¿Desprocuración de Justicia nivel Nacional?
Por Felipe Victoria Zepeda
Me ocuparé por unos días de asuntos nacionales que a todos nos atañen.
Por la existencia que me tocó vivir, desde chamaco estuve casi en primera fila de las vivencias del que puede calificarse entre los mejores procuradores de justicia mexicanos del Siglo XX: Don Gilberto Suárez Torres y por decirlo así, ya jamás me separé de ese quehacer escabroso y peligroso del Ministerio Público, ni de la investigación de delitos y persecución de delincuentes hasta llevarlos detenidos a disposición de jueces penales, en los ámbitos del fuero común y el federal o hasta en misiones de inteligencia.
De algún modo entonces conozco al monstruo desde sus entrañas y de una perspectiva distinta a la que los periodistas tienen y tanto critican negativamente; bien se dice que sólo el que carga la cruz, sabe lo que de veras pesa.
Por eso mi criterio en calidad de comunicador articulista y novelista es diferente al de otros, para mí muy respetables.
En tanto años he visto de cerca procuradores que sí sabían lo que debían hacer y otros que llegaron a ciegas y se fueron peor, con el prestigio profesional hecho añicos a pesar de su buena voluntad, pues nunca faltaron desleales pasados de listos bajo su responsabilidad, pero al mando de intereses oscuros con mafias.
Desde el Salinato la PGR me pareció pasarela de procuradores eventuales. Primero el esclavo de Baco, Enrique Álvarez del Castillo, que dejó el control total al muy duro pero eficaz Javier Coello Trejo, que no subió el peldaño faltante en 1990 a consecuencia de sus excesos como autoridad.
Lo relevó el entusiasta veracruzano y notario público adentrado en cuestiones de seguridad nacional Ignacio Rey Morales Lechuga, procedente de la Procuraduría defeña, donde se distinguió por eficiente capturando a los asesinos del columnista Manuel Buendía Tellezgirón, pero la PGR era un infierno diferente y no le alcanzó el tiempo para concretar todos sus planes y enderezar la dependencia infestada de maleantes disfrazados de judiciales federales y se fue de embajador a Francia.
En enero de 1993, por alguna razón que pareció castigo para el humanista y jurista doctor Jorge Carpizo lo transfirieron de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que fundó en junio de 1990, a la cloaca de la PGR, donde su enjundia y honradez no serían las armas adecuadas para una depuración y al año lo cambiaron al comal ardiente de Gobernación federal.
Por unas cuantas semanas quedó al frente de la PGR el camachista Diego Valadés Ríos, pero se le atravesó en marzo de 1994 el asesinato por complot del candidato Colosio en Tijuana; lo sustituyó el jurista Francisco González de la Vega y prontito lo relevó el doctor Víctor Humberto Benítez Treviño, pero con la peligrosa cuña de Mario Salvador Ruiz Massieu, que se manejaba indebidamente autónomo.
Cuando asesinaron a su hermano el exgobernador de Guerrero José Francisco, a finales de septiembre de 1994, al mes y medio renunció a la PGR y al PRI, tachándolo de guarida de los demonios sueltos.
Con el presidente Ernesto Zedillo llegó a la PGR el abogado panista Fernando Antonio Lozano Gracia y lo relevó Jorge Madrazo Cuéllar.
Con Vicente Fox, a partir del 2000, desfilaron Rafael Macedo de la Concha y Daniel Francisco Cabeza de Vaca; con Felipe Calderón el tiovivo de feria siguió, montando primero a Eduardo Medina Mora, que relevaría en noviembre de 2008 José Luis Santiago Vasconcelos, pero murió con Juan Camilo Mouriño Terrazo en un avionazo.
No le quedó al presidente Calderón más que echar mano del panista Arturo Chávez Chávez, pero al final lo sustituyó por Marisela Morales, doblegada por Genaro García Luna.
Cuando hace ya cuatro aciagos años asumió la presidencia Enrique Peña Nieto, su primera opción para la PGR fue el hidalguense Jesús Murillo Karam, que se cansó y no pudo con el paquete; su verdad histórica amañada en el Caso Iguala de los 43 vándalos normalistas de Ayotzinapa desaparecidos tras ser escarmentados, lo arrastró en la corriente del río del desprestigio profesional y con un futuro incierto.
Aracely Gómez, para su mala suerte, fue colocada en la PGR y le echó tantas ganas que descubrió cosas inconvenientes para la superioridad y por eso la quitaron, aunque le asignaron la Secretaría de la Función Pública.
Entró al relevo Raúl Cervantes Andrade en calidad de último Procurador General de la República, en vías de quedar como Fiscal General para un periodo transexenal de 9 años, pero obviamente algunos legisladores pegaron el grito en el cielo por el plan con maña, que tiene tufillo a topillo para garantizar inmunidad e impunidad al equipo peñista, sea quien sea el próximo presidente.
Los mexicanos demandamos justicia real y total, no más artimañas ni simulaciones en la procuración de justicia. Esa es la triste historia.
-¡Tilín, tilín!- Suena la campanita escolar.
-Maestra Pizarrina, ¿cómo ve las cosas en Guerrero?
-Ujule chamacos, pues “a toda madre”, como decía René Juárez Cisneros, pero no le buigan y cámbienle de tema.
– ¿Quesque el nuevo Fiscal General Autónomo de la República Raúl Cervantes Andrade lo sería por nueve añotes?
-Creo que se les cayó el plan, no faltaron legisladores conscientes que se opusieron terminantemente a esa aberración en la procuración de justicia federal.