Isidro Bautista

 

Los catorce personajes seleccionados este martes por el Congreso local como aspirantes a fiscal general del estado, a efecto de que el gobernador Héctor Astudillo Flores escoja una terna para finalmente otorgar el cargo, deben estar conscientes de algo:

El prestigio que tengan estará en juego.

Lo ideal sería que el gobernador Héctor Astudillo Flores y los legisladores hicieran su elección según la magnitud de esa cualidad, independientemente de tomar en consideración la capacidad adquirida tanto en lo teórico como en lo práctico, como ya aquí lo señalamos la semana pasada.

Indudablemente, para disputar u ocupar ese cargo se requiere prestigio, pero también el hecho de estar consciente para perderlo.

Casi toda la sociedad en general tiene en mal concepto a los políticos, a los partidos, a los funcionarios o gobernantes, por igual. Por eso mismo más de una tercera parte del número de ciudadanos no vota. No les cree.

A casi todos no los baja del calificativo de corruptos o rateros. Muchas veces pesa más una acción u omisión negativa, que cientos de aciertos, lamentablemente.

De eso deben estar conscientes los propios gobernantes.

Ángel Aguirre Rivero hoy no puede ni asomar la cabeza siquiera, por lo sucedido en Iguala en septiembre del año anterior. Todo el carisma, toda la experiencia o carrera política y administrativa alcanzada en lustros, y los miles y miles de votos logrados se fueron abajo en un abrir y cerrar de ojos.

Desde luego, entre los catorce aspirantes debe haber oportunistas o chambistas, y que no les importa el concepto en el que la sociedad los tenga o tendría en caso de ocupar el cargo. ¿Cuántos presidentes municipales bribones o sinvergüenzas no ha habido o no hay, que buscaron el puesto para enriquecerse?

Las circunstancias políticas y sociales en que se ha encontrado Guerrero, sobre todo tras lo ocurrido a los deportistas y estudiantes normalistas de Ayotzinapa en aquella localidad, orillan a los servidores públicos más encumbrados, como el fiscal, a jugársela el todo por el todo.

Las vibras de la población están muy sensibles, por tantos problemas, como la inseguridad o la ola de violencia, atribuidas a la corrupción, a tal grado que por cualquier sospecha o pretexto, exigen destitución de cargos, o achacan todos los males a políticos o gobernantes que no le responden como desea.

Iñaki Blanco Cabrera, ex procurador general de Justicia y ex primer fiscal general del estado, tuvo que separarse del cargo por el caso Ayotzinapa, luego de que determinó ejercer acción penal contra Nestora Salgado García, Arturo Campos Herrera, Gonzalo Molina González, David Urquizo Molina, más de 400 presuntos secuestradores de organizaciones criminales, al menos una treintena de policías municipales al servicio del cártel de Guerreros Unidos, así como resolver el caso de los homicidios de Juventina Villa Mojica, Marcial Bautista Valle, Eva Alarcón, Luis Olivares Enríquez y Raymundo Velázquez Flores, en condiciones aún no aceptadas en los círculos sociales en que se movían los ahora occisos.

Hoy lo recuerdan sólo por la desgracia. isidro_bautista@hotmail.com