SADYHEL ASTUDILLO
En la colaboración de la semana pasada se mencionaron los cambios que ha tenido la figura paterna desde hace década, hasta hoy en día. Iniciando como un proveedor de los bienes para el hogar, una figura de autoridad que, debido a la carga de trabajo y a sus responsabilidades es poco frecuente lograr formar lazos tan estrechos con él, como con la madre; sin embargo, hoy en día, gracias a los trabajos en casa, a los padres solteros y al hecho de que ya es más común ver a las madres también trabajar, la figura paterna ha perdido cierto peso y se ha puesto a la par con la figura materna. Este re arreglo de los roles ha ocasionado cambios en las nuevas generaciones y en la sociedad en general pero ¿es esto para bien?
Inclusión de tema: la economía de México se encuentra mal en estos momentos, no ha podido recuperarse frente al dólar, nuestro vecino y principal “competencia”. Lo peor del caso es que el panorama no es agradable, por el contrario, se prevé que las cosas empeoren o por lo menos se mantengan. Es debido a ello que, cada vez es y será más común encontrar casos en los que, tanto el padre como la madre tienen que trabajar jornadas de tiempo competo para poder subsistir ellos y sus familias. Nos encontramos justo en medio de la transición del estatus quo del padre dentro de las familias promedio mexicana.
Debido a la ausencia de papá y mamá en casa, en las guarderías se ven cada vez más niños y en la casa más niñeras. Actualmente se está discutiendo la propuesta de las escuelas de tiempo completo y al parecer ya existen guarderías –ese nombre no es muy agradable, se interpreta como simplemente guardar y olvidar al niño- y estancias infantiles en las cuales pueden dejar a los niños más del tiempo “normal”.
Esto rompe aún más las tradiciones, ya que anteriormente lo común era que los abuelos cuidaran a los niños para que estos no se alejaran demasiado de su seno familiar y también permanecieran con alguien de confianza. Pero ahora estos tiempo parecer separar cada vez más a las familias, nadie en casa, papás en centros de trabajo, hijos en guarderías o escuelas de tiempo completo, la casa será simplemente punto de encuentro para dormir.
En el trabajo, tanto los hombres como las mujeres se estresan, se cansan, se desesperan, se fatigan, lo único que quieren hacer es descansar. En las escuelas y estancias los niños tienen miedo, extrañan a sus padres, se cansan, se desesperan y fastidian, lo único que quieren hacer es estar en casa con sus padres ¿Qué ocurre cuando se encuentran? Un choque de emociones. Los papás solo quieren dormir, ver un rato la televisión con sus hijos, en el mejor de los casos platicar un rato, pero breve, para descansar.
Contrariamente los hijos quieren jugar y formar lazos con sus padres, los extrañan y desean compartirle las inquietudes, pero ¿Qué falta y que sobra en estas situaciones? Falta tiempo y energía para convivir, sobran razones para preferir dormirse a jugar con los hijos ¿Quiénes entran a “salvar” la noche a los papás? Los celulares, el internet y la televisión.
La tecnología actual se ha vuelto peligrosamente intuitiva, tan es así que niños menores de siete años manejan con facilidad las computadores y los teléfonos inteligentes, ni se diga de navegar en internet. Estos aparatos se vuelven el “escape” que tienen los niños ante su situación. Si los papás no les prestan atención, bien pueden ponerse a ver caricaturas. Si la maestra los regaña en clase, bien pueden tomarle un foto editarla y compartirla con sus compañeros para burlarse ella. Si están aburridos, bien pueden perder el tiempo en Facebook. Si no quieres estudiar o leer demás, bien pueden (des)informarse en Wikipedia.
Todo estos accesorias han creado una generación autodidacta pero, kilométricamente lejos de ser autocritica. No se tiene el interés por confirmar lo que les dicen, por conocer más allá de lo superfluo, por ver y hacer uno mismo las cosas y no ver videos sobre cómo son o se hacen. Todo se está realizando detrás de la protección de pantalla.
Estamos acercándonos a los días en que la sociedad no exista más que en el internet y las redes sociales, en que la familia será un grupo de whatsapp y no un grupo de personas platicando sentadas en torno a una mesa, en que los libros serán obsoletos y todo se lea desde blogs.
Aún estamos a tiempo de retomar lo bueno, el contacto humano, las charlas, los lazos con la familia. El internet siempre está ahí, no pasará nada si una noche nos despegamos de él y nos ponemos a platicar. El internet es eterno e infinito, los humanos no, disfrutémonos los unos a los otros y cada una de las etapas de nuestra vida, guardemos recuerdos en nuestra memoria y no en la computadora.
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