¿Chilpancingo de a chinqueque?
Felipe Victoria
Ni duda cabe que el gobernador Héctor Astudillo Flores se verá precisado a instruir a quien corresponda para que sean relevados de sus comisiones oficiales más de tres funcionarios y servidores públicos de medio pelo, que de plano se hacen guajes contemplando a una parte de los rijosos cetegistas vandalizar instalaciones oficiales.
Hasta donde habían llegado por las redes cibernéticas escuetas notas como la de Jaime Irra de la Agencia Irza, que me atrevo a reproducir:
“Unos cien seguidores de Ramos Reyes Guerrero y Carlos Botello, de una fracción de la CETEG, irrumpieron a la Subsecretaría de Educación Básica de la SEG en la colonia Burócratas de Chilpancingo, destrozando el inmueble y prendiendo fuego al mismo, arrasando la lumbre con todo el equipo de cómputo y documentación. Cetegistas radicalizan sus acciones contra la reforma educativa, descuentos y despidos”
Me pregunto dónde estaban los policías federales, de la Gendarmería y los de la policía municipal y la Fuerza Estatal que no impidieron las acciones de incendiarios, les dieron tiempo de cometer las graves fechorías y que se retiraran a refugiarse en el campamento de dizque “maestros” en rebelión contra las evaluaciones y los descuentos por faltistas
Sí, ya se sabe que no solamente en Guerrero los cetegistas traen de rodillas y rehenes a las autoridades que debieran garantizar la seguridad pública, en Chiapas igual la cosa está que arde por falta de capacidad y valor para actuar oportunamente con la energía legal correspondiente; ¿esperan a que el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, diga si a los vándalos encapuchados pueden capturarlos?
¿Cómo es posible que líderes como los tales Ramos Reyes Guerrero, Carlos Botello y otra docena de malandrines sindicales sigan trayendo de a chinqueque ahora a José Luis de la Vega Otero, que no ata ni desata?
Parece que maestros insurrectos esperan que de nuevo el gobierno estatal les afloje dinerales para que no den lata, aunque tengan que dar comisiones y diezmos a los servidores públicos encargados de hacer las entregas de dineros.
Eso es un secreto a voces que por sabido se callaba. Los truhanes volvieron a las andadas, van de menos a más y no tienen llenadera.
El incendiar y destruir oficinas de la Subsecretaría de Educación Básica fue la gota que derramó el vaso el jueves; basta ya de consentir delincuentes por el prurito de que no quieren que se les acuse de represores y autoritarios, y en cambio quedan en ridículo como blandengues.
¿Quiénes y por qué le están fallando al gobernador Astudillo?, ¿cómo nos explican por qué más fácil que desnudar una borracha queman, saquean y destruyen oficinas públicas sin que nadie lo impida ni los detenga?
Debieran renunciar algunos cuanto antes, en vez de hacerse como el tío Lolo engañando al gobernador; porque a los del pueblo no, que intuye que pasan esas cosas no porque sean tontejos, sino porque son corruptos al no cumplir con su deber, al grado que confunden “servicios de inteligencia” con pasarse de listos manipulando y ocultando información estratégica.
Son ya varias ocasiones en que se hizo evidente que Héctor Astudillo no está informado cabal y oportunamente de hechos bochornosos, pero él ni es mago ni hombre orquesta; lo que sucede es que varios están desafinando la nota y perdieron el compás y el ritmo, entonces no queda más que sustituirlos cuanto antes, por lo menos.
Ya por ahí se quejan de que algunos guerrerenses pacíficos, añoran los tiempos de aquel duro gobernador Rubén Figueroa Figueroa y su eficaz policía omnipotente que hasta acostaba chaparros nocivos para la comunidad. Ya parece que a esos funcionarios del pasado una runfla de disque maestros iba a poner de cabeza hartándole la coronilla a poblaciones enteras e importantes, como es la capital misma del estado.
Entiéndase de una vez por todas que no es represión el que la fuerza pública reaccione a la provocación orquestada con tácticas de guerrilla urbana.
Urge que los organismos oficiales y no gubernamentales de defensa de los derechos humanos encuentren la brújula perdida y reorienten sus acciones para no mojar fuera de la bacinica, defendiendo a ciegas a delincuentes, que para colmo son servidores públicos, como quienes pertenecen al SNTE y la CETEG.
Un enérgico ¡YA BASTA! de parte de los gobernados respetuosos del orden que queremos que haya paz y por eso votamos por Héctor Astudillo.
No queremos más rollos, ni excusas o pretextos golondrinos de que aun teniendo identificados a los que azuzaron el incendio comandando el operativo, los sabuesos de la Ministerial de Xavier Olea Peláez no los encuentren prontito, mucho menos es deseable que les sigan engordando los bolsillos a líderes chantajistas y a burócratas mediadores voraces, ávidos de lucro con el empleo.
Si las autoridades no hacen lo que deben, el pueblo tendrá que actuar sin normas ni ley, al estilo Fuenteovejuna.
Animo gobernador Astudillo, libérese ya de subordinados impuestos por algunos grupos que le están haciendo labor de zapa para que se tropiece; mano firme y cero tolerancia, no sea que la historia se repita y estos granujas ensoberbecidos le quieran quemar el palacio, como antes se lo hicieron a otro.