* Terquedad e intransigencia de la CETEG

* No exponen causas para no evaluarse

* In memoriam a Othón Salazar Ramírez

 

Por Jorge VALDEZ REYCEN

 

¿A qué le temen los de la CETEG?

A ser reprobados de la evaluación docente, es obvio. No tienen nivel académico sólido, son producto del cochupo y las componendas ilegales. La asignación de plazas fue resultado innegable del chantaje. O porque ni obtuvieron el seis de promedio mínimo, que alegan los timoratos Reyes Ramos Guerrero, Carlos Botello y Emanuel Añorve.

Sin ningún prestigio académico sobre sus hombros, los cabezas visibles de la disidencia magisterial de la CETEG enfrentan, cuesta arriba, la percepción generalizada de intransigentes, tercos, necios y violentos. Nadie, estimo con profunda consternación, creo que los ubique como personajes que sean tolerantes, prudentes, profesionales en sus deberes docentes. Y si fuera mentiroso, a las pruebas me remito.

Que le tomen la palabra a Aurelio Nuño Meyer, que le demuestren con hechos, con papeles de su evaluación, que son aptos o unas auténticas “chuchas cuereras” –dijera mi colega Héctor García Álvarez— en ese apostolado mítico de la docencia, el gis y el pizarrón.

Desafío a los próceres de la CETEG a que demuestren que Aurelio es un tonto empoderado. Que lo ninguneen con su capacidad de maestros que conocen sus deberes en la vocación de enseñar a la niñez con los planes de estudio dictados por la SEP y hasta restregarle al modosito secretario Nuño su arrogancia, petulancia y hasta abuso de poder.

Pero, insisto, con pruebas. Con la evaluación de conocimientos y con los tamaños bien puestos. Así se ganan las luchas, con aquellos que engendran líderes honestos, valientes y cabales.

Como sé que pedir peras al olmo es una osadía, o que me vayan a secuestrar y arrimarme una soberana madriza aquellos encapuchados que prendieron fuego, como Nerón a la Roma, ellos lo hicieron al edificio Tierra Caliente del Palacio de Gobierno –festinado por una treintena de esforzados informadores rectos, indeformables como el colchón posturopédico e incorruptibles como El Peje— y a las sedes partidistas que no les secundaron su berrinchuda postura violenta, pues mejor ni pedirle nada a los Reyes.

Se escudan en demandas realmente incomprensibles para quienes tengan capacidad de deducir. No se les cree que antepongan los derechos de los niños a una educación pública obligatoria, pública y laica por la reaparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Eso es una vacilada de pésimo humor negro, irrespetuosa para el dolor de los padres de familia, pues se cuelgan de esa tragedia para llevar agua a su molino de banderías políticas, que nada tiene qué ver con la evaluación docente del magisterio.

He discutido con maestros de este tema y no tienen defensa los de la CETEG. Hace algunos años el maestro Othón Salazar Ramírez me concedió una entrevista donde él cuestionaba al PRD y sus formas de entregar un proyecto político de nación a las ambiciones de liderazgos a modo del poder.

Por su convicción de maestro socialista, primer alcalde comunista de Alcozauca, Othón Salazar obligó al poder a reconocerlo, pero por su talento, trayectoria, prestigio y argumentos irrebatibles, sólidos.

Lo de la CETEG son payasadas, posturas infantiles, trucos de artilugio. Sinvergüenzas y timoratos… ¡Ay, Othón! Te extraño… (In memoriam al verdadero maestro de la Montaña roja de Guerrero).

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.