* “Traen su mitotal” con el Acabús
* Operativo policial al extremo
* Astudillo viajó parado del Zócalo-Rena
Jorge VALDEZ REYCEN
Héctor Astudillo personalmente saludó a los empresarios, aca-socios, industriales, funcionarios, periodistas y los sentó en cada uno de sus asientos. Él, permaneció parado junto a la ventanilla, saludando a transeúntes, taxistas, automovilistas y uno que otro “urbanero” de la ruta Maxitúnel que vieron con sorpresa al gobernador en un recorrido por el nuevo Acabús en toda la avenida Cuauhtémoc.
–Traen su mitotal con el Acabús –exclamó un taxista que era apurado por motociclistas de la Policía Vial, en un operativo policiaco al extremo, de punta a punta de todo el recorrido. Hombres y mujeres vestidos con mezclilla y playeras blancas se cuadraban.
Evodio Velázquez, con guayabera de color rosa pastel, no se separó ni diez centímetros de Astudillo, que estaba contento observando y saludando a todos, sin importar si le devolvían o no el saludo. Era el triunfo sobre los presagios de tensión, amenazas y boicot.
Desde la parada del Oviedo, junto al malecón y hasta la terminal de Ciudad Renacimiento, con una escala en “Las Anclas” para transbordar otro autobús articulado de los 29 que van a operar gratuitamente desde hoy, Astudillo sopesaba en el trayecto la obra novedosa y de gran impacto social que constituye la modernización del sistema de transporte.
A la par del recorrido, se implementó un dispositivo vial con elementos de la Secretaría de Seguridad Pública y Vialidad, donde hubo arrastres con grúas de vehículos estacionados en lugares prohibidos, que obstruían el paso del “guacamayo rojo”.
Rafael Navarrete, Alejandro Bravo, Pedro Ocampo, Erika Lührs, Efrén Leyva, iban amontonados en los estribos, mientras la conductora Verónica Butrón, de ojos verdes, desparramaba su visión en los grandes espejos laterales y con lentitud avanzaba por la avenida Cuauhtémoc. Cinco, seis y hasta diez motociclistas se turnaban con sirenas abiertas para anunciar el paso del convoy.
Era aparatoso el despliegue táctico, que llamaba la atención de la gente a las nueve de la mañana. Gente con pants deportivos, detenía su trotar matinal para observar la escena poco cotidiana del Acabús. Era el inicio de uno de los proyectos más costosos, que se habían hecho en Acapulco en los años recientes.
Astudillo desbordaba optimismo y alegría. Sonreía desde el enorme parabrisas, posaba con la operadora Verónica para los fotógrafos que se dieron vuelo. Todo fue coronado con tamales, tostadas, chicharrón, agua de Jamaica, refrescos, y una consabida y atropellada entrevista banquetera a la que nos tienen acostumbrados los colegas.
El Acabús fue la sorpresa en la mañana del jueves pozolero.
La gente miró con sorpresa y hubo algunos que abordaron el “guacamayo rojo”… iban contentos en el aire acondicionado y mirando las caras de quienes se paraban a verlos.
La novedad, como lo nuevo, siempre es bueno.
Nos leemos mañana…SIN MEDIAS TINTAS.