En alerta obligada…
Felipe Victoria
¿Aproximadamente cuántos serán quienes están participando en el tremendo alboroto y ya no virtual insurrección disque “magisterial” en Chiapas, Oaxaca y Guerrero en estas últimas horas?
Antes que otra cosa, debiera precisarse ¿cuántos de los alzados son de veras maestros titulados y egresados de alguna escuela normal, afiliados tanto al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), propiedad vitalicia de la chiapaneca Elba Esther Gordillo Morales, y cuántos están reclutados en la disidencia rijosa de la Coordinadora, creada para dar apariencia de disque pluralidad pero que se les salió de control hace mucho?
Otra interrogante es ¿por qué únicamente en cuatro estados es donde se pusieron al brinco contra la Reforma Educativa y las evaluaciones?, pero igual debe dilucidarse si tiene verdadera legitimidad su causa y “su lucha”, o si es una maquiavélica mascarada que oculta aviesos fines demasiado oscuros, que para algunos encargados de servicios de inteligencia sí están claros, pero la aristocracia de la burocracia optó por hacerse disimulada ocultando la enorme corrupción de fondo que existe como botín compartido entre empleados del sector educativo con autoridades estatales y federales de uno o dos lustros recientes.
Ni a unos ni a otros saqueadores confabulados les conviene que se esclarezcan cabalmente los turbios manejos presupuestales, y por eso se ha tolerado de algún modo el vandalismo generalizado, para que el fuego borre toda huella contable y evidencias incriminatorias.
Es obvio que los bien entrenados vándalos encapuchados, doctos en tácticas de guerrilla urbana, han contado a su favor con el consentimiento de autoridades que en vez de someterlos los dejan actuar impunemente, mientras centenares hacen bulto participando en la gritería.
Bien probable que sean “infiltrados” y mercenarios a sueldo y no empleados sindicalizados de veras; incluso que sean parte de huestes guerrilleras que se las fueron guardando al sistema para reventarlo por fin, con un estallido que pudiera derivar en una revolución o guerra civil contra la podrida partidocracia, si se trata de idealismos puros y no conflicto patrocinado por el narco en esos cuatro estados sureños.
Por supuesto que la inteligencia castrense del Ejército y la Marina Armada tienen conciencia del riesgo mayúsculo, pero su lealtad al “comandante supremo” y su ciega obediencia los hace contenerse todavía.
Ojalá no vaya a ser demasiado tarde cuando en Los Pinos no les quede de otra que dejar por fin a soldados y marinos poner en paz y “aquietar” a los insurrectos, tras de que la fuerza pública civil resultó inepta e insuficiente, fracasando en sus torpes operativos mal concebidos, como mandar a sus elementos al “matadero”, obligados a respetar ciertos protocolos de uso racional de la fuerza ante quienes les vale madres toda consideración y mañosamente se escudan en el “irrestricto respeto a sus derechos humanos”, pero en agravio de los derechos de terceros ajenos a su causa y lucha gremial por conservar conquistas sindicales indebidas.
En términos generales, a esas turbas organizadas en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán difícilmente pudiera dárseles la categoría de maestros verdaderos, respetables y cumplidos; muchos de ellos incluso carecen del dominio de la aritmética elemental y el abecedario escrito con ortografía aceptable, y si se les pusiera a leer en voz alta quedaría en evidencia los suplantadores de la noble profesión de la enseñanza.
Como niños traviesos e irreflexivos de un gabinete Montessori, los del equipo privilegiado de aristócratas de la burocracia mexicana se la pasan como si jugaran con fuego y están como con cartuchos de dinamita en las manos, viendo la mecha encendida pero sin atinar a cortarla de tajo para que no les estalle.
Igual han jugado a los justicieros a salivazos reinventando hilos negros y redescubriendo aguas tibias, en tanto la delincuencia se fortaleció y adueñó de voluntades y territorios de costa a costa y de frontera a frontera, pero la situación es más grave donde son mayores los niveles de ignorancia e incultura, traducidos en conductas anarquistas que ocasionan ingobernabilidad.
¿A dónde nos lleva todo ese entorno indeseable? No quieren que se diga por su nombre correcto, quien sabe cuál milagro divino esperan tontamente mientras saquean lo que aún queda en esa parte sureña de México.
Lo repetiré cuantas veces sea necesario, está en juego un plan enorme para desanexar cuatro estados de la República y juntarlo en una nueva republiquita como protectorado de potencias extranjeras que siempre han ambicionado las riquezas naturales de territorios donde la gente se mal acostumbró a sobrevivir jodida, lejos del orden y la paz, donde les encanta hacerse justicia por propia mano y ejercer la venganza privada.
¿Recapacitarán a tiempo los responsables del país entero o nos espera otra mutilación geográfica como en el Siglo XIX, tras una revuelta como la del XX? ¡Al tiempo!