Primero mis dientes y luego mis parientes

Cuarta parte

Sadyhel Astudillo

Seguimos haciendo mención de los pormenores que serán discutidos por nosotros durante los siguientes meses, referente al próximo cambio de gobierno a nivel nacional. Iniciamos con la invitación a revisar a profundidad cuales son los ideales y propuestas de cada candidato para hacer una elección con cabeza fría. Después se comentó lo negativo de la excesiva publicidad que reciben cada uno de los nominados, así como las desventajas e incoherencias de tener tantos partidos políticos activos. Hoy seguiremos con el lado negativo del tema, un mal que, como los ya mencionados lleva causándole estragos a México desde hace ya varios años.
Sobre este tema, estoy seguro que nuestros padres y abuelos podrán ilustrarnos más y con cierto grado de detalle, independientemente de que ellos estén o no relacionados con los temas políticos y es que, como dice el dicho, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Me refiero al hecho de que muchos cargos que otorgan beneficios y autoridad (políticos o no) es bastante común que sean “heredados” a amigos y familiares de quienes ostentan el poder en ese momento. Situación por demás déspota e intransigente ya que restringe a la comunidad en general poder aspirar a un cargo como ese.
Como bien menciona el título de esta entrada: “Primero mis dientes y luego mis parientes”, es una mentalidad muy arraigada en la población mexicana en general y hasta cierto punto es entendible, siempre uno busca su propio bienestar y el de sus seres queridos por sobre el del vecino o alguien totalmente desconocido. Sim embargo, existen sus excepciones y es que, si bien debemos preocuparnos por nosotros, también debemos de cumplir con lo que nuestro trabajo y cargo requiere, y en este caso estamos hablando de SERVIDORES PÚBLICOS los cuales, como su nombre indica, la función más importante que tienen es la de ver primero por la población sobre la que gobiernan.
Todos los cargos de elección popular, como presidente, gobernadores, senadores, etc., tienen la obligación de velar por el bien común, porque su entorno sea libre de violencia, porque los grupos vulnerables, los de edad avanzada y en situación de calle, tengan donde pasar la noche y protegerse de la lluvia o el frio, también asegurarse de que tengan que comer. Y con esto no quiero decir que deben de consentirnos o arreglarnos la vida, pero si crear lo medios y situaciones que a todos nos permitan desenvolvernos con facilidad, ser competitivos y poder llevar una vida tranquila y digna en general.
Desafortunadamente en algunos casos no es así y cuando algunas personas obtienen poder y entradas considerables de dinero, primero buscan la forma de “llenarse sus bolsillos” y después se preocupan de “taparle el ojo al macho”, para generar algunas obras o bienes y mantener contentos a sus gobernados, dicho sea de paso, suelen elevar los costos de esas construcciones para que a todos les toque su “rebanada de pastel”.
Es importante hacer mención que, quejándonos, ventilando y señalando no se resolverá mucho, cuanto más se encontrará al culpable, se le retirará del cargo, entrará otro igual o peor y la situación seguirá siendo la misma. Entonces ¿Qué hacer?
Tanto en esta como en las pasadas publicaciones, la intención es hacer que el ciudadano/gobernado se organice e involucre más en la cuestión política de nuestro país, que sepa que puede y no debe hacer el gobierno, que puede cada quien exigir y como corroborar que dichas peticiones se cumplan; solo es cuestión de evitar caer en la desesperación y los falsos rumores, mantenernos informados y tomar cartas en el asunto para darnos cuenta de que, el cambio está literalmente en nuestras manos.

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