Recuerdos de un gobernante
Por Chanssonier
El pasado domingo 25 de los corrientes, fue recordado en su tumba de la Rotonda de los Hombres Ilustres, el ex gobernador del estado licenciado Alejandro Cervantes Delgado, al cumplirse el 90 aniversario de su natalicio; el evento fue encabezado por el mandatario estatal Héctor Astudillo Flores, a quien acompañó su esposa señora Mercedes Calvo. También hubo acto recordatorio frente a su monumento, el cual está levantado en la avenida que lleva su nombre, ubicada al sur de la ciudad.
Mi primer recuerdo que tengo de quien fue un hombre extraordinario, ocurrió cuando yo era un niño. En la entonces llamada calle Centenario, jugábamos a las canicas varios menores, entre otros Jorge Núñez Zapata, Fernando Peralta, Enrique Castañón, José Ríos y Jaime Ortega; al poco llegaron Roberto Ortega, Alejandro Cervantes y Aurelio Saavedra, quienes pidieron anexarse a nuestro grupo.
Al poco dizque para hacer del entretenimiento más interesante, a sugerencia de Alejandro quien perdiera un juego, entregaría sus canicas a quien lo hubiera derrotado. En escaso tiempo los tres invitados nos ganaron nuestras canicas, lo que me provocó un copioso llanto; doña Fortunata Espinosa que desde el balcón de su casa miraba todo, reclamó a los tres grandulones a devolvernos nuestras canicas. A partir de entones a pesar de nuestras diferentes edades, Alejandro se volvió nuestro amigo, amistad que perduró hasta su sentida muerte.
Fue hijo del matrimonio formado por J. Lamberto Cervantes y Eleonora Delgado; hubiera nacido en Ayutla como sus tres hermanos mayores, pero un suceso circunstancial cambio las cosas porque su progenitor fue elegido diputado, por lo cual toda la familia se radicó en esta población, instalándose en una casa en la tercera calle de Guerrero; terminado su ejercicio legislativo don Lamberto no volvió al terruño, aceptando un empleo en la Procuraduría de Justicia del Estado.
Cuando tuvo edad para ingresar a la escuela, Alejandro fue matriculado obteniendo altas calificaciones, por el interés que puso en sus estudios; concluida la secundaria se trasladó a la ciudad de México, inscribiéndose en la Escuela Nacional de Maestros, titulándose con mención honorífica. Su anhelo de superación lo condujo a la facultad de economía de la UNAM, sobresaliendo por su dedicación al estudio.
Su figura empezó a conocerse en el campo de la política, al ser designado director de Planeación, en la secretaría de Patrimonio Nacional, teniendo como subalterno a otro joven que se destacaría, llamado Mario Moya Palencia. Atraído por la política más adelante fue diputado federal, siendo enseguida senador de la república, en binomio con el médico Jorge Soberón Acevedo.
Para suceder en el gobierno al ingeniero Rubén Figueroa Figueroa, el PRI entonces partidos sin rival, postuló a Cervantes Delgado que en el ejercicio del poder realizó una administración positiva, poniendo en marcha programas para abatir añejos rezagos, lo que consiguió por un diáfano manejo de los recursos públicos.
Chilpancingo ciudad adormilada por años, miró venir con Cervantes Delgado días de progreso que le cambiaron la faz. Sin el poder volvió a ser el mismo que siempre había sido, un hombre modesto que solía recorrer las calles sin acompañantes, recibiendo los cariñosos saludos del vecindario.