* Nadie muere de hambre. Se muere de pobreza.
* En México la desigualdad es tan significativa que tiene al hombre más rico del mundo, y a personas viviendo en zonas más pobres del país.
* La canasta básica, cada vez más lejos de alcanzar
Gilberto Guzmán
Nadie muere de hambre. Se muere de pobreza, como le pasó a Sol y sus hijos/ Paula María murió a los 10 años… por hambre. Pesaba 10 kilos, tenía 10 años y parecía una niña de año y medio debido a sus altos niveles de desnutrición/ El salario de los trabajadores mexicanos actual, de 73.04 pesos, es sólo una cuarta parte del que se pagaba hace 40 años. Es decir, los asalariados en México perdieron ya 75 por ciento de su poder adquisitivo.
Las anteriores son introducciones de reportajes y notas periodísticas publicadas durante la última semana en los portales news.vice.com y proceso.com.mx, que exponen una mínima parte de la crudeza de la pobreza como problemática social incubadora de males mayores, que derivan, inequívocamente, en la muerte de sus víctimas.
“México es un país en donde las brechas de desigualdad son tan significativas que tenemos al hombre más rico del mundo, pero también a las personas que habitan los municipios más pobres del país”, ha declarado el doctor Daniel Márquez Gómez, especialista en Derecho Fiscal del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a sinembargo.mx al fijar postura sobre pobreza y otros tópicos.
Ante las deudas, el suicidio como salida
Desgarrador el reportaje sobre Sol, una mujer de 35 años que vivía en Tlajomulco, municipio de Jalisco, y que asfixiada por la pobreza, un salario de hambre y deudas que sintió que no podía seguir enfrentando, terminó suicidándose y provocando la muerte de sus hijos Alberto, de 14, y Óscar, de 7 años de edad, al encerrarse en su vivienda y abrir las llaves del gas, hasta que los matara durante la noche y madrugada de una fecha que se estima en la última semana de agosto de este año (https://goo.gl/97XYoO).
“La vida de Sol, tanto como su muerte, se llenó de deudas: ganaba 800 o 900 pesos a la semana como empleada en una maquiladora de material electrónico o en su nuevo trabajo como vendedora de pan. Ella sola sostenía a sus dos hijos, porque vivía lejos de su familia o no tenía contacto con ellos desde tiempo. Hace semanas o meses se había convertido en el único sostén de la casa, cuando su esposo o novio la abandonó y le heredó una deuda de 300 o 600 pesos semanales como parte del crédito que le dio el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores. Llevaba semanas recibiendo llamadas y visitas intimidantes de “abogados del gobierno” que querían echarla su casa. Y como Sol no tenía dinero ni más familia cercana que sus dos niños pequeños, aquella tarde lo único que sí tuvo fue la certeza de que debía terminar con su vida y la de su familia”, señala el texto firmado por el reportero Óscar Balderas y publicado el pasado 27 de septiembre.
A principios de junio pasado, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).reveló que la pobreza laboral en México aumentó a 1.0742 por ciento en el primer trimestre de 2016 respecto al mismo periodo de 2015 cuando era de 1.0628 por ciento, lo que implicó que en los primeros tres meses del año el 41.7 por ciento de la población no pudo comprar los productos de la canasta alimentaria con sus ingresos.
La canasta básica, cada vez más lejos
En junio pasado, se publicó el reporte “México: más miseria y precarización del trabajo” realizado por el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que sintetiza que “del 16 de diciembre de 1987 al 25 de abril del 2016, los mexicanos se han visto orillados a cuadriplicar las horas de trabajo para poder seguir comiendo, ya que la pérdida acumulada del poder adquisitivo del salario mínimo durante ese periodo es de 79.11 por ciento y, por el contrario, el precio de la Canasta Alimenticia Recomendable (CAR) subió de 3.95 a 213.46 pesos diarios”.
“Para el 16 de diciembre de 1987 un trabajador debía trabajar 4 horas y 53 minutos para adquirir todos los productos que componen la CAR en tanto que, para el 25 de abril de 2016, el mismo trabajador necesitó trabajar 23 horas y 22 minutos para comprar la CAR, es decir, en un intervalo de 29 años se cuadruplicó el tiempo que se requería para comprar una CAR, registrándose un incremento del 412 por ciento”, expone el CAM.
La nota señala que en 1982 con un salario mínimo se podían comprar 18 litros de leche y ahora, en abril de 2016, solo cuatro. De los 51 kilos de tortilla que hace 34 años se podían adquirir, con el mismo dinero ahora solo se obtienen 6 kilos.
En 1982 podían tenerse 280 piezas de pan y en abril de 2016 solo 44; se podían comprar 8 kilos y medio de huevo y en 2016, 2 kilos del mismo producto; o podían comprarse 12 kilos de frijol y actualmente solo 3 kilos.
Salarios ofensivos frente a pobreza extrema
“El pasado 9 de septiembre, Paula María, una niña de 10 años cuyo cuerpo parecía más el de una bebé de 18 meses, lo que le imposibilitaba sostenerse en pie, se despidió de un mundo de pobreza”, reportó el portal http://www.vanguardia.com.mx en una nota que dio cuenta del caso de dos menores de edad fallecidas en Sinaloa por no soportar las condiciones de desnutrición que la falta de alimentos les provocó (https://goo.gl/nYwWS4).
El reportaje sobre el asesinato de los hijos de Sol y el suicidio de ella, señala que en 16 años —del 2000 a la fecha— la cifra de pobres creció de 40 millones a 55.3 millones, de los cuales el 24.6 por ciento no puede pagar una canasta básica.
“Uno de cada 10 mexicanos viven ‘pobreza extrema’, que es otro modo de decir que no compran ropa, no invierten en una escuela, no compran alimentos — comen lo que cosechan — y ni hablar de diversión”, agrega.
El doctor Daniel Márquez Gómez, especialista en Derecho Fiscal del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), afirma que “México es un país en donde las brechas de desigualdad son tan significativas que tenemos al hombre más rico del mundo, pero también a las personas que habitan los municipios más pobres del país”.
Y de esa afirmación dan cuenta las siguientes circunstancias vergonzosas y ofensivas en un país con tanta pobreza:
El encargado de la Cruzada Nacional Contra el Hambre gana 189,944 pesos mensuales [unos 9.997 dólares], el titular de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos gana 173,436 [8.671 dólares] cada 30 días, un diputado federal integrante de la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables se embolsa 74,279 [3.713 dólares] cada quincena.
“Ellos y un puñado de servidores públicos que delinean políticas públicas, son la esperanza de millones de mexicanos que sobreviven con menos de 19 pesos al día, bebiendo agua hervida, té de orilla quemada de tortilla o el maíz que cosechan para mitigar el hambre. Su futuro no luce prometedor: la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informó el año pasado que México, Guatemala y Venezuela son los únicos países de la región donde la pobreza no tiene freno y crece”, alerta el reportaje publicado por Vice.