* El nacimiento del Astudillismo, ya es real

* Astudillo revisa con lupa y pulcritud relevos

* Roberto Álvarez: el “comodín” más versátil

 

Jorge VALDEZ REYCEN

 

¿Quién no quisiera tener un comodín en una mano con tercia de ases?

Roberto Álvarez Heredia es uno de los servidores públicos considerado un “comodín” en la baraja, donde sólo hay cuatro ases, cuatro reyes y cuatro reinas…

En la analogía de la política, como un juego pensante, de cálculo y acierto-error, es válido condicionar la figura de un versátil funcionario que reúna el perfil de esas condiciones para lograr una quintilla de ases, reyes o reinas. No es lo mismo que en el ajedrez, donde la estrategia de algún jugador puede llevar a que un peón se corone en reina, alfil, caballo o torre… pero no en rey.

Han iniciado formalmente los reacomodos, ajustes y relevos en la esfera gubernamental federal que inciden directamente en la entidad y resalta el hecho significativo de que se trata de personajes ligados por amistad y cercanía directa con el gobernador Héctor Astudillo Flores.

Podría considerarse este hecho político como el inicio formal o el nacimiento de una corriente política que adopte la estirpe o apellido del gobernante. Es decir, el Astudillismo. Con Álvarez Heredia como figura más visible, en lo mediático y en la toma de decisiones que habrán de ser trianguladas con la Secretaría General de Gobierno, la otra pieza que será crucial en la ruta de su construcción.

Astudillo no hace suertes en la cartomancia, ni relevos que en la charrería se llaman “pasos de la muerte” –cuando salta el jinete a todo galope de un caballo a otro—, ni ofrece saltos al vacío. Hay un ejercicio pensante, estudiado, analítico de las fortalezas y debilidades de un gabinete que en un año difícil, complicado, álgido, desgastante y exigente en lo físico, estuvo a la altura de las circunstancias.

Coyuntural ha sido la designación del exgobernador y senador con licencia, René Juárez Cisneros, en la Subsecretaría de Gobierno de la Secretaría de Gobernación, que es el sitio neurálgico, el cerebro desde donde se opera la seguridad de la nación, y a quien se le atribuyen dos frases imborrables en el diccionario para comprender la idiosincrasia guerrerense: “Guerrero no es Disneylandia”… y “Guerrero es asunto de seguridad nacional”.

Astudillo ha sabido leer que las decisiones adoptadas por el presidente Enrique Peña Nieto en políticas públicas hacia nuestra entidad, Miguel Ángel Osorio Chong supo elegir en René a un político de experiencia, “por encima del bien y el mal” –otra frase encriptada que usan políticos para concluir ciclos de pasiones y suspiraciones— que entiende de tiempos, lealtades, oportunidades y amor hacia una tierra que se lleva en la piel.

También, el gobernador se ha multiplicado en dar calidez y respeto a quien tiene un trabajo permanente y un equipo sólido, compacto, granítico, que representa una importante corriente política en la figura de Manuel Añorve Baños. El informe legislativo de Julieta Fernández Márquez, evidenció lo anterior.

Astudillo no ha dejado las cosas al azar, ni a último momento. Está en el tiempo, sin precipitaciones, ni apremios. Busca un equilibrio, pero abre el horizonte a quienes con él caminaron las veredas de los valles y llanuras. A algunos se les cansó el caballo. A otros ni tiempo les dio de subirse en ancas.

Lo real es el surgimiento del Astudillismo como una nueva página de la historia de este estado noble, leal, sufrido, flagelado por la corrupción y saqueado por ambiciosos de ocasión.

Muchos ya bailaron. Que se sienten… es otra frase del anecdotario rico, pícaro y mordaz que tenemos los guerrerenses de cepa. Algunos en su zapateado pisaron callos, dieron patadas y levantaron polvaredas… ahora vienen las calmadas.

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.