Felipe Victoria

 

Merolicos de cuello blanco en seguridad

 

Por “merolico” se entiende la persona que vende medicamentos y baratijas en las plazas públicas anunciándolas con una retahíla de promesas.

Nadie se salva de toparse con alguno de esos muy hábiles vendedores que hablan como tarabilla, entretienen de algún modo a la gente y engañan incautos motivándolos a comprar remedios mágicos para todo mal.

Dicen que Guerrero está clasificado entre los lugares “más enfermos” de inseguridad… no lo creo; sino que desde hace tiempo no han sabido dar explicaciones convincentes a la gente de parte de las autoridades de los tres niveles de gobierno.

Hablar sin sentido ni razón de materias y oficios que desconocen y nunca han ejercido, es el equivocado paliativo que pretenden administrarle a la gente espantada y angustiada.

Los “prohombres” autoerigidos como semidioses infalibles concursan en oratoria para envidia de Cantinflas sin aun viviera, pues a esos sí de plano que no se les entiende nada a final de cuentas.

Ese es uno de los síntomas que precisamente acusa  la enfermedad de la inseguridad.

La gravedad supuestamente real la reflejan las estadísticas de incidencias criminales convenientemente maquilladas a modo de no generar pánico en la población, pero sucede que todos conocemos de cosas malas. Ni echarle la culpa a la prensa impresa, la radio y la TV bien que informan.

Lo doloroso está en las redes sociales del Internet, donde el libertinaje es una característica aplastante, algunos cibernautas con falsas identidades suben datos de acontecimientos que no siempre son ciertos, o que fueron magnificados y tergiversados.

Pero aclaremos eso de “merolicos” y de donde se originó la chistosa palabrita…

Hallé algo sobre el libro “Vida y milagros del Dr. Merolico” en una nota escrita por Don Guillermo Murillo-Godínez, que dice así:

“Entre las décadas de 1860 y 1880 hizo su aparición en México un supuesto médico que más tarde sería conocido como Dr. Merolico. Famoso por sus “milagros” para sanar a la gente que acudía a verlo, su apellido quedaría asociado -con justa razón- a aquellos charlatanes que ofrecen la cura de todas las enfermedades habidas y por haber. Más tarde desaparecería sin dejar rastro y su existencia quedó envuelta en el misterio”.

“Rafael (o Raphael Juan, o Juan Rafael, o Jan François) de Meraulyock (o Meroil Yock, o van Merlyck, o Merolyck), fue un judío polaco (o suizo o francés, según otros) que llegó a Veracruz en un barco con bandera francesa, procedente de Sudamérica, entre 1864 y 1879. Se sabe que el 29 de febrero de este último año presentó en la Escuela de Medicina el examen para recibir el título de cirujano dentista y después ejerció su “profesión” en las ciudades de Puebla (aquí, disfrazado de turco, contaba fantásticas historias del Santo Sepulcro; ganó una fortuna vendiendo reliquias de los santos lugares), y de México (pernoctaba en el hotel Iturbide, ubicado en la calle de San Francisco, hoy Madero).

Era “de extraña y agitada melena rubia, largos mostachos y espesa barba que le caía sobre el pecho”, tenía un ojo de vidrio y solía colgarse numerosas medallas. Afirmaba ser un ilustre médico, un diestro dentista y poseer fármacos infalibles para todas las enfermedades conocidas y por conocer. Vestía una larga túnica “entre griega y oriental”, viajaba en soberbia carroza con acompañamiento de música y distribuía carteles de propaganda (volantes) por las calles, diariamente, entre las 10 y 11 horas.

Su popularidad propició la aparición de un periódico, la presentación de un sainete en el Teatro Principal y la publicación de unas Memorias de Merolico. Páginas arrancadas a la historia de su vida (México, Tip. Literaria de Filomeno Mata, 1880), firmadas con el seudónimo XYZ y atribuidas a José Negrete (1855-1883), abogado, novelista y periodista mexicano de origen belga”.

“Entre los “milagros” de Meraulyock se encontraban sus trabajos de cirugía “clásica” u “ordinaria”. El periódico El Correo del Lunes del 12 de enero de 1880 (y también El Monitor Republicano, en ese mismo mes), publicó diversos anuncios del “doctor Merolyco”.

En el mismo Correo del Lunes, el “doctor” avisaba: “Al respetable público por bien de su interés, no deje huir la buena ocasión y oportunidad que hoy se le ofrece, porque tal vez más tarde se arrepentirá inútilmente y cuando no haya remedio”.

Esta publicación es un fragmento del artículo “Vida y milagros del Dr. Merolico” del autor Guillermo Murillo-Godínez y se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México, núm. 70.

¿Cuántos merolicos pululan por las plazas públicas de todo México estafando incautos con la  venta de tónicos, pastillas, cremitas o polvitos que dicen que curan casi todo como por arte de magia?

Lo raro es que venden bastante y se los pagan bien; abunda la gente con malestares distintos y los hipocondriacos que por la autosugestión se curan con los remedios comprados a merolicos.

Pero vamos a lo serio… a cada rato sabemos de grandiosos eventos con funcionarios públicos que  echan sus rollos respecto a faraónicos planes de solución a la inseguridad pública, pero nunca vemos resultados ni sentimos el menor alivio.

A esos les queda el calificativo de merolicos de cuello blanco que tan solo despilfarran recursos.