El gobierno no podía ni debía evitar su intervención en La Concepción, Acapulco.— René Juárez anuncia que no regresará al Senado, sino tomará un descanso

Enrique Vargas

Los hechos ocurridos en la comunidad de La Concepción, en Acapulco, son resultado de una serie de violaciones y hechos violentos que se habían dado entre los grupos que desde hace tiempo están enfrentados, ya que buscan controlar el movimiento que se ha gestado en la zona de los bienes comunales de Cacahuatepec entre los opositores a la hidroeléctrica La Parota y quienes están a favor, pero en especial ha destacado por su beligerancia y agresividad el grupo de Marco Antonio Suástegui y su hermano Vicente, quienes por medio de la intimidación, las amenazas y la violencia trataban de mantener el control de los grupos que participan en torno a esa magna obra, que mantienen suspendida a pesar de que representaría importantes beneficios para Guerrero y los estados vecinos.
Podría decirse que esa zona de Cacahuatepec se había convertido en una especia de tierra sin ley, donde esos hermanos habían impuesto sus condiciones y exigencias de que sólo ellos podían decidir las acciones a tomar.
Son muchos los antecedentes delictivos que acumularon los hermanos, quienes se habían caracterizado por sus actitudes violentas contra el gobierno, como la agresión contra el exgobernador Ángel Aguirre, a quien obligaron a bajar de su camioneta y asistir a una reunión agresiva y grosera.
Ocho personas perdieron la vida hace una semana, la mayoría de ellos opositores a Suástegui y tres más que dispararon contra la policía que iba a desarmarlos y detenerlos.
Gente del lugar pidió ayuda al gobierno para detener la violencia que se había desatado, por lo que tuvo que darse una respuesta, pues no podía ignorar una situación tan grave como esa, por lo que con urgencia acudieron al lugar, donde ya se habían dado 8 asesinatos, de modo que la presencia de las autoridades y la policía, junto con elementos del ejército, era indispensable.
La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos hizo una crítica al gobierno, porque estima que no se actuó correctamente, pero en realidad el representante de ese organismo enfoca los hechos desde una situación de desconocimiento de la realidad que priva en esa zona y entre los grupos enfrentados.
Las 8 muertes iniciales no se debieron a la intervención policiaca, sino al pleito de los grupos locales y sólo 3 de las muertes se derivan de la agresión que esos grupos incontrolables desataron contra la policía, que fue obligada a responder.
Lo peor hubiera sido que el gobierno ignorara lo que estaba sucediendo y no enviara los cuerpos policiacos y militares, porque eso permitió frenar la violencia y el abuso de esas llamadas policías comunitarias, que se han convertido en una amenaza para la seguridad en el estado.
Desatender la situación que se presentó habría resultado mucho más grave que intervenir cuando la violencia ya había causado los 8 muertos, más los otros tres que agredieron a los uniformados y que por eso fueron abatidos en defensa propia.
Muchas veces los organismos internacionales no se ubican con claridad y precisión en esos problemas que han surgido en el estado y que ahora tienen una relación directa con la delincuencia organizada, como se confirma con las armas exclusivas del Ejército y la droga que tenía en su poder el grupo de los Suástegui.
No puede asegurarse que hubo un exceso, porque los muertos se dieron antes de la intervención oficial y los tres restantes cayeron por la agresión contra los uniformados, pero mucho peor hubiera sido que el gobierno ignorara la situación, porque la violencia se habría extendido y los interesados en manipular ese conflicto, ahora detenidos, tratarían de eliminar a sus contrincantes y las muertes se habrían multiplicado.
El gobernador Héctor Astudillo nunca ha sido proclive a la violencia, como se vio con el trato que dio a la CETEG cuando estaba en su peor momento y lo mismo con otros grupos violentos y agresivos.
En el caso de La Concepción la intervención del gobierno evitó una masacre mayor y sentó las bases para buscar una solución de fondo y evitar que se repitan esos enfrentamientos interminables.
Los representantes de la ONU deben investigar más a fondo el contexto en que se dieron esos acontecimientos, y si lo hacen y procesan la información correctamente, deberán reconocer que la intervención del gobierno evitó un daño mayor y posibilita una solución real en ese caso, para que en esa zona se genere un respeto real de los derechos humanos, para todos los habitantes de la zona.
Más que una crítica y señalamientos negativos, esa oficina internacional debería reconocer que la intervención gubernamental permitirá alcanzar una solución en ese complicado ambiente y abre la posibilidad de introducir orden entre los comuneros y marginar a quienes abusan de ellos y los utilizan para alcanzar sus propios objetivos.
RENÉ JUÁREZ ANUNCIA QUE NO REGRESARÁ AL SENADO, SINO TOMARÁ UN DESCANSO.— Ya se manejaba en el ambiente político que habría una serie de acomodos en el gobierno estatal si el exsubsecretario de Gobernación, René Juárez Cisneros, decidía regresar a su escaño en la cámara alta, pero anunció que no lo hará, sino que dejará que sea Esteban Albarrán el que concluya el sexenio en la posición legislativa.
El legislador igualteco, alcalde con licencia, tuvo que acudir al Senado al retirarse René Juárez, para no desnivelar la bancada tricolor en esa cámara, por lo que ahora podrían pedirle que permanezca hasta finalizar el sexenio, lo que puede complicarle al joven Albarrán los planes que tuviera ante los movimientos por la elección de este año.
A nivel local se manejaba la versión de que Albarrán vendría al gabinete de Astudillo al regresar René a su escaño, pero como eso no ocurrirá, Esteban tendrá la oportunidad de seguir en el Senado de la República, a menos que se estime que es innecesaria su presencia como legislador, pero eso lo decidirá la directiva nacional de su partido, y esperar hasta fin de año cuando cambie el Senado y confiar en que el lugar que le darían en el gobierno estatal siga disponible.
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