* Rigoberto Acosta, miembro del Cresig, explica que la rentabilidad de la producción de mezcal es una buena oportunidad para que los “sierreños” dejen de cultivar la flor de la que se extrae la goma base para la heroína
ALONDRA GARCÍA
Los campesinos de la sierra de Guerrero encontraron una alternativa a la siembra ilegal de amapola: el cultivo de maguey para producir mezcal.
A paso lento pero constante, esta bebida espirituosa se ha convertido en la principal fuente de trabajo para cientos de familias que antes vendían goma de opio a los cárteles de la droga.
De acuerdo con cifras del Consejo Regional de la Sierra de Guerrero (Cresig), 17 mil 952 familias de la sierra se dedican a la siembra de amapola.
Los campesinos venden la goma que extraen de esta flor a los grupos del narcotráfico, para la fabricación de heroína, droga que tiene amplio mercado en Estados Unidos.
La venta de goma de opio deja en los pueblos de la sierra una derrama económica calculada en 104 millones pesos, según las estadísticas más conservadoras del Cresig.
Sin embargo, la lucha entre cárteles para controlar la producción de amapola ha provocado estallidos de violencia, levantamientos armados y el desplazamiento de habitantes de comunidades enteras.
Organizaciones como la Unión de Comisarios por la Paz y el Desarrollo de la Sierra de Filo Mayor han manifestado su deseo de dejar la siembra de amapola, para detener la escalada de violencia que se vive en sus pueblos.
Incluso han protagonizado manifestaciones y bloqueos para exigir a los gobiernos federal y estatal la asignación de proyectos productivos que les permitan diversificar la actividad agrícola y detonar el desarrollo de la región.
El último bloqueo de los “sierreños” ocurrió el 28 de abril en Chilpancingo. Durante 11 horas paralizaron la Autopista del Sol. Todo terminó con un desalojo violento.
Sin embargo, otras comunidades de la sierra encontraron una alternativa legal para generar desarrollo económico y fuentes de empleo en donde pareciera imposible: el cultivo de maguey necesario para producir mezcal.
Con mínimo apoyo gubernamental, o incluso sin él, los campesinos establecieron pequeñas viñetas artesanales.
La producción de esta bebida espirituosa se da en seis regiones: Sierra, Tierra Caliente, Costa Grande, Centro, Montaña Baja y Norte.
De acuerdo con las estadísticas del Sistema Producto Maguey-Mezcal, cada año se produce 1 millón 700 mil litros de mezcal en Guerrero.
Solamente 400 mil litros se certifican y exportan al extranjero, principalmente a Estados Unidos, Europa y Asia. Los precios varían según la marca y pueden cotizarse hasta en mil quinientos pesos por botella.
El resto, 1 millón 300 mil litros, se venden de manera local, sin etiqueta ni envasado formal, a un precio que va de los 100 a los 150 pesos por botella.
En Guerrero hay 20 marcas de seis asociaciones productoras de mezcal. Las marcas están debidamente registradas ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).
Las condiciones climatológicas y de suelo que hay en la sierra son idóneas para la amapola, pero también lo son para el maguey. La variedad de agave más común es el cupreata.
Según datos del Sistema Producto Maguey-Mezcal, hay 108 mil hectáreas de maguey silvestre en la sierra. “Prácticamente crece solo y sin mayores cuidados”, comentó Rigoberto Acosta González, productor de la marca de mezcal El Guache y ex presidente del Consejo Nacional de Productores de Maguey-Mezcal.
La siembra de maguey en viveros también es altamente redituable. Una hectárea produce 2 mil 500 plantas.
Cada piña de agave tiene un peso aproximado de 40 kilos y alcanza para producir cuatro litros de mezcal.
Por cada hectárea de agave se logra una producción aproximada de 10 mil litros de mezcal, el equivalente a 13 mil 333 botellas.
Si cada botella se vende en 150 pesos, la ganancia anual para el productor será de 2 millones de pesos por hectárea de maguey.
“Ningún otro cultivo da ese margen de ganancias”, aseguró Acosta González. Por ello, dijo, la producción de maguey-mezcal es la alternativa más lucrativa para que los campesinos de la sierra dejen la siembra de amapola y con ello también se deshagan del acoso del crimen organizado.
De acuerdo con los datos del Cresig, 17 mil 952 familias de la sierra se dedican a la siembra de amapola. Según el Consejo Estatal del Maguey Mezcal, ocho mil familias dependen de la producción de mezcal. Poco a poco, la producción de la bebida le quita terreno al cultivo de la amapola.
Dependiendo de la época del año, los campesinos venden el kilo de goma de opio de 8 mil a 30 mil pesos. Sin embargo, corren el riesgo de perder la totalidad de la producción en los operativos que realiza el Ejército para destruir las siembras ilegales.
Los campesinos, además, corren el riesgo de ir a la cárcel por delitos de índole federal.
En cambio, el cultivo de maguey es legal y la aceptación del mezcal en el mercado crece de manera exponencial, y la construcción del complejo Mezcalero en el Parque Industrial de Ocotito garantizará su venta bajo una marca certificada que exportará a Estados Unidos y Europa.
El proyecto arrancó este año y se espera que comience a producir y exportar en seis meses.
La producción conservará su encanto tradicional y artesanal, con hornos de mampostería, calderas y levaduras naturales elaboradas por los propios maestros mezcaleros.
El productor del mezcal El Guache, Rigoberto Acosta González, reconoce que aún hay camino por recorrer.
“Falta modernizar la planta productiva con alambiques, aparatos de medición, capacitación en prácticas de inocuidad, fortalecer las plantaciones compactas, mejores canales de comercialización y una campaña agresiva de promoción del consumo del mezcal en mercados local y nacional”, puntualiza.
Y mientras el consumo y la venta de heroína mata a miles de personas cada año, el mezcal “es uno de los alcoholes más amigables con el ser humano”, destaca Acosta González.
En la sierra de Guerrero, recientemente decretada como Octava Región Económica por el ex gobernador Rogelio Ortega Martínez, hay mil 287 comunidades formalmente establecidas.
La producción de mezcal, junto con la de aguacate, abre un nuevo panorama para sus habitantes, asegura Acosta González.