1.-Como decían los sabios de mi rancho: “Vamos a empezar por el principio”.

2.-La Feria del barrio de San Mateo de Chilpancingo, se comenzó a realizar desde hace muchos años, mucho antes de 1825, que se tiene como fecha oficial, y se hizo para festejar el nacimiento del Niño Dios. El Niño Jesús.

3.-“Los Pastores” (niñas y niños vestidos ellas de blanco y ellos de azul con sombrero de palma adornado con heno o pascli y báculo con sonajas y cascabeles) acudían a “acostar” al Niño Dios en las iglesias de San Mateo y en la Asunción, a las 9 de la noche del día 24 de diciembre, donde se colocaban “Nacimientos” hechos de heno, por parte las madrinas del Niño Dios. Los pequeños pastores cantando todo el contenido del libreto.

  1. a) Iban encabezando a esos pastorcitos, El Bato y La Gila (Toñito Rivera y su esposa, por ejemplo). El Ángel (era seleccionada una niña muy hermosa que portaba alas hechas de papel). La Gitana, vestida como visten las Zíngaras. El Viejo, El Bartolito y El Sancho eran los otros personajes principales de la pastorela. Unas doce niñas de un lado y otra cantidad igual de niños, del otro.
  2. b) Cantaban con sus voces angelicales “Las Aromas”; “Niño aquí te acuesto” y “A la Ro-ro niño” en las iglesias y también decían sus “adoraciones”:

“Niño chiquito y bonito yo me llamo Bartolito, y hasta aquí a tu nacimiento, te traigo este regalito”, y Bartolito depositaba un juguete en el nacimiento de la iglesia y, cuando los pastores se dirigían hasta el altar a dejar el obsequio y a decir su oración, y cuando regresan, los demás niños cantaban.

  1. c) Las madrinas obsequiaban a los pastores y a los asistentes, con la iglesia siempre llena, luces de Bengala, velitas de colores que se encendían a la hora de acostar el niño, y al terminar la ceremonia, daban “aguinaldos”, fruta envuelta en papel de colores y a veces obsequiaban buñuelos.

En los aguinaldos iban tejocotes, caña, jícama, cacahuates, dulces de colación, galletitas y una mandarina.

Era fantástico ver la iglesia llena por los paisanos y con tanto amor al Redentor en una noche tan especial: La Noche Buena, en Chilpancingo.

  1. d) La iglesia de San Mateo y la de la Asunción –que dicen que ya es catedral—, se llenaban de aromas lindos, de ocote y heno, y en los puestos de comida y pozole alrededor del jardín de San Mateo, de aserrín y chochocote. El olor de la pólvora de los cohetes y “las palomas” también vagaba bajo la Bóveda de las iglesias, sobre todo cuando se quemaban los “castillos” cuyos cohetes despedían chiflidos y luces de colores. Todas las luces de los templo estaban encendidas.

Afuera las danzas, bailando; la alegría generalizada, y echando cohetes y la gente admirando esa belleza de feria, compartiendo una felicidad popular y querida, dulce, de esas que hermanan a los pueblos y se disfrutan y se guardan en el corazón hasta que uno se va para siempre.

4.-El jardín de San Mateo en sus alrededores estaba ya lleno de puestos hechos de madera para que las familias disfrutaran el pozole servido en cazuelas acompañado de su respectivo Pepexcli, o el fiambre de doña Luisa Memije, los chiles rellenos, chalupas o tacos de pollo encuerado, tamales o atoles blanco, arroz de leche, de ciruela o champurrado, y en el centro del parque había puestos de juego de Lotería….  Uno de los más populares fue el de don Raymundo Morales, “El Chaparrito” con su ayudante de lujo, su hijo “Nalo”, gran futbolista y donde el gran “Chayo” gritaba: “El que le cantó a San Pedro”…. “El Gallo”…. “El pleito de las mujeres”: “El pájaro”; “El que se comió lazúcar”: “El Negro” y al rato…. “¡Buena con Borracho!”.

  1. a) También había cacahuates dorados. Los García llegaban con costales llenos y los entregaban a la clientela doraditos en cucuruchos de papel periódico. Una señora del Bordo vendía “Borrachitos”, que eran unos panecillos exquisitos bañados en harina y azúcar; otra vendía melcocha en hojas de Totomoxcli y otra más maíz morado endulzado en panocha; se podía conseguir el pinole (maíz molido endulzado) y las empanadas de camote o de arroz con leche.

b).-Al lado de la iglesia de San Mateo, la Rueda de la Fortuna, los Caballitos y las sillas voladoras de “Atracciones Rosales”. Los chamacos traviesos que no teníamos dinero para pagar una vuelta en esos juegos empujábamos Los Caballitos. Y un rústico siempre mugroso que estaba en el micrófono del aparato de sonido, con voz fuerte y rapidita decía; “Empujándole niños, empujándole”… Y al rato: “Parándola niños, parándola”… Jajajaja… Qué divertidota de Noche Buena, para los jodidos. Pero lo disfrutamos. No nos lo contaron. Y hoy lo gozamos.

  1. c) “Los doce Pares de Francia” era el espectáculo más bello y atractivo, protagonizado y ensayado por don Raymundo Organista y sus hermanos. Ahí participaban don Saulo Don Juan, don Filogonio Rivera, don Bernardo Aguilar, don Licho Calvo, don Cutberto Arellano, el papá de Gustavo y muchos más como don Salomón Peralta. Uniformes de gala y sables, no machetes: El Sultán, reta a los cristianos, recuerda la respetable señora Margarita Organista Castañón: “¡Salgan el poderoso Tito, salga el noble Vespasiano o salga el Alférez valiente!…”

b).-Don José Contreras y la hermosa tía Luchi y sus hijas ponían un puesto en el parque donde la gente podía tirar los aros de madera, y a la figura de yeso (garzas, gatitos, perros, etcétera) que ensartaran, se lo llevaban como premio. Mesas con juegos del “7 y medio”; baile, y puestos de “tiro al Blanco”. Un ruido infernal, y los cohetes surcando el espacio dejando estelas de colores que iluminaban la noche. Las danzas se iban, bajaban del Barrio a la Asunción para cumplir con el “Teopacancalaquis”, danzando frente al templo y luego entraban hasta el pie del altar, se hincaban y salían. Era el dar gracias a Dios por las cosechas de ese año. Las señoras con rebozos por todos lados, los hombres con sombreros de palma o de astilla por ahí al pie, guardados. Un pueblo bello, adorado, querido, inimitable.

5.-El 25 de diciembre, en la arena “El Triunfo”, donde está ahora Telmex o después en otros lugares se levantaba el corral de toros con tablas y polines y también un palco de honor para las autoridades y las madrinas. Se iniciaba con el Porrazo de Tigres. Ya los tlacololeros venían bien mezcaliados, que era lo típico en esa danza, y el tío Guello, igual, o don Cuco el de San Antonio, pitándole a los traviesos del chirrión y de la danza. Después del porrazo, una chirrioniza entre ellos. Se partían máscaras y huesos teniendo como fondo musical el pito y el tambor con el son “La Quema de Tlacolol”, porrazo de tigres que años antes se hizo en el playón del río Huacapa, casi frente a donde ahora está el panteón “del centro”. Ese era Chilpancingo.

6.-Después que la trompeta de “El Polvo” (don Jesús Zaragoza Abarca) de Zumpango, tocaba: “Saquen al toro”, musicalmente todos los filarmónicos del “Chile Frito”, le seguían.

Cuando no había heridos o muertos entre los jinetes, Chilpancingo decía: “¡No estuvieron buenos los toros!”.