¿Astudillo como solista?
Felipe Victoria
Después de la feria de contradicciones entre funcionarios respecto al plazo en que supuestamente podrían “restablecer” el orden y paz, que en realidad rara vez se han visto por Guerrero desde su erección como estado en octubre de 1849, al parecer el gobernador Héctor Astudillo decidió establecer una Vocería Gubernamental.
Los malquerientes rumoran que fue una orden directa de Bucareli, donde Miguel Ángel Osorio Chong sí ha tenido funcionarios en esos menesteres, igual que casi todos los presidentes mexicanos.
¿Quién no recuerda al inteligente y angustiado Rubén Aguilar enderezando los dislates del ocurrente marido de Martha María Regina Sahagún Jiménez de Fox Quesada?, entre el 2000 y el 2006?
Claro que muchos no se fijaron en los apuros de ese eficaz vocero, pero muchos lo disfrutaron a rabiar en la parodia televisiva “El Privilegio de Mandar”, caracterizado magistralmente por el comediante Jorge “El Tata” Arvizu: “lo que Chente quiso decir…”
Felipe Calderón Hinojosa tuvo a su Alejandrita de la Sota Miraflores y tras las muertes trágicas de Juan Camilo Mouriño Terrazo y Francisco Blake Mora, puso al locutor de cuello blanco Alejandro Poiré Romero, que dejaba chiquito a Cantinflas pero con palabras “elegantiosas” que apantallaban a ignorantes.
Nuestro presidente Peña Nieto al parecer sí tiene un vocero, pero se la ha de pasar en la hamaca pues si algo le gusta al primer mandatario es pronunciar sus discursos sin intermediarios.
La verdad es que la tentación de estar ante cámaras y micrófonos es seductora para muchos, Guerrero no podía ser la excepción.
¿Se imagina cuantos empeñarían su alma al diablo con tal de ser vocero del gobernador Astudillo y que la gente se imagine que son poderosos?
Ángel Aguirre Rivero tuvo un vocero, pero sospecho de que no lo escogió él, sino su familiar de más confianza, el que cubría las ausencias por esparcimiento del mandatario, el tirano que ordenaba disque en nombre de su jefazo, que nadie del gabinete tuvo el valor de contradecir.
Tan estratégica es una Vocería, que por eso la rebatinga se puso dura y los del Grupo ACA ya festinaban que su Presidenta sería la que ocupara el importante cargo, porque le asiste conocimiento profundo de cuestiones policiales, legales y de seguridad.
Para una posición como esa, Héctor Astudillo quisiera decidir por sí mismo, ojalá que no sea por cuatachismo. Quien quede en la Vocería no puede darse el lujo de equivocarse estando en calidad de pararrayos y de “blanco” de toda clase de misiles mediáticos en el ajedrez político, donde al rey se le debe proteger de todos los jaques en que lo coloquen.
La viril osadía de Astudillo destapando esa caja de Pandora, guardada en silencio por décadas en cuanto a la siembra y cultivo de marihuana y amapola en Guerrero como sustento de miles y miles de guerrerenses jodidos y en la miseria, pero a beneficio de traficantes y sus padrinos multimillonarios, fue como dar un paso al vacío sin paracaídas, una decisión que alguien debía de dar, sobre todo con la narcoinsurgencia encima.
La posición de Astudillo en “hacer justicia” a los productores esclavizados de la hierba y las florecitas es algo para la historia, pero le genera vientos muy contrarios, pues a nadie le gusta que se le caigan esos negocios clandestinos tan oscuros, tolerados y protegidos desde la época de la segunda guerra mundial en los cuarenta del Siglo XX y hasta más antes.
Tempestades de todo tipo se avizoran en el horizonte, nos lloverá quizá más fuerte que otros años y hay que estar preparados para tormentas tropicales y huracanes, pero a Héctor Astudillo son fenómenos peores los que le esperan.
Más que nunca debemos unirnos en torno suyo porque esa lucha no puede ser de un hombre solitario, que ni es mago ni hombre orquesta.
El manejo de la información oficial tendrá que ser muy cuidadoso en adelante, ya no se trata de sembrar ilusiones ni conseguir simpatías en campaña, sino de orientar y convencer con verdades incontrovertibles, sobre todo por las indomables redes sociales del Internet que no tienen límites aún.
A quien favorezcan con el cargo en la Vocería deberá pensarlo más de dos veces antes de aceptar por mera calentura protagónica, el comal está demasiado ardiente para las suelas delgadas.
-¡Tilín, tilín!- Suena la campanita escolar.
-Maestra Pizarrina, ¿no vamos a tener vocera o vocero de Astudillo?
-Hasta donde me quedé el martes a media tarde, yo creo que ni el gobernador mismo podría saberlo a ciencia cierta, es una posición tan delicada que implica una decisión compartida.
-Aaarajo teacher, dicen que sopa de dos cocineras siempre resulta mal.
-¡Shhh… cábrense cayones chamacos!, no comiencen con jaladas criticonas y no estén de aguafiestas.
-No es de mala leche que metemos la cuchara, sino que una Vocería del Gobierno no es enchílame otra gorda.
-Pues quien se vaya a quedar con el cargo ya debe calcular a lo que le va tirando, el menor resbalón y adiós, pero en ridículo público.
-Mira maestra, sea quien sea, que le vaya bonito y sobre todo que sirva de veras a Héctor Astudillo; si no le ayudan, que no le estorben.
-Es buen solista, pero necesita acompañarse de una segunda voz.