Sobre la falta de seguimiento

Sexta parte

SADYHEL ASTUDILLO

En ninguna ocasión durante los años que se ha compartido esta columna se ha buscado desprestigiar alguna figura o institución pública, de igual forma la posición que se toma en estos textos siempre busca ser lo más neutral posible, principalmente porque el objetivo principal de estos es divulgar información y despertar el interés de los lectores por conocer más; sin embargo en esta ocasión se hará un excepción ya que se hará mención de sucesos que es fácil saber quién fue el gobernante o partido que propicio dicho suceso, esto es debido a que la temática de esta serie de columnas lo amerita, como se menciona, es con el fin de informar. De cualquier forma los datos aquí señalados son de dominio público.
Se siguen tocando los temas acerca de los malos momentos que nos toca sufrir a los ciudadanos durante esta época de elección. Se ha hecho mención ya de los spots, los puestos otorgados por “herencia”, las actitudes de primero ver por uno mismo y después por el pueblo y la semana pasada se mencionó acerca de las promesas que vitorean los candidatos para llevarse nuestro voto, en esta ocasión se seguirá tocando ese tema.
Cada presidente de la república es recordado más fácilmente por sus malas acciones, se menciona el enorme derramamiento de sangre y un gran número de decesos debido a la “guerra” contra el narcotráfico que inicio desde la administración de Felipe Calderón; se recuerdan los fallos y errores de dicción de Enrique Peña. Sin embargo, lo hechos que más molestan recordar son las promesas no cumplidas: aumento al salario, disminución de impuestos, incremento de la deuda externa, cruzadas contra el hambre o alfabetización y un enorme etc., (como ya se mencionó, está en nosotros como ciudadanos hacer escuchar nuestras propuestas mediante las instancias correspondientes), sin embargo, esta no es la única forma por la cual nos puede quedar mal un presidente o gobernador con respecto de los incumplimientos a su palabra.
Recordemos por ejemplo, hace aproximadamente tres años, la mayor parte la comunidad de mexicanos se molestó tras enterarse que se había aprobado un nuevo impuesto a “los dulces” así como a la comida chatarra, productos que no son de la canasta básica pero que el mexicano promedio consume diariamente.
Este incremento fue un contrafuego, debido a la enorme cantidad de adultos y principalmente niños con sobrepeso, pero algo a lo que no se le dio mucha difusión fue a que con lo recaudado por medio de ese impuesto se construirían parques y áreas para fomentar el deporte, hasta el día de hoy son contadas las ciudades que cuentas con ese tipo de infraestructura y menos aun las que son auspiciadas por el gobierno, pero no se han hecho manifestaciones de reproche al respecto y, para colmo de males, los niveles de obesidad no bajan.
Como ese ejemplo, se pueden mencionar muchos casos similares algunos más recordados que otros, casos como el de animales liberados de circos pero que después no se hicieron cargo de ellos, el tan difundido y lamentable caso de los niños que no recibieron el tratamiento adecuado para el cáncer, por citar algunos.
Independientemente de que el gobierno comience llevar acabo propuestas y estas las deje a medias o no cumpla con todo lo acordado o prometido y solo se moleste con “taparle el ojo al macho”, eso no va a bastar y también como en estos casos, el pueblo puede exigir que se cumpla con lo prometido, si es que las acciones del gobierno no concuerdan con lo prometido.
Entonces pues, con la finalidad de ver cumplida su palabra, debemos de estar siempre atentos y alertas tanto a lo que hacen, como de lo que van dejando en el trayecto de su administración. Recordemos que desafortunadamente hoy en día la palabra se queda en el aire y cada vez menos gobernantes se preocupan por cumplirla y si no lo hacen, los afectados somos nosotros los gobernados, así que debe comenzar en nosotros el hacer valer lo que nos prometen.

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