Desaparición de poderes
Por Chanssonier
De manera sorpresiva el 21 de mayo de 1954, a petición del presidente Adolfo Ruiz Cortines, el Senado de la República en una breve sesión determinó la desaparición de poderes del estado; de esta manera dejó la gubernatura Alejandro Gómez Maganda, substituyéndolo Darío L. Arrieta Mateos. Se dio como motivo que los poderes funcionaban con anormalidad, lo que se apartaba de la verdad porque laboraban correctamente.
En la fecha apuntada se recordaba el aniversario de la muerte, del ex presidente Venustiano Carranza; la ceremonia alusiva se llevaría a cabo frente a su busto, que estaba en el vestíbulo del palacio municipal. Poco antes de su realización Héctor Astudillo Bello, empleado de la oficina de Actividades Cívicas, invitaba a la población a estar en el evento, en el cual participaría el ejército mexicano.
Cuando los militares llegaron a la plaza pública, procedieron a cerrar el palacio de gobierno y otras oficinas, en tanto el licenciado Gustavo Díaz Ordaz se dirigió al Congreso del Estado, en donde comunicó a los diputados la desaparición de poderes, diciéndoles que al no funcionar debidamente se vieron precisados a disolverlos. La disposición fue drástica porque todo funcionaba con normalidad, tratándose de una venganza política.
Para relevar al gobernador general Baltasar R. Leyva Mancilla, se barajaron los nombres de los senadores Donato Miranda Fonseca y Rufo Figueroa Figueroa; además el del director general de Correos, licenciado Emigdio Martínez Adame, así como el del general Raúl Caballero Aburto, triunfando Gómez Maganda quien tomó posesión el primero de abril de 1951.
Mientras fue presidente de la república el licenciado Miguel Alemán, éste le dispensó una recia amistad; en los círculos políticos se llamó al mandatario guerrerense “El Oráculo del Sur”. Con la llegada de Ruiz Cortines empezaron sus problemas, porque buscó su desafuero como la mejor forma de cobrarse viejos agravios.
El licenciado Alemán le refrendó su amistad, influyendo para ser designado oficial mayor de la Cámara de Diputados del congreso federal. Creado el Consejo Nacional de Turismo lo nombró oficial mayor, cargo que desempeñó hasta la muerte de su protector.
Años más tarde el presidente Gustavo Díaz Ordaz, lo designó embajador de México en Panamá y en Jamaica; al término de esas responsabilidades dejó las tareas oficiales, falleciendo en la ciudad de México en 1988.
Gómez Maganda fue un magnífico orador; cuando era candidato al gobierno, la inquieta política izquierdista Macrina Rabadán Santana, le dijo en Taxco en donde efectuaba una gira de proselitismo; “Alejandro, no tienes derecho a fallarnos cuando gobiernes Guerrero”. A ese reclamo respondió de manera categórica. “Mi estimada Macrina, me podrán fallar las piernas pero no el corazón; esto en referencia a la poliomielitis juvenil, lo cual lo dejó con una grave secuela para poder bien caminar.
Por una casualidad el día que desaparecieron los poderes de la entidad, Gómez Maganda se había comprometido a coronar a la reina del estudiante, lo que se efectuaba en el curso de un baile de gala. En su lugar lo hizo el gobernador Darío L. Arrieta Mateos, que esa noche había llegado a esta ciudad, para llevar las riendas del estado de Guerrero.