SADYHEL ASTUDILLO
En el espacio anterior se escribió acerca de la problemática que genera la minera localizada en Nuevo Balsas, municipio de Cocula. De acuerdo con las notas periodísticas que he podido leer a lo largo de esta semana, aun no se llega a un acuerdo entre los representantes o propietarios de la empresa y los residentes del lugar y zonas aledañas. Como ya se había mencionado, se trató este tema debido a que fue el que me resultó más interesante; sin embargo y tras seguir leyendo noticias con un poco más de calma y sin prestar especial atención a los hechos de esta minera, me hizo recordar algo en lo que he hecho énfasis en colaboraciones anteriores.
Guerrero es un estado muy bello, hasta principios del año dos mil, me atrevería a decir que también uno de los más tranquilos de la república. Pero tristemente, hoy en día la visión que se tiene de él es pésima: marchas, fosas de cadáveres, enfrentamiento entre bandas; así como el caso Ayotzinapa, ocasionan que las malas miradas se apunten a nosotros.
A todo ello debemos de sumar los desastres climatológicos que también nos han causado daño. Lo peor del caso es que, lejos de que la problemática disminuya, cada día –literalmente- cada día aumenta, o por lo menos eso es lo que los periódicos locales reflejan.
Iniciando con lo mencionado hace ocho días de la minera y siguiendo con Cocula, los cuerpos que se han localizado, los problemas generados con la falta de evaluación a los maestros, las movilizaciones de los grupos de apoyo a los 43 de Ayotzinapa, los conflictos entre bandas que arrojan balas perdidas por todo el estado, la plaga que azotó los sembradíos de café, las casas que fueron destruidas por el deslave de las zonas altas, el problema de la minería y un realmente interminable etc., pareciera que cada evento negativo atrae al siguiente y genera una cadena interminable de nunca parar.
Ante esta situación, tengo una teoría bastante vaga pero, quizá tenga un poco de razón. Los mexicanos, y al parecer los guerrerenses en específico somos muy pasivos e introvertidos. Mientras estemos bien con nosotros mismos –dentro de lo cabe- la situación de los demás o del espacio que nos rodea, no genera un interés en nosotros, esto sumado a la falta de convivencia desemboca en falta de trabajo en equipo y de organización para enfrentar los males de manera unida. Esa pasividad e indiferencia provoca que seamos cualquier grupo u organización, por muy poco impacto o fundamentos que tenga, pueda causar daños a nuestra sociedad.
Dicho de otra forma, los lazos que formamos como personas miembros de una misma sociedad son muy débiles, no tenemos una fuerte unión con nuestros paisanos o con las personas que nos gobiernan. En consecuencia, la intervención de crimen organizado, o algún otro tipo de organización dedicada a causar males a Guerrero, ya sea violentándolo o aprovechándose de esta, puede con el menor esfuerzo, destruir los endebles lazos que nos unen y hacer lo que les plazca sin que alguien se lo oponga o le preste el mínimo de atención a lo que está haciendo. De igual forma, si solo una persona decide entrometerse, fácilmente lo pueden callar, comprándola, amenazándola o, en el peor de los casos, asesinándola.
Y hasta que la situación ya se salió de control, o cuando los medios de comunicación comienzan a mencionarlo y a darle la importancia que realmente amerita, es ya en ese momento en que comenzamos a movernos, a mencionarlo, a criticarlo, e incluso en algunos casos aun con todo ya encima de nosotros, existen personas que ni si quiera se toman la molestia de preocuparse o dar a conocer la problemática a las demás personas.
Es pues, la falta de convivencia, de confianza, de fraternidad lo que provoca que los problemas que en un principio pueden ser detenidos, se salgan de control y generan más malestar, inconformidades y daño del que debería en realidad de generar. Debemos de volvernos más unidos y más interesados por lo que acontece a nuestro alrededor, de lo contrario, no podremos bajarnos de ese tren de malas noticias en el cual llevamos montados ya varios años.
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