.
Luego de esta agresión, los normalistas se retiraron del lugar por los carriles centrales del bulevar y al llegar a Tierras Prietas tomaron el libramiento a Tixtla para dirigirse a la Normal Rural de Ayotzinapa. Mucho tiempo después dos camionetas de la Policía del Estado trataron de alcanzar al convoy de normalistas pero ya no los alcanzaron.