* La “Fiscalitis” del Fiscal Xavier Olea
* Enfrenta un conflicto de intereses
* El Caso Willy Reyes lo pone incómodo
JORGE VALDEZ REYCEN
Aunque trate de ocultarlo, Xavier Olea Peláez enfrenta ahora como Fiscal General del Estado el primer conflicto de intereses por el caso de Willy Reyes, ex alcalde de Tlapa, acusado de homicidio del ex diputado federal Moisés Villanueva.
Olea fue defensor jurídico del ex edil tlapaneco cuando la entonces Procuraduría General de Justicia de Guerrero encontró solidez en la investigación del homicidio del llamado “diputado 500” y su chofer. El abogado defensor de Willy Reyes se enfrascó en un litigio para evitar el desafuero ante el Congreso del Estado y permitió ganar tiempo y propiciar la fuga de su defendido, según argumentaron las autoridades ministeriales.
El caso quedó empantanado durante años, pero la percepción dejada fue que mediante argucias legales se permitió la huida de Reyes Ramos, hasta que ahora nuevamente Xavier Olea admite la existencia de una orden de aprehensión girada por un juez contra su ex defendido.
Entre los conocedores del derecho penal, el caso está pervertido o contaminado, al tipificarse un conflicto de intereses que enturbia el proceso, las diligencias, declaraciones, evidencias y todo en general. ¿Cómo va a proceder el Fiscal Olea contra su defendido? Es una de las inquietantes interrogantes.
El ex alcalde de Tlapa de Comonfort, Willy Reyes, es el beneficiario directo de un proceso penal nada claro. Eludió la acción de la justicia mediante un amparo, tramitado por el bufete jurídico de Xavier Olea Peláez y que personalmente lo mostró para amenazar a la Procuraduría General de que no permitiría ninguna acción contra su cliente o defendido, so pena de hacer un escándalo de proporciones épicas.
Nada pasó. El tiempo sí. Y las vueltas del destino, colocan a Olea Peláez en la silla del Fiscal acusador que deberá cumplir con la ley, so pena de incurrir en una omisión o la comisión de delitos contra la justicia. Está en verdadero conflicto de intereses.
Y eso que aún no le han movido las preguntas sobre el Caso Armando Chavarría Barrera, que sigue en espera de resultados.
Olea Peláez está creando fiscalías, o padece “fiscalitis” aguda. Para los mismos conocedores del derecho penal, es síntoma de su desarraigo y poco conocimiento de la procuración de justicia. No siempre un buen litigante, es mejor fiscal, aducen.
El berenjenal dejado por su antecesor Miguel Ángel Godínez Muñoz lo ata, limita y desespera. No se ve por ningún lado un cambio o, al menos, una señal de que hay nuevo fiscal. Es la misma retórica, pose y trabajo de escritorio, que muchos servidores de la FGE mejor se hunden en sus pensamientos de dejar hacer, dejar pasar, antes de comprometerse a un cambio. Ya sufrieron saltos al vacío, decepciones y amarguras, que no tienen esperanza, ni ganas de volver a creer.
Olea Peláez tiene el reto de devolver la credibilidad y confianza a la FGE pero sus acciones primarias no han sido en esa ruta. Está titubeando, no se siente cómodo, no pisa tierra firme y la desconfianza hace lo suyo… Nos leemos mañana, SIN MEDIAS TINTAS.