Evodio y sus “mermadas”
Felipe Victoria
No llevo la cuenta de cuantas publicaciones logré en medios impresos, ni de los comentarios radiofónicos sobre el tema en tantos años, o conferencias en distintas partes y por lo menos en cuatro de mis libritos abordé el infame asunto del asesinato cometido contra Luis Donaldo Colosio Murrieta, el miércoles 23 de marzo de 1994 en Tijuana, BC.
Los estudiantes universitarios actuales apenas tienen idea de que existió un candidato presidencial priísta asesinado; a los “cuarentañeros”, sí les tocó vivir la noticia en su momento.
En aquellos tristes días de luto nacional ubicaron al presidente Carlos Salinas de Gortari como el sospechoso número uno, pero al que debe dársele el beneficio de la duda por lo menos.
Anduve en ring side cuando los hechos y en las investigaciones posteriores y tengo la personal percepción de que aquel presidente no ordenó el crimen, máxime que mi cuate Colosio fue su personal elección para sucesor.
Lo que pudo suceder es que a los políticos nunca les avisan de sus tontejadas los subordinados más cercanos y los embarcan, como le sucedió a Miguel de Lamadrid, cuando mataron en mayo de 1984 a Manuel Buendía por chantajista.
A Colosio lo quitaron del camino a la Presidencia entre dos grupos poderosos, que alucinaron con que Camacho Solís o Hank González sucedieran a Carlos Salinas.
Coloquialmente dicho: unos mataron la vaca y otros le agarraron la pata. Los de Atlacomulco financiaron la ejecución y los otros manipularon la investigación, espantando con el petate del muerto al presidente y sesgando todo lo relativo al omnipotente apátrida franco ibero que mangoneaba al gabinete: Joseph Marie Córdoba Montoya, el impulsor de Ernesto Zedillo cuando la familia de Pedro Joaquín Coldwell no le dejó tomar la estafeta ensangrentada.
Resultando cómplices, los encargados de las pesquisas en la PGR y Gobernación, a quien debían proteger no era al mandatario, sino a los que participaron en la acción concertada.
Hay mucho que decir, pero el zapato que nos aprieta y lastima está en el desgobernado “Aldeapulco sin ley”, donde el voto popular equivocado puso al frente al inquieto y aguerrido Evodio Velázquez, bueno para discursear en campañas y pleitear como gallito de palenque, pero neófito administrando, al que le encajaron un gabinete de chile, dulce y manteca donde cada funcionario hace lo que quiere.
Primera vez que la gente lo miró dentro de la Catedral, muy devoto con todo y su runfla de canchanchanes y aplaudidores; ¿será que ya escucha pasos en su azotea y fue a implorar clemencia divina, ante los embates de las mañas que le reclaman por no cumplirles?
En otra de sus piezas retóricas cantinflescas para la historia de sus desaciertos, se le ocurrió decir: “Acapulco tiene gobernabilidad, no ha habido una sola manifestación de movimientos sociales contra el municipio, hemos logrado conservar gobernabilidad y hemos logrado incorporar la forma de pensar de todos los sectores de la sociedad”.
“No nos van a parar aquellos que pretenden hacer de Acapulco un Acapulco que esté de rodillas ante las situaciones que se presentan”, advirtió.
“A la delincuencia hoy se debe dar su tratamiento y el tratamiento es lo que se está haciendo con el Ejército, con la Policía Federal… el gobierno de Evodio está sumado en la colaboración, coordinación con los demás órdenes de gobierno, para trabajar en los operativos que se necesitan para mermar a la delincuencia, pero en el tema de prevención ni un paso atrás”.
Explicó que “es momento de ponernos de acuerdo más allá de intereses personales, más allá de intereses ideológicos partidarios, es momento de poner por encima de todos el bienestar de la gente, por eso he decidido hacer una convocatoria respetuosa a todos los ciudadanos de Acapulco para que cerremos filas ante las situaciones complejas que hemos vivido en los últimos y que se agravan si no hacemos algo”.
El alcalde abundó que la seguridad pasa por todos y no nada más por los policías, Ejército y la Marina, “sino en la construcción del tejido social y con la convivencia entre las familias y vecinos”.
Con el debido respeto a su modesta investidura municipal, no sé si reír a carcajadas o de plano llorar.
No me queda claro si el aun alcalde tiene plena conciencia de las cosas que dice, o si conecta su lengua al cerebro antes de echarse otro de sus rollos de político saltinbanqui en campaña.
De que sus acarreados le aplauden vaya que sí, de que entiendan y comprendan su mensaje creo que ni maíz paloma. Don Mario Moreno Reyes “Cantinflas”, por lo menos hacía reír y de trasfondo tenían contenido sus sketches; las peroratas de Evodio están más huecas que un cascarón de huevo sin clara ni yema.
Como el run run de que la venganza privada estilo Fuentovejuna está a punto de desatarse también en Acapulco, le decretó a los súbditos plebeyos que mejor se armen de oraciones para mermar la delincuencia.
Muy lindo. Ojalá el equipo de guaruras deje las que portan y se armen con rosarios y estampitas pues.
Mejor que arregle sus cuentas pendientes con las mañas, antes de que se las quieran ajustar por andarse con “mermadas”.