Los llamados de la Iglesia

 

Noé Mondragón

 

De los pulpitos y las homilías, la Iglesia Católica está saltando a la operación política abierta. Quizá lo haga por una razón: la aguda crisis de los partidos políticos y de los propios políticos que han detonado en escándalos recurrentes y hundido, progresivamente, su credibilidad. Pero como sea, es un espacio al que no está invitada. A menos que muchos jerarcas católicos pretendan incursionar de manera abierta en la praxis política. Lo cual por supuesto, contraviene el precepto constitucional que les permite opinar, pero no ser postulados a cargos de elección popular. Por lo pronto, hay cuando menos dos asuntos recientes de la agenda política y social, en los que la mitra parecen estar cerrando filas.

DELINCUENCIA Y LA PAROTA.- Hace unos días, el gobernador Héctor Astudillo, se topó de frente con el vocero del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la presa La Parota (Cecop), Marco Antonio Suástegui Muñoz, quien le demandó cancelar en definitiva, el proyecto hidroeléctrico que pretende construir dicha presa, en los bienes comunales de Cacahuatepec, en el Acapulco rural. Y la violencia atribuida al crimen organizado, también obligó a la Iglesia a operar. Las lecturas son elocuentes al respecto: 1.- El asunto de la presa La Parota ya es viejo. Y ciertamente, se ha manoseado groseramente. Surgió desde que el priísta René Juárez era gobernador. Continuó con el perredista Zeferino Torreblanca. Siguió en el trienio de Ángel Aguirre Rivero, periodo en el cual el vocero de la Cecop, cayó en prisión y ya con Rogelio Ortega Martínez, fue liberado. Hoy, Marco Antonio Suástegui sabe que las cosas han cambiado para él. Porque de ser un rijoso con destellos anárquicos, hoy pesan sobre él otras acusaciones en los tribunales que podrían regresarlo a prisión. Y como al principio de esta reiterada novela política, enfrenta a un gobierno emanado del PRI. Por eso se cuidó. Y propuso que el arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos, sirviera como “facilitador del diálogo” entre ambas partes. Lo cual de alguna forma, lo pone como el réferi de una pelea. Significa además, que ninguna de las dos partes quiere el diálogo. Quiérase o no, el arzobispo Garfias Merlos, elevaría sus bonos políticos frente a los ciudadanos. Opacando en este caso, la figura gubernamental. Porque el gobierno estatal cuenta con operadores en ese sentido. Comenzando con Florencio Salazar, el secretario general de Gobierno. 2.- En un documento titulado “Compromisos con Guerrero y por la paz”, los cuatro obispos de la entidad alertan sobre “la grave situación” por la que atraviesa la entidad, y urgen a la creación de una plataforma social entre “gobierno, Estado, iglesias y todas las instituciones y organismos de la sociedad civil para trabajar en la reconstrucción del tejido social, el Estado de derecho, el fortalecimiento de las instituciones y en la elaboración de un plan de desarrollo integral y sustentable para el estado”. Pero lo contundente de este comunicado es que plantea “abrir un diálogo incluso, con los delincuentes, que también son parte de la sociedad”. Pero la postura de la Iglesia tiene sus bemoles. Comenzando por el hecho de que, al salir en auxilio del gobierno estatal, se advierte como generosa con el descompuesto clima social, pero le resta y limita sus propios espacios, a los actores políticos. Y por el otro lado, generar un hipotético diálogo con los delincuentes resulta hasta cierto punto estéril, dado que el único lenguaje que ellos conocen se resume en dos palabras: poder y violencia. ¿Cómo controlar exitosamente un río caudaloso, cuando sus aguas son turbias y demasiado peligrosas? Es claro que la Iglesia quiere ayudar. Está preocupada por la difícil situación guerrerense. Pero no debe confundir algunos árboles con el bosque completo. Porque se puede perder dentro de él.

HOJEADAS DE PÁGINAS…Con la designación del ex secretario de Educación, Daniel Pano Cruz, como secretario ejecutivo del Consejo Estatal de Seguridad Pública, el camino para la dirigencia estatal del PRI, se le despeja sustancialmente al ex edil de Chilpancingo, Mario Moreno Arcos, quien viene de refrendar para su partido, los triunfos electorales en la alcaldía de la capital y las dos diputaciones locales de los distritos 1 y 2.  A ver si es cierto.