Alejandro Mendoza

Nada es lo que parece muchas de las veces. Se puede observar a las personas felices, pero no es así. Se puede ver que a una persona le está yendo bien, pero no es así. Se puede mirar que un trabajador tiene una excelente relación con su jefe, pero no es así. Se puede observar que una persona es buena gente, pero no es así.
A lo largo de la vida del ser humano va adquiriendo modelos que la sociedad ha impuesto sobre el concepto del éxito. Y ese concepto es abrazado por muchas personas que pretenden llegar o vivir por medio del mismo. En el transcurso de ese propósito se enfrentan a circunstancias totalmente inesperadas que pueden cambiar su visión de la vida 180 grados, es decir, de un extremo al otro.
Las pautas impuestas en el modelo económico reinante es que dependiendo del auto que traes, la casa que tienes y el dinero que tengas en el banco, entonces podrás saber si eres o no una persona exitosa.
En el viacrucis muchas personas han perdido su esencia, sus valores, sus principios, sus fuerzas, sus sueños, sus deseos, sus anhelos, convirtiéndose en otra persona diferente, ante la gran barrera de la frustración y los complejos. No es fácil triunfar en la vida y más si las condiciones socio económicas de las personas son escasas.
Y quienes han deseado ese tipo de vida que la sociedad “moderna” ha impuesto, comienzan a adoptar consciente o inconscientemente comportamientos y conductas ocultando la realidad que enfrentan. Y es que el “modus vivendo” está de por medio.
Quizá son familias que lograron un cierto estatus de vida debido a alguna oportunidad de un buen trabajo que se tuvo, pero al perderlo se niegan a dejar el ritmo de vida que traían y comienzan a aparentar lo que no son.
Ocurre también que hay familias que lo tenían por herencia todo, posición social, estabilidad económica, reconocimiento público y de repente por malas decisiones se pierde todo. Y entonces comienzan a aparentar su estilo de vida. Hay muchos casos así.
Existen también las familias que siempre han aspirado a ese modelo de vida, pero por diversas razones no han podido acceder a ella. No obstante, aparentar tener ese nivel de vida, aunque las deudas los tengan hasta el cuello.
La ropa de marca, el auto del año, los celulares de moda, la buena casa, los viajes, los lujos y el reconocimiento de la gente, han provocado que muchos padres y madres de familia que anhelan ese tipo de “confort” y “comodidad”, lleve a sus hijos por caminos equivocados. La generación actual crece en una realidad alterada y con nulos valores y principios que le den un real sentido a su existencia.
Entonces comienzan a vivir una vida que no debiera ser la suya. La fachada que levantaron hacia los demás se convierte en una pesada losa difícil de sostener. Tarde o temprano aplastará a la familia.
Es necesario que los seres humanos tengan el deseo de salir adelante, de superarse en todos sentidos, de avanzar en todas las áreas de la vida, tener una existencia equilibrada, vivir en la realidad para poder transformarla, pero si todo esto se hace sin una guía sin una brújula correcta, de nada servirá haber construido o logrado algo.
No se puede construir sobre la arena, debe construirse sobre la roca. La roca deben ser los valores y los principios que le dan sentido a la existencia del ser humano. Lo material y el dinero insensibiliza y corrompe a quien ciegamente lo desea. Por eso está bien soportada la frase: “el amor al dinero es el origen de todos los males”. Y basta con ver cómo está el mundo, resultado del deseo por el dinero que lo gobierna.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz.
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