Isidro Bautista
La creación en Guerrero de la figura del vocero único en materia de seguridad es una medida acertada, porque se evitará tanta confusión en la sociedad, ante las declaraciones oficiales hechas como fuego cruzado.
El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, la anunció en su más reciente visita, el 2 de mayo, en Acapulco, a una semana de ocurrida la balacera que puso en crisis de pánico a ese puerto por completo, incluso en muchas horas posteriores, sin saber a ciencia cierta lo que sucedió.
La Policía Federal, según lo ventilado en los medios, informó que “alrededor de las 21:40 horas, frente al hotel Alba Suites, ubicado en la colonia Las Playas, el cual es ocupado por elementos de la Policía Federal, se aproximaron varios sujetos con armas de fuego, quienes fueron inmediatamente ubicados por el personal de guardia”, y que “sin mediar palabra, los sujetos iniciaron una agresión con armas de fuego contra los agentes federales, quienes repelieron el ataque hasta obligarlos a huir del lugar en varios vehículos”.
También señaló que “casi a la misma hora, otro grupo de agresores realizó disparos con armas de fuego contra el edificio de Costera 125, en el que opera la base de la Policía Federal en el puerto, sin que se registraran personas lesionadas”.
Resulta que la gerente del citado hotel, Mary Bertha Medina Cortés, negó que esa hospedería fuera atacada, y después salieron al paso el gobernador Héctor Astudillo, el alcalde Evodio Velázquez y el mismo Osorio Chong, quien afirmó que se trató de un tiroteo suscitado entre bandas del crimen organizado.
Se entiende que dicho vocero, o vocera, aparecería a la luz pública principalmente en los casos relacionados con ese tipo de delincuencia, sin afectar la autonomía de los ayuntamientos o los otros órdenes de gobierno.
Ángel Aguirre Rivero, con todos los defectos o errores en que incurrió, por idea propia o a sugerencia ajena, tuvo el tino de haber nombrado, en su primer año de asumido el cargo de gobernador —2011— a un vocero de su gobierno, el cual recayó en Arturo Martínez Núñez, sin que necesariamente lo fuera su entonces director general de Comunicación Social.
En Morelos el mismo Martínez Núñez es actualmente vocero y, a la vez, coordinador de Comunicación Social del gobierno de Graco Ramírez.
Esa figura evitará al gobernador Astudillo no sólo distraerse sino a exponerse horas y horas a desgaste por andar aclarando cómo suceden las cosas, tanto en los medios como en conferencias de prensa.
José Francisco Ruiz Massieu, cuando era gobernador, muchas veces contestaba a los reporteros, tratándose de hechos de violencia: diríjanse al procurador.
Podría pensarse en que ese cargo recaería en un personaje de la Ciudad de México o de Guerrero, por el nivel de inseguridad que se trata, con el requisito máximo de que no saque el tiro por la culata. Martínez Núñez no tuvo nunca problema en su desempeño. Dicen que tuvo media training para no tropezar. Ojalá lo mejoren.
Se entiende que haría su participación según un guion, con los elementos suficientes para información, no tanto para opinar, sin caer en protagonismos.
Dijo Osorio Chong: “Se dará a conocer un vocero único en materia de seguridad para el estado, y así dar información pronta y certera que contrarreste las campañas de desinformación que impulsan los grupos de la delincuencia”.
Agregó: “Lo que se quiere establecer es sólo una vía de comunicación para informar en tiempo real de estos hechos lamentables” (refiriéndose a los ocurridos la noche del domingo 24 de abril pasado en Acapulco).
¿Otro igual o mejor que Martínez Núñez, o una Martha Sahagún?
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