FELIPE VICTORIA

 

¿Frenarán malas costumbres y usos perniciosos?

 

En Guerrero estamos como estamos, porque somos como somos.

Lo he repetido con frecuencia, el principal obstáculo poderoso para que salgamos del cabús del desarrollo, que citaba en vida José Francisco Ruiz Massieu, es nuestra idiosincrasia.

Esa palabrita significa la manera característica de pensar, sentir o actuar de una persona o de una comunidad que la distingue de otros: interpretar la idiosincrasia e identidad de los pueblos es harto difícil cuando se pretende hacer un balance justo y realista entre cualidades y defectos de la gente.

Jamás serán lo mismo chinos que árabes, africanos que europeos, hindúes que japoneses, canadienses que norteamericanos de los USA, ni mexicanos que argentinos, italianos o franceses, o españoles y portugueses.

Aplicado a nuestra república es abismal la diferencia entre yucatecos y sonorenses, tamaulipecos y chiapanecos, mexiquenses y neoleoeneses, oaxaqueños y michoacanos, jaliscienses y tabasqueños, o veracruzanos y guerrerenses, por dar algunos ejemplos, aunque digan que los mexicanos estamos cortados por la misma tijera.

Lo cierto es que “genio y figura hasta la sepultura” y no ha nacido quien le cambie el modito de andar a los demás.

En la mega urbe del extinto DF, ahora Ciudad de México, desgobernada por el ambicioso y torpe Miguel Mancera Espinosa no existe una “idiosincrasia chilanga”, porque los habitantes son diferentes según la delegación política en que viven.

Los de Iztacalco e Ixtapalapa nada que ver con los de Coyoacán, ni los de la Cuauhtémoc con los de la Gustavo A. Madero ni los de Xochimilco y Tláhuac con los de Cuajimalpa, ni los de Álvaro Obregón con la Venustiano Carranza; un mosaico humano durísimo de unificar porque cada quien jala por su lado, pero desde que se les ocurrió que ya no hubieran regentes designados por el presidente y luego “democratizar” en elecciones los cargos delegacionales, se convirtió  todo en un desmadre maquiavélico donde todos están divididos y vencidos.

En el estado de México bien diferentes son los de Toluca con los de Tlalnepantla y Naucalpan, o Ecatepec, Nezahualcóyotl y Coacalco, Cuautitlán, Tepotzotlán y Tultitlán, ni se diga los de Santiago Tianguistengo y Lerma con Tecamac.

Pero en Guerrero la cosas parecieran peor ochenta y un municipios y siete regiones tradicionales; los de Costa Chica y Costa Grande no se tragan dejando en medio a los de Acapulco, los de la Montaña y la Sierra peor con los del centro, Tierra Caliente y Zona Norte.

Pero esa división geopolítica se transformó a las áreas de dominio de los carteles que se disputan plazas, rutas y territorios de narcotráfico a sangre y fuego.

En cada región tienen usos y costumbres muy especiales y arraigados, cualidades bastantes de los guerrerenses pero defectos y atavismos que Dios guarde la hora; eso constituye la idiosincrasia que nos mantiene atados al atraso y la barbarie, aguerridos e ingobernables por naturaleza, reñidos patológicamente con el orden y la paz que no se conocen desde que se erigió Guerrero como estado en octubre de 1849. No es casual entonces la frecuente caída de gobernantes por angas o por mangas donde abundan expertos en poner zancadillas.

Nuestro flamante gobernador Héctor Antonio Astudillo Flores no está precisamente en un lecho de rosas y quizá no se imaginó ni dimensionó con exactitud el tamaño del comal ardiente en que los electores lo pusieron descalzo, pero prácticamente sin equipo humano cercano, capaz y competente, convencido de servir a Guerrero, en vez de servirse de los cargos efímeros en la administración pública para hacer sus ahorritos.

El reparto de chambas ha sido un problema pues los que ya estaban difícilmente aceptaron irse sin indemnizaciones que no correspondían laboralmente y, los que colocaron en sus lugares no fue por experiencia ni conocimientos en el área específica, sino por cuatitudes y compromisos políticos.

Claro entonces que Héctor Astudillo debe luchar por no deprimirse y luchar a brazo partido en una misión que pareciera imposible: paz y orden en Guerrero, frutos desconocidos en la entidad.

Valores fundamentales como la honestidad y lealtad son carencias endémicas; la disciplina es aborrecida y del respeto al derecho ajeno ni nociones hay; acostumbrados a tomar lo que se les venga en gana de lo ajeno y a exigir como derechos propios por las malas todo, sin cumplir ninguna obligación, factores que se traducen en rampante ingobernabilidad, por más que quieran peinar de trencitas a los peloncitos o disfrazar de corderos a los lobos, pues los hipócritas actúan como tediosos lisonjeros y aduladores aplaudidores.

Raro es atreverse a marcar errores proponiendo acciones para que se corrijan, eso algo peligroso en Guerrero.

-¡Riiing… salinsliiim!

-Comadre Proculina, ¿te echaste en la tele la entrevista de Adela Micha con nuestro gobernador Astudillo?

-Te digo una mentira o la neta, Torturina.

-No me mientas comadrita.

-Bueno tú, siempre a la media noche antes de dormirme, aprovecho a ver si mi viejo anda “inspirado” antes de que se encierre a escribir y estar pegado al Internet

-¿Y lo hacen diario?

-¡Shhh… cábrate cayona! Yo feliz de que ahora ya les da miedo a los varones salir de noche, porque las mañas ya ni los sacrosantos tabledance respetan, pero no es diario sino cuando se puede.

-¿Y si no?

-Le espero al mañanero cuando lo alborota la reata de Brozo y jugueteamos un ratito como Dios manda.

-Bueno comadre, pero dime entonces si viste esa entrevista.

-Ya de repetición cuando mi viejo la bajó del Internet.

-¿Y qué opinas?

-Me gustó como expuso la situación Astudillo, pero más que la Micha estuvo blandita y no tan tendenciosa como acostumbra. Me acuerdo de la chinga que le puso al gobernador Aguirre una vez y luego hasta cambiaron al director de Comunicación Social.

-Ay comadrita, es que quienes ocupan ese cargo deben cuidar mucho la imagen del estado y la de su jefazo, pero además lidiar con el gremio y estar al pendiente de tiempo completo, las distracciones resultan fatales.

-Serena morena, bájale de espuma a tu chocolate. Lo importante es que Astudillo sienta el apoyo solidario de la gente.